"Ayudamos a gente que nunca antes lo había necesitado"
Julia Molina Porlán (Jaén, 1966) preside la Asociación Jaén Solidario desde 2016 y está en el colectivo desde el origen en 2012. Reconoce que la pandemia le ha servido para tomar aún más conciencia de que ayuda con alimentos a personas, y que cada cual arrastra una tragedia. Cada persona necesita, subraya Molina, sentirse escuchada y querida.
La presidenta de 'Jaén Solidario' recibe a este periódico en la sede, ubicada a muy pocos pasos de la Redacción de Lacontradejaén, en Coworking Cuatro Gatos. En el despacho de Molina conviven imágenes alusivas al cristianismo con otras del colectivo y con recortes de prensa. Ella, que está en ERTE con ganas de volver a sentirse agente de viajes, ha constatado el drama social que ha dejado el coronavirus: por primera vez piden ayuda para cubrir necesidades básicas personas que nunca antes la habían necesitado. Vecinos de Jaén que quizá nunca se imaginaron en un escenario tan decadente.
—¿Qué tal avanza la nueva normalidad?
—Cambió mi vida un poco, porque entré en ERTE en mi trabajo y dejé de estar empleada. Me volqué a partir de ahí en 'Jaén Solidario', porque ha venido una época muy mala, de mucho trabajo y de muchas familias que necesitan cosas. No he parado de hacer cosas. Los quince días que nos recluyeron a tope ya no salí nada a la calle. Hasta los disfruté, porque todo el trabajo era por teléfono.
No creo que nosotros volvamos a trabajar hasta febrero al menos. Me da pena el país, porque no sabemos qué va a pasar con él. Por lo demás, me lo he tomado con tranquilidad y viviendo el día a día. Ahora todo es más tranquilo.
—Las campañas benéficas no cesan en la provincia para atemperar el impacto de la crisis. ¿Qué están priorizando ahora en 'Jaén Solidario'?
—Ahora mismo se nos han acabado las subvenciones y dentro de nuestros medios seguimos priorizando la alimentación. Sí es cierto que el perfil de familia que viene ahora es el que está en el ERTE o acaba de ser despedido. Es el familiar que en su vida ha necesitado ayuda para nada. Ésa es la prioridad, evitar situaciones más desagradables.
—¿Cómo lo llevaron durante los meses del confinamiento?
—La semana de antes del 14 de marzo y las dos siguientes fueron un poco locas. Creo que atendíamos entonces a cerca de 35 familias, que iban en franjas de 15 minutos a recoger la comida. Dijimos que a menos que viniese la Guardia Civil no cerraríamos. Tuvimos que repartir dos veces a la semana en lugar de a diario y el personal tuvo que trabajar también los sábados. Se pusieron horarios estrictos de diez minutos para que también tuviésemos tiempo de desinfectar y de volver a colocar todo. Con el tiempo logramos la rutina y así la gente sólo salía dos días a la calle. Recuerdo que al final acabamos atendiendo a 58 personas.
Nunca le dijimos 'no' a nadie. El Hostal de la Estación nos ayudó, como tantos otros colectivos, que nos cedieron comida a los comedores sociales que estábamos abiertos. En ese mes y medio que recibimos la comida pudimos meter a más gente para seguir la cadena. Pudimos seguir atendiendo a la gente. Terminamos el 30 de junio, y entonces apareció la Caixa, con cuyos fondos abrimos en julio y vamos a estar hasta el 18 de septiembre. Intentamos hacer lo que sabemos: dar de comer.
—Una compañera de Cruz Roja me dijo que los grandes olvidados de la pandemia son los niños, en plena vuelta a las aulas. ¿Está de acuerdo?
—Todo lo que hizo nuestra trabajadora social, Ana, durante el confinamiento (actividades de gimnasia y de otro tipo) se lo trasladó a las familias para darles ideas y que pudieran hacer algo. Pero realmente los grandes olvidados han sido los niños, sí. Nosotros empezamos la semana que viene un proyecto nuevo denominado 'Escuela de vita solidaria', con 15 profesores voluntarios que llegarán, si es posible, hasta 65 niños. ¿Por qué? Porque creemos que muchos niños han perdido el curso. Los profesores han trabajado más que nunca, pero no había medios y no es lo mismo trabajar desde casa que en el colegio. El proyecto busca que los menores más desfavorecidos empiecen a coger el ritmo. No quiero generalizar ni soy experta, pero a mi juicio muchos niños han perdido el curso.
"LAS AYUDAS NO PUEDEN SER DIRECTAS; HAY QUE INCENTIVAR EL EMPLEO"
—Cáritas alerta desde hace años que la pobreza es crónica en Jaén. ¿Cómo se puede revertir?
—Sólo se puede cambiar con formación. Porque, según he podido comprobar, este tipo de familiar tiene una serie de costumbres por cultura o por baja formación que no dan tanta importancia al trabajo. Me refiero a mujeres que no buscan empleo, porque se sienten obligadas a estar todo el día con los hijos. Está muy bien estar con los niños, pero si la mamá trae el pan a la casa por la situación que sea, pues no pasa nada. Pero hay una cultura en muchísima franja de este sector de pobreza crónica que no va a cambiar. Necesitan formación y preparación para afrontarse a un trabajo que vaya más allá de la limpieza. A poco que nos preparen, todos servimos para más cosas. Y voy a decir algo complicado políticamente: no pueden tener tantas ayudas.
—El empleo es el camino para ser independiente. Si no hay trabajo, ¿qué esperanza le queda a la gente más allá de la asistencia social?
—Yo creo que las ayudas deben ir encaminadas a la formación "profesional". Uso las comillas porque es cierto que ahora no vas a poner a una señora a hacer un grado. Tiene que ser algo más rápido. Que no sean siempre los mismos cursos de geriatría y de limpieza. Lamentablemente, a veces sirven para no contratar a gente. A lo que voy, es muy difícil, pero quizá es interesante que haya cursos de corte y confección para que puedan hacerse pequeñas cooperativas y sacar trabajos adelante. Si una familia necesita llegar a final de mes y hay que pagarle luz, alquiler y comida, porque son necesidades básicas, lo primero es no dar una ayuda directa. Siempre es mejor que vaya al dueño del piso y a la compañía eléctrica. Y al mismo tiempo exigir el compromiso de que los padres se ponen a trabajar y a buscar empleo.
Otra cosa que podemos hacer es ayudarnos persona a persona. Si mi vecino pasa una mala racha, a título personal hablo con Pepe o con Juan y le echo una mano. A pequeña escala, podemos ayudar a nuestro vecino. La ayuda directa que hará que no se pierda dinero por el camino tiene que estar controlada, de manera que si sobra un céntimo hay que invertirlo en empleo. Y no me refiero a empleo público, sino a incentivar el sector privado. Tenemos que preguntarnos qué puedo hacer por mi vecino. Hay que ser más generoso en estos tiempos. Porque podemos vivir con bastante menos de lo que tenemos.
—¿Por qué se hizo voluntaria?
—Tenía tiempo libre y me había quedado sin trabajo. Cerró la empresa en la que yo había estado trabajando 22 años. Empecé con los llamados Desayunos Jordán, que era un día a la semana. Me propuse el voluntariado para hacerlo de verdad, de modo que me comprometía a un día fijo a la semana. Me gustó mucho la experiencia. La gente venía a desayunar y a ducharse. Era muy gratificante. Conocí también el comedor de San Roque, e iba un día por las tardes a cooperar. Por las noches llegaba muerta a mi casa, pero muy feliz.
Más tarde, a Pedro Medina se le ocurrió crear 'Jaén Solidario', porque nos dimos cuenta de que las ayudas se quedaban un poco cojas. Las entidades daban mucho producto no perecedero, pero por aquel entonces no se daba producto perecedero ni cheques ni nada por el estilo. El proyecto era completar la ayuda con la tarjeta solidaria para que la gente pudiese comprar el producto perecedero. Después llegó el catering, que es idóneo para quienes no saben cocinar o viven en situaciones de escasez en las casas, y luego se han hecho muchos proyectos.
—¿Y cómo se convirtió en presidenta de 'Jaén Acoge'?
—Después de Pedro Medina el presidente fue José Ángel Álvarez, quien estuvo dos años hasta que falleció en diciembre de 2015. Fue de repente. Yo era vicepresidenta y ése fue el relevo tras la reunión de la junta directiva. Tenía tiempo entonces, di el paso y aquí estoy. Nos hemos reforzado en la junta directiva con profesionales de inserción laboral, que son tan importantes.
"LAS AGENCIAS DE VIAJE NO REMONTARÁN HASTA LA PRÓXIMA PRIMAVERA"
—Es agente de viajes y ahora está en ERTE. Supongo que está deseando recuperar su normalidad.
—Totalmente. Me encanta mi profesión. Es cierto que el voluntariado me gusta mucho, pero el tema de agencia de viajes es mi vocación. Cuando estudié Turismo la única asignatura que no me gustaba era Agencia de Viajes. Sin embargo, hice las prácticas en Viajes Jabalcuz, que aquel verano acababa de nacer, y me encantó el ámbito. Me di cuenta de que no era un trabajo de oficina. Disfrutas preparando el viaje y tocas la ilusión de la gente. La gente ahorra todo el año para irse de viaje y sientes esa experiencia como propia. Además me encanta el trato con el público. Ojalá pueda volver a la normalidad pronto.
—¿Cómo ve el turismo en la provincia?
—Si le soy sincera, creo que hasta la primavera del año que viene no se recuperará el volumen de siempre. Es cierto que hay de todo. Me consta que algunos compañeros han disfrutado de un buen mes de julio y sin embargo agosto ha sido regular. Yo trabajo para Viajes Santiago y nos movemos mucho en el asunto de los viajes en bus. Es de las cosas que aún dan reparo por culpa del coronavirus, y eso que nuestros autobuses son muy grandes. La gente está reticente. Quien ha perdido el miedo ha ido a apartamentos particulares. Muy pocos turistas han salido al extranjero. Hasta hace poco se han cancelado viajes que estaban cerrados desde comienzos de año. Creo, como digo, que no remontaremos hasta la primavera que viene. A ver qué pasa con la vacuna.
—La Asociación de Empresas de Alojamientos de Jaén ha dicho que ha sido un verano para olvidar. Sin embargo, los datos de los parques naturales son buenos. ¿Cree que seguirá la tendencia en los próximos años a raíz de la pandemia?
—Los parques siempre han ido muy bien, pero era algo más del invierno y del otoño. Y ahora la gente ha pensado: "Si me voy a un sitio con menos gente, tengo menos riesgo de contagio". Me lo he planteado así. De igual forma que la gente ha priorizado los apartamentos a los hoteles. El turismo de interior está subiendo mucho desde hace bastantes años. Y la feria Jaén Paraíso Interior está fenomenal, porque se han dado a conocer muchos establecimientos que antes no se conocían. El turismo de interior ha crecido, pero sigue siendo más de Semana Santa, de otoño y de primavera. Lo de este verano es coyuntural. El año que viene volveremos a viajar por Europa, que estamos locos por hacerlo otra vez.
—¿Qué le ha enseñado este drama del coronavirus?
—Estoy aprendido todos los días a ir más despacio. Antes de la pandemia yo estaba agobiada, con mucha faena en 'Jaén Solidario' y en mi empresa. Recuerdo que decía que necesitaba un parón. Llegó el confinamiento para enseñarme que hay que ir mucho más despacio. No hay que correr tanto en la vida. Tampoco hay que abarcar tanto. La crisis sanitaria me ha enseñado a valorar a las personas. Antes estaba tan metida en la vorágine que quizá perdí de vista que ayudamos a personas, cada cual con una historia. Ahora he aprendido a pararme mucho más, a valorar a la gente y a ser más cariñosa con la personas que tenemos en nuestro entorno. Le recomiendo a todo el mundo ir más despacio: da paz y tranquilidad. Además yo, que soy católica, he metido nuevamente a Dios en mi vida, y es lo mejor que he podido hacer. Tiempo y Dios.
Fotos y vídeo: Fran Cano.
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