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"Es fascinante que Frailes sea un centro de la literatura mundial"

"Es fascinante que Frailes sea un centro de la literatura mundial"

Por Fran Cano - Diciembre 12, 2021
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J.S. Tennant (Yorkshire del Norte) ha seguido las huellas de Michael Jacobs, el hispanista que se afincó en Frailes, y ha tenido la oportunidad de convivir con los fraileros. Es parte del premio por ganar en 2020 la Beca Michael Jacobs de crónica viajera. Es el primer anglosajón que la gana y ha disfrutado de la estancia más tarde de lo que estaba previsto debido a la pandemia.

Tennant recibe a este periódico en El Asno Azul, en Ribera Baja (Alcalá la Real). Trabaja en un libro de crónicas muy ambicioso con Cuba, una de sus obsesiones, como común denominador. Se titulará Mrs Gargantua. Tennant comparte con Michael Jacobs más que el gusto por la crónica y por la literatura de viajes. De nuevo un inglés que burla el estereotipo camina por la Sierra Sur. Hablamos de qué ha sentido y qué ha experimentado en Jaén. En el pueblo ya saben quién es 'Jaime', un tipo risueño, amable y divertido con ganas de volver. 

—¿Qué tal sus días en Frailes?

—Fenomenal. La verdad es que tenía una imagen de Frailes a través de Michael Jacobs, sobre todo a partir de La fábrica de la luz, pero también por el hecho de que lo conocí. Es un honor conocer este pueblo maravilloso. Me ha sorprendido confirmar la imagen que tenía. A veces cuando lees un libro sobre un lugar o personas no sabes cómo de real es, pero en el caso de Jacobs su libro es como un reporte. Tiene muchísimos méritos literarios, pero la imagen es real: la gente del pueblo es interesante, generosa y especial.

—¿Ha mejorado la realidad los personajes que había leído en la obra de Michael Jacos La fábrica de la luz?

—Se parecen mucho, la verdad. Pero siempre es más especial conocer a la gente en persona. Y me di cuenta porque yo había leído el libro antes de conocer a Michael. Lo he releído estando en Frailes y he constatado que él era un escritor que no describe mucho las características físicas de la gente. Yo ya tenía una imagen de cómo eran los fraileros y el único cambio ahora es que les pongo cara y tengo una imagen más fija. Son tan especiales como describió él. Me han recibido con generosidad, y no sólo los personajes que salen en el libro. También hay gente que no sabía nada de él.

—Usted nació y creció en una aldea. ¿Ha notado similitud de caracteres de la gente con los vecinos del pueblo?

—Es muy buena pregunta (ríe). Lo he pensado mucho en mi estancia en la Sierra Sur. La verdad es que no. Laverton, mi lugar, era mucho más pequeño que Frailes. Los británicos, como sabe, somos más cerrados, pero también tenemos nuestras costumbres con las cosechas y con los animales. Por ejemplo, en mi aldea sólo había un pub, el único lugar social. Laverton es como Los Rosales (Frailes). La verdad es que mi aldea y Frailes no tienen nada que ver.

"HAY ALGO ESPIRITUAL EN HOYA DEL SALOBRAL POR EL SANTO CUSTODIO"

—Como periodista, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención de tu estancia en Jaén?

—Me sorprendió algo que ya había leído en el libro de Jacobs, el vínculo entre los olivos y la gente. He viajado por España y otros lugares en el mediterráneo. Nunca había visto tantos olivos. Me fascina la obsesión de la gente por los olivos. También la calidad del aceite. Me ha sorprendido muchísimo que los terrenos del olivar no son tan antiguos. Michael cuenta que data de los últimos ochenta años. Fue entonces cuando todo se llenó de olivos. resultó impactante para mí, porque algunos de los árboles parece como si tuvieran doscientos años.

Por otro lado, he subido dos veces a Hoya del Salobral (Noalejo) para comprar queso. Y sí, creo que hay algo espiritual en este lugar y tiene que ver con el poder del santo Custodio. Tengo una mochila que suelo usar en mis viajes a Cuba. En la mochila tengo una medalla de San Bernardo, el santo de los viajeros, y siento que me protege. Ahora pondré a su lado la del santo Custodio para que siempre esté conmigo.

—¿Cómo se le ocurrió la idea de su libro de crónicas Mrs. Gargantua?

—Tuve mucha suerte de visitar Cuba cuando tenía 19 años. La isla me fascinó desde el principio. Fue un flechazo. Volví confundido y quería volver para rectificar mi pensamiento y todo lo que había visto. Regresé más confundido. Cada vez que leía o veía algo quería volver a Cuba. En 2010 tomé la decisión de vivir un tiempo allí para escribir. Pasé seis meses viajando en el país. Básicamente, llevo 20 años viajando a Cuba con frecuencia. Tengo muchísimo material, y ése fue el problema del libro al principio. No sabía cómo agrupar todo lo que había visto.

—Es justo lo que le iba a preguntar. Cuando se hace un trabajo tan extenso, imagino que lo más difícil es articular todo.

—Ahora me doy cuenta de que hice demasiado trabajo (risas). Algún día puede ser fascinante tenerlo todo en un archivo. Tengo como cuatrocientas o quinientas mil palabras escritas a mano. Estudié Filología. Incluso he pensado en hacer un doctorado sobre Cuba. Lo iba a hacer sobre la literatura contemporánea en el país. Me fui a los Estados Unidos con una beca para investigar archivos sobre Cuba. Ahí encontró un archivo sobre Rosalía Abreu, una mujer que, según dicen, era la más rica de América Latina. Tenía la colección privada más grande del mundo de simios en su mansión de La Habana. No puedo contarlo todo, porque quiero que la gente lea el libro, pero si adelanto algo: la relación de ella con un profesor norteamericano es una metáfora de la que mantienen Cuba y Estados Unidos.

Es un libro bastante loco, la verdad.También había otra historia, la de una gorila que había crecido en La Habana. Se lo llevaron a los Estados Unidos y propiciaron un matrimonio con otro gorila, Gargantúa. Fue el animal más famoso del mundo. Iba por todo el mundo en un zoológico y algunos dicen que fue una inspiración para King Kong. Después me puse a pensar en la obra Gargantúa y Pantagruel, de François Rabelais. Me acordé de un capítulo en el que el autor se burla de escritores de crónicas de viaje. También pensé en la imagen de Colón cuando llegó al Caribe.

En fin, estoy jugando con todas estas imágenes para el libro, que estará compuesto por una serie de crónicas en un nivel humorísticas; en otro nivel, si el lector quiere descender, lo veo también un libro muy político. Pero sobre todo es entretenimiento. Estas crónicas ilustran cómo la gente desde afuera han torcido la imagen de Cuba para el mundo. Le hablo de gente como Hemingway, Colón, el Che Guevara, Von Humboldt, Winston Churchill y Theodore Roosevelt.

—¿Cuántas crónicas serán?

—Entre ocho y doce. Ya tengo tres listas. Y tengo muchísimo material para el resto. Tengo que entregar el libro en junio del año que viene. No se publicará hasta 2023 por el tamaño de la editorial. Pronto tendremos que buscar alguna editorial en castellano. Es mi sueño. Que mis amigos cubanos puedan leer el libro.

"MICHAEL JACOBS ERA MUY CURIOSO Y MUY HUMILDE"

—¿Qué sintió cuando le dijeron que había ganado la Beca Michael Jacobs de crónica viajera?

—Fue maravilloso, realmente. Porque de alguna manera sentí que mi proyecto era el 'adecuado'. También ha sido especial el hecho de que ya conocía a Michael y la oportunidad que supone venir a Frailes. Este lugar está lleno de memorias por lo que he leído. No conozco en persona al resto de ganadores de la beca, pero estamos en contacto. Dudo de que haya mejores premios que formar algo así, como una forma de solidaridad.

—¿Qué recuerdo tienes de Michael Jacobs y qué te parece como escritor?

—Michael era un encanto. Tenía una curiosidad infinita. Le interesaba todo y todos. Era muy curioso y a la vez muy humilde. Me parece que como hispanista está al nivel de Gerald Brenan. Destaco a 'La fábrica de la luz' y Entre esperanzas y recuerdos (J.S. Tennant se levanta y muestra este último libro basado en un poema de Machado). Michael era como se muestra en sus libros, y lo digo sin haberlo conocido mucho. Siempre ando preguntando a la gente cómo era. La respuesta es la misma: este tipo se ganó al pueblo entero. O como me dijo Bubi, el barrendero de Frailes: "Michal era la ostia".

En fin, alguien muy inteligente y muy humilde. En cada conversación se mostraba curiosos por ti y no hablaba de sí mismo. Tenía un don literario increíble. Sus libros para siempre. Y lo mejor es que él era un frailero, vivía Frailes. No es como los cronistas que se van a otro país y te dan un reporte más etnológico. Michael también iba a la biblioteca, pero no se nota tanto en los libros. En La fábrica de la luz a menudo está en los bares. Él vivía España en lugar de estar sentado en una biblioteca.

—¿Tiene decidido cuál será su siguiente trabajo?

—Todavía lo estoy pensando. No lo sé. Tengo un par de ideas. Serían novelas basadas en alguna de mis experiencias.

—¿Se imagina trabajando en un periódico publicando a diario o prefiere el rol de reportero de crónicas largas?

—Yo siempre pensé que en algún momento sería un periodista. Tengo mucho respeto por la gente como tú, que escribe todo el tiempo. Temo que yo no tenga la disciplina suficiente para hacer un trabajo de publicar día a día. Dicen que es un aprendizaje estupendo y hay ejemplos de escritores que antes fueron reporteros de noticias, como Ian Fleming. Siempre dijo que todo lo que sabía sobre el estilo y cómo atrapar la atención del lector lo había aprendido trabajando en la agencia Reuters. Para mí es mejor hacer crónicas largas.

—Puede acabar la entrevista como quiera.

—Ya lo he dicho, pero estoy muy agradecido por la generosidad de Frailes. Es fascinante ver cómo un pueblo tan pequeño ya es un centro de la literatura mundial. Esto me ha impactado mucho. Lo sabía de alguna manera por el libro de Michael, pero que haya venido aquí gente como Jon Lee Anderson, Cees Nooteboom, Ian Gibson y Javier Reverte es increíble. En parte es trabajo de Michael, pero también Frailes, la Frailestud de la que habla el periodista frailero Santiago Campos, le dio mucho a él. Jacobs ha dejado un gran hueco en la vida de la villa, pero yo aún siento ese espíritu. No sé si es el santo Custodio, el agua, el aceite o una mezcla de los tres.

Fotografía de portada: Eva Vermandel.

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