Cerrar Buscador

Una enciclopedia rural de carne y hueso en Villargordo

Por Javier Cano - Junio 02, 2024
Compartir en X @JavierC91311858
Una enciclopedia rural de carne y hueso en Villargordo
Flanqueado por dos instantáneas del pintor villargordeño Francisco Cerezo Moreno, Fuentes posa con algunos de sus dibujos en el museo del artista. Foto: Javier Cano.

José María Fuentes preserva la memoria agrícola y la antigua cotidianidad de su pueblo a través de los didácticos dibujos y sencillos textos que ha creado

"A caballo entre un mundo que desaparece y otro moderno lleno de incertidumbres, no duda en señalarnos con sus vivencias el camino hacia la autenticidad de las cosas...".

Así define el historiador de Villatorres Francisco Tirado a su paisano José María Fuentes Jiménez (Villargordo, 1944), una auténtica enciclopedia rural de carne y hueso que, desde hace apenas tres años, vuelca su creatividad en didácticos dibujos y elementales y sencillos versos casi siempre con su patria chica como principal argumento temático: 

"El pueblo de Villargordo qué blanquito está / con sus casas encaladas de blanco y sus calles empedrás, / no podemos pedir más", escribe Fuentes y da en la tecla, como si ese último verso le fuera aplicable a él mismo, que pasó por la escuela lo justo para "aprender las cuatro reglas, a escribir y a leer", explica a Lacontradejaén. 

Algo empuja a este sencillo y prudente villargordeño a volcar sobre el folio sus recuerdos, lo mismo dibujándolos que escribiéndolos, como si el lápiz, en su mano, fuera la mejor arma que esgrimir ante el olvido que se cierne sobre las costumbres de su infancia, adolescencia y juventud rurales. 

"Hace más o menos tres años, Paco Tirado me localizó a través de mi amigo Tomás Lendínez; hablamos del campo y del pueblo, y así empezo todo. Una noche cogí un papel, me dio por hacer un dibujo y así salieron estos dibujos", comenta.

Cuatro blocs que recogen la vida del campo y el pueblo en su época, con todos los detalles que se pueden pedir para conocer a la perfección los aperos, la labores del campo, los usos y costumbres de cada día en un municipio jiennense de los años 50.

Ya los han disfrutado los alumnos del CEIP Francisco Badillo, y hasta el Museo Cerezo Moreno le ha planteado una próxima exposición que mantiene ilusionado a José María; una muestra en la que, además, podrán leerse algunos de sus textos, varios de ellos publicados bajo el título Cien poemas de vivencias y memorias y otros, de próxima edición, en los que laten sus vivencias como guardador de pavos y ovejas, mulero, jornalero, tractorista... 

 Uno de los dibujos de José María Fuentes, en el que recoge uno de los antiguos aperos utilizados para trabajar el campo. Foto: Javier Cano
Uno de los dibujos de José María Fuentes, en el que recoge uno de los antiguos aperos utilizados para trabajar el campo. Foto: Javier Cano

UNA VIDA DE LIBRO

Quizá también cuelguen de las paredes del coqueto espacio expositivo dedicado al maestro Cerezo episodios de la biografía de Fuentes, en la que a día de hoy trabaja Francisco Tirado. 

Una vida copada de historias, que como mínimo dan para un libro. Y es que la existencia del protagonista de este reportaje engancha, vaya si engancha. 

Hijo de trabajadores del campo, no ha faltado de su tierra nada más que tres años: los que pasó en Barcelona entre el 65 y el 68, en una suerte de aventura a lo Vente a Alemania, Pepe, como el propio Fuentes Jiménez aclara: 

"No me fui por falta de trabajo, es que veíamos volver a los que se iban, bien vestidos y que traían una cámara de fotos, y nos daba ganas de irnos". Allí se hizo electricista, un oficio que andando los años cobraría mucha importancia para él.

Pero con estos mimbres, ¿cómo es que no prefirió la Ciudad Condal como escenario para el resto de sus días? La salud, y una solución temporal a sus problemas que la gran urbe no supo darle son la respuesta:

"Mi abuela murió del dolor de la miserere, a todo lo que era dolor de vientre le llamaban así entonces en los pueblos. Me daban grandes dolores de barriga, hasta que con doce años me operaron porque era ya mucho. Estuve muy mal, enseguida me recuperé y volví al campo; estando ya en Barcelona, me dio otra vez el brote", relata, y apostilla en medio de un hondo silencio generado por la emoción:

"¡Venga médicos y hospitales y cada día peor! Te confieso que me vine a Villargordo para que me enterraran, pero en Jaén los doctores Siles me dieron un medicamento, salazopyrina, y me recuperé bastante bien". ¡Hasta el nombre de las pastillas recuerda José María, eso es buena memoria y lo demás son intentos".

Alrededor de treinta años pasaron hasta que el dichoso dolorcito (José María no estará de acuerdo con el diminutivo, seguro) reapareció y le fastidió hasta el punto de llevarlo otra vez al quirófano y retirarlo de su puesto de trabajo en el área de Mantenimiento de la antigua Cárnicas Molina. 

Por entonces andaba ya casado con Antonia, la mujer de su alma, de la que separó para siempre hace dos años, cuando la muerte vino a por ella. Dos hijos (uno de ellos heredero de las manitas de su padre) y cinco nietos son el mejor de los legados que su inolvidable esposa podía dejarle. 

"Yo era pastor y tú eras cabrera, / y nuestro amor fue para una vida entera. / Tuvimos dos hijos que bien nos han cuidao, / pero tú te has ido y yo solo me he quedao, / dentro de poco estaré de nuevo a tu lao", profetiza (que es cosa de poetas, dicen desde antiguo) un melancólico José María en sus versos.

Para ella, precisamente, montó un negocio de electrodomésticos en la calle de su tocayo José María Polo, en Villargordo, a fin de que pudiera cotizar y tener la protección legal que los tiempos le habían negado hasta entonces.

Tres lustros cara al público en los que la experiencia cosechada por José María durante sus años en la fábrica de carne, entre aparatos de frío, convirtió su establecimiento en imprescindible para soportar los duros veranos de la campiña. 

Y así hasta ahora mismo, hasta este fin de semana que Villatorres celebra por todo lo alto una Fiesta de las Flores que José María Fuentes, cargado de años y de experiencia, disfruta con serenidad, tranquilamente, a lo suyo, satisfecho de las ochenta primaveras que no han logrado acabar con ese gesto suyo que destila juventud cuando sonríe (tímidamente, claro):

"Volvería a hacer las mismas cosas que he hecho, a vivir la misma vida, aunque tuviera que volver a pasar la enfermedad". ¿No fue el presidente Lincoln quien dijo que, al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años?".

 Un bodegón de flores y piezas de cerámica de la colección Cerezo Moreno sirven de fondo a José María Fuentes, que sostiene entre sus manos su primer libro de poemas. Foto: Javier Cano.
Un bodegón de flores y piezas de cerámica de la colección Cerezo Moreno sirven de fondo a José María Fuentes, que sostiene entre sus manos su primer libro de poemas. Foto: Javier Cano.

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK