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"Mis jugadoras lograrán subir a División de Plata de balonmano"

Por Fran Cano - Octubre 31, 2021
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Justo Gámez (Tarifa, Cádiz, 1953), entrenador del sénior femenino del GAB Jaén, habla con orgullo y nostalgia de la pasión por el balonmano que vivió Jaén en la década de los años ochenta. Compara el fenómeno de entonces con el que ahora disfruta el Jaén Paraíso Interior. La realidad ha cambiado para un deporte —siempre tan plástico— que apenas tiene foco, menos aún en la sección femenina.

Docente retirado, Gámez visita la Redacción de Lacontradejaén, en Cuatro Gatos, para hablar de deporte, del esfuerzo de sus jugadoras y de los desafíos de la educación en un mundo que no para de cambiar. Fue también concejal de Educación desde 2007 hasta el año 2011. La peor etapa de su vida. Lo dice sin ahondar. Vale la pena escuchar las lecciones de un docente que se reconoce como profesor antes que como entrenador.

—¿Qué tal el arranque de temporada del sénior femenino?

—La verdad es que las jugadoras han subido de nivel mucho con respecto al año anterior. Una barbaridad. Sólo falta cruzar una pequeña línea: que ellas mismas se crean que son capaces. Cuando lo redescubran, seguro que tiraremos para arriba. Es la primera vez que se pierden las tres jornadas que llevamos por un solo gol. Y siempre en los instantes finales. Hemos podido ganar los tres encuentros. Ahora mismo no hay una superioridad manifiesta con respecto a nosotras.

—Me comentó antes de la competición que necesitaba más lanzadoras. ¿Existe esa carencia todavía?

—No tienes más remedio que adaptarte a las circunstancias del equipo. Hay un par de lanzadoras muy buenas desde fuera. Con ellas por ahora nos aguantamos. Todos los preparadores quieren tener un equipo lleno de lanzadoras, porque es lo que te da más posibilidades. Si no las hay, buscamos otras características que las estamos encontrando. Las jugadoras están respondiendo muy bien en nuestro estilo de juego.

—¿Hay mucho nivel en Primera División Nacional?

—En balonmano hay una diferencia abismal entre 'Las Guerreras', de la selección española, y el resto. La selección son jugadoras que viven fuera del país y que están cobrando sueldos muy buenos. En España el balonmano está muy mal pagado, si es que está pagado en algún sitio. En nuestro caso es lo contrario: las jugadoras costean las inscripciones. Todo el mundo paga para poder jugar. La diferencia es muy grande entre la élite, que son un grupo de 15 ó 16 jugadoras, con respecto al resto. Lógicamente, el nivel mejora a medida que la categoría es mayor, pero también depende de la biotipología de las jugadoras. Aquí es difícil encontrar a jugadoras de 1,90. Nosotras no tenemos ninguno. En cambio, en 'Las Guerreras' siempre hay alguien de esta altura en primera línea.

—¿Qué objetivos se marca el equipo?

—Hay un reto clarísimo, que es clasificarnos entre los cuatro primeros equipos. Vamos a por todas. Y las jugadoras están convencidos pese a las tres primeras derrotas. Como le digo, sólo falta que ellas se lo crean. En cuanto den ese paso, el GAB Jaén va a ser un rival muy difícil de ganar. Todos estamos mentalizados en acabar, de los ocho equipos, en los cuatro primeras posiciones.

—¿Qué tal la afición en La Salobreja?

—Hay poquita. Muy poquita. No es un deporte que ahora enganche. Aunque la realidad es que sólo lo hace el fútbol. Por eso valoramos tanto cuando hay interés desde los medios por el balonmano y más aún por la sección femenina. El deporte femenino está muy aparcado. Todo lo que no sea fútbol parece que se ha perdido. Pero eso es otro tema, claro.

"LA GENTE AÚN RECUERDA EL BALONMANO DE LOS AÑOS 80"

—Miremos hacia atrás. ¿Cómo llegó al balonmano?

—Yo terminé INEF en Madrid y me vine a trabajar a Jaén. Tenía unos proyectos deportivos muy claros y tuve la suerte de llevarlos a cabo. Conté con gente que me ayudé. Un grupo humano de jugadores que se ofrecieron igual que lo hacen ahora las jugadoras: poníamos dinero para competir y para poder pagar nuestras equipaciones. En ese grupo hay jugadores que todavía están en Jaén. Le hablo de José Barrios, José Cerezo, Ramón García "Monchi" y los fallecidos Pedro García Molina y Juan García. Todos ayudaron mucho. Tuvimos la fortuna de ascender muy rápido a Primera División. En dos años lo logramos. El problema es que ya no había dinero para tanto. Primera División supuso competir de Madrid hacia abajo, incluido Canarias. Los gastos eran imposibles para nosotros.

Apareció la asociación Ayuda del Automovilista ADA Jaén y una persona fundamental para el balonmano, Horonato Morente. Fue quien lanzó al equipo y se hizo cargo de todo. Gracias a él me pude traer a cuatro compañeros de Madrid.

—Tendrá buenos recuerdos del Balonmano Jaén.

—La Salobreja estaba siempre a reventar. Era una afición impresionante. La gente sentía el balonmano en el inicio de la década de los años 80. Entonces se le daba más publicidad, no sólo a nivel local, sino que se televisaban muchos más partidos. Ahora los vemos de Olimpiada en Olimpiada y de Mundial en Mundial. En Jaén la afición estaba muy ilusionada con el balonmano.

Gente que me conoce me compara el fenómeno con lo que ahora ocurre con el Jaén Paraíso Interior de fútbol sala. Salvando las distancias, sí que fue un 'boom' similar. Digo salvando las distancias, porque afortunadamente para el Jaén Paraíso Interior cuenta con una infraestructura mucho mayor de la que tuvimos nosotros. Ojalá estén toda la vida como están ahora. Se lo merecen. En mi caso, dejé el balonmano y me dediqué completamente a mi profesión, la enseñanza.

—Jugó en el ámbito provincial. ¿Qué tipo de jugador eres?

—Muy malo (ríe). Jugaba en primera línea con 1,66, que era lo que medía entonces. Ahora el que menos, mide dos metros. Ninguno de mis compañeros de Madrid bajaba del 1,90. Para aquella época era una estatura buena, pero también se quedaba corto para los niveles más altos. Aquí el nivel no era excesivamente alto, pero tuve la suerte de tener a un maestro, que nos los enseñó todo, Juan de Dios Román, que falleció hace poco. Todos los alumnos que han pasado por sus clases, tanto de balonmano como de Educación Física, llevan su sello.

—¿Hay características del Justo Gámez jugador que aún tiene el entrenador?

—No, no. De jugador, ya le digo, era muy malo (ríe). No teníamos nivel. No me puedo considerar jugador de balonmano. Lo hacíamos porque nos gustaba mucho el deporte. Jugábamos a balonmano, a la hora siguiente, a fútbol, y a la siguiente, a baloncesto. Los domingos llevábamos dos competiciones federados. Se iba el fin de semana haciendo deporte. Ahora eso es difícil. Recuerdo que en fútbol jugábamos en el campo de Maristas; a balonmano, en las pistas de fuera de La Salobreja, y en baloncesto, en La Victoria. En la provincia había de todo.

"PRIMERO SOY PROFESOR, LUEGO ENTRENADOR"

—También es profesor. Supongo que le ha ayudado a la hora de liderar a un equipo, medir los egos y de alguna manera ser respetado en el grupo.

—Es fundamental. Yo no sería entrenador si no hubiese sido profesor. Es indisoluble. El entrenador siente esto de una manera diferente al que es entrenador y profesor. Primero, yo soy profesor y después entrenador. Yo he intentado educar a la gente. En este equipo de Primera Nacional no te pones a educar, pero sí hay que controlar a la gente para que hagan las cosas bien. Siempre he buscado involucrar a las personas para que se sienten bien en la práctica de un deporte. Mi objetivo en las aulas siempre fue que los alumnos tuviesen más adelante, en la Universidad, la inquietud de trabajar la actividad física. Corriendo, andando, jugando a tenis, en un partido de baloncesto o cogiendo la bicicleta. Y siempre hay que anteponer la actividad física a la competición. Fíjese lo que nos ha ocurrido a nosotras: las jugadoras no merecen perder por la mínima tres veces de forma consecutiva. Es una frustración muy grande. Pero la competición es esto. Gana uno u otro. Hay que saber ganar y perder. La mayoría de los momentos en la competición es muy dura.

—Hablando de la docencia. ¿Echa de menos las aulas?

—A veces sí, pero el descanso también es necesario. Estaba muy cansado. La enseñanza cansa mucho y es muy dura si te la tomas en serio. Es preciosa. No hubiese hecho otra cosa, pero es dura. Tiene momentos gratificantes y momentos muy duros.

—Fue director de instituto en Jaén y en Priego de Córdoba. ¿Cuáles son las características que hacen falta para el cargo?

—Sobre todo hay que comprender a tus compañeros profesores. Hay gente que no los escucha. Están de directores y se creen algo. No es nada. Igual que cualquier puesto. Te debes a la sociedad y lo primero que hay que hacer siempre es respetar a los compañeros profesores y escucharlos. Y trabajar siempre en equipo. No por tener un puesto algo más elevado hay que imponer los criterios al resto. Se trata de hacer lo que el claustro decida, no lo que el director quiera. Así irá bien. De otra manera, los centros van para abajo e incluso los cierran.

—¿Le gustaba ser director?

—Sí, sí. Me motivaba, porque veía que el centro iba para arriba y que la gente estaba contenta. Me motivaba mucho.

—El mundo está cambiando o al menos parece agitado con la llegada de las redes sociales y las nuevas formas de comunicación. ¿Cree que la alumnado sabrá utilizarlas o le preocupan que haya efectos negativos?

—No me da miedo. Todo lo contrario. Hay que estar al día. Es uno de los grandes problemas de la enseñanza. Nunca se está al día. Porque un profesor está enseñando en materias nuevas lo que a él le enseñaban a ellos. No se puede ir, en clave informática, por la zeta en el abecedario y el profesor por la jota. Hay que enseñar todo lo nuevo para que sea positivo para la educación.

La pandemia ha dejado algo bueno. Hay chicos que se han enterado mejor en las clases por ordenador. Y se ha demostrado que determinados conceptos entran mejor a través de una clase virtual. Deben convivir los modelos presencial y telemático. El profesor siempre está llamado a mejorar en un mando que cambia tan rápido. Igual en diez años la vida no tiene nada que ver con la de ahora. No sólo en la educación, sino en todos los ámbitos. Lo positivo es que la gente acepta el cambio de hábitos.

"MI ETAPA DE CONCEJAL DE EDUCACIÓN FUE LA PEOR DE MI VIDA"

—¿Qué balance hace de su breve etapa como concejal de Educación?

—Fue la peor etapa de mi vida. No me quedo con nada. Absolutamente con nada.

—¿Fue un error?

—Sí, para mí sí. Porque me desilusioné totalmente y muy pronto. En meses estaba absolutamente desilusionado. Veía cosas que no eran. Oía cosas que no eran. La peor etapa de mi vida. Lo puede poner en grande. Horrible. Horrible.

—Al menos duró poco.

—Bueno, fueron cuatro años. Prefiero no hablar.

—Puede acabar con el mensaje que quiera.

—Se lo dedico a mis jugadoras. Son la gente más maravillosa que he conocido. Son gente absolutamente entregada y sacrificada con el deporte. Que pierden o ganan dos horas de desplazamiento cada día para entrenar y estar con el equipo. Algunas trabajan fuera de Jaén. Vienen a la capital a entrenar y otras se levantan a la seis de la mañana para llegar a tiempo por la tarde. El esfuerzo y el sacrificio es impresionante. Son muy buenas deportistas y respetuosas. Seguro que van a revertir la dinámica en la competición. Son geniales. Seguro que lo van a conseguir. Si sigue el equipo, tienen que subir a División de Plata.

Fotos y vídeo: Fran Cano.

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