Una calle muy cofrade junto a la iglesia de la Merced

La vía urbana que lame el muro de la nave de la epístola del antiguo templo conventual está dedicada a la Virgen de las Lágrimas desde 2014
La calle Merced Alta derrocha solera cofrade de toda la vida. La transitó El Abuelo desde que empezó a salir de la vieja iglesia de San José, allá por finales del XVI, cuando esta vía urbana llevaba ya más o menos una década abierta y Jesús la enfilaba camino de Maestra Alta para adentrarse en el casco antiguo de Jaén, lo mismo que hace desde que, en 2009, regresó a su camarín tras 173 años de exilio involuntario.
En su mitad, más o menos, estuvo el callejón de la Custodia, donde Juan Ruiz labró la hermosísima pieza que si no llega a ser por la Guerra Civil, aún dejaría boquiabierto al personal en la procesión del Corpus.
Y por ella pasa y pasa, año tras año, la procesión de Los Estudiantes. Vamos, una calle cofrade donde las haya.
Y por si quedaba un resquicio de duda, desde 2014 está oficialmente dedicada a Nuestra Señora de las Lágrimas, la Virgen de los Clavitos que cada Lunes Santo la unge de belleza.
Sí, ahí está el rótulo que certifica el acuerdo plenario del Ayuntamiento jiennense, que hace once años concedió a la cofradía blanquinegra el privilegio de que esta zona del barrio se denominase como su titular mariana, esa indescriptible belleza cordobesa salida de la gubia de Juan Martínez Cerrillo que antes de ser las Lágrimas de aquí, fue la Esperanza y el Mayor Dolor de la Ciudad de la Mezquita.
Para la inauguración de la placa oficial no faltó ni siquiera la tuna, la misma que cada día de su procesión ronda a la Señora y, ese día, hizo lo propio. Con ellos, la Banda Municipal de Música, de manera que la interpretación de ambas formaciones hizo alejarse cualquier sospecha de esa presencia fantasmal que la tradición ubica en esta calle allá por la década de los años 50 del pasado siglo XX.
Merced Alta y Virgen de las Lágrimas: toda una geografía sentimental.
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