Un 'Leonardo Da Vinci' en pleno casco antiguo de Jaén

El hombre vitrubiano capitaliza un escudo en un lateral de la fachada del número 41 de 'Almendros Aguilar' desde hace cuatro décadas
Hay quienes no lo dudan a la hora de inventarse lo que no está en documento alguno y, de esta forma, completan a su gusto un capítulo inconcluso del pasado local, un enigma enquistado y hasta alguna plaquita de esas que adornan más de una fachada de la ciudad informando (o desinformando, que de todo hay) acerca de quién vivió en esa casa, el nacimiento allí de un ilustre... Cronistas tiene Jaén.
Un paseo por la red de redes, por las páginas de ciertas publicaciones o, nunca mejor dicho, dentro de alguno de esos paseos históricos que últimamente tanto abundan por aquí, permite por ejemplo 'desentrañar' la historia de un curioso escudo ubicado en un lateral del número 41 de la calle Almendros Aguilar, justo donde desemboca la cuesta de los Ángeles y haciendo esquina con Los Macías.
De todo se ha oído sobre ese blasón: que si lo colocó ahí el doctor Eduardo Arroyo cuando habitó el caserón, que si procede del palacio que un sobrino del obispo Suárez de la Fuente del Sauce tuvo en el mismo solar, que si su presencia responde a una cuestión esotérica, y un montón de ocurrencias a cual más sorprendente.
Pero no, la única verdad es la realidad (o eso decía Aristóteles) y en el caso del hombre vitrubiano que capitaliza el citado escudo, no hay más tela que cortar que la que hay.
Ni de lo tiempos del sobrino del prelado constructor ni tan siquiera de la época en la que el gran radiólogo torrecampeño tuvo allí residencia y consulta, para nada, en absoluto.
Realizado en poliéster y piedra triturada, la pieza data de comienzos de los años 80 del pasado siglo XX (ayer mismo, como quien dice) y tuvo por autores al reconocido escultor Pedro Ruiz Fernández (Granada, 1929-Exfiliana de Guadix, 1984) y el que fuera director de la Escuela de Artes y Oficios entre el 84 y el 86, el también granadino Miguel Barranco López, como confirma la hija del primero, la artista María Angustias Ruiz.
"Mi padre y Miguel estudiaron juntos Bellas Artes en Sevilla, ambos en la especialidad de Escultura, y continuaron con su amistad y colaboraciones artísticas hasta la muerte de mi padre", apostilla.
La razón de que el blasón se halle en dicho punto de la ciudad no tiene misterio alguno: en aquel edificio tuvieron estudio compartido ambos creadores, y no solo firmaron aquel escudo sino que diseñaron "todos los elementos artísticos de carpintería, elementos de forja y rejas del local".
"La puerta tallada que aún se conserva y que daba acceso al estudio (hoy reconvertido en cocheras) es obra de mi padre y aparece firmada en la zona de forja de la parte inferior, que al igual que las rejas también es obra suya", aporta María Angustias Ruiz.
Por la calidad de su producción y por los matices jaeneros que destila la existencia de Pedro Ruiz Fernández, Lacontradejaén prepara un reportaje sobre este escultor y tallista que durante décadas y décadas pobló de hermosos trabajos la capital y que, en compañía del pintor Francisco Cerezo Moreno, llegó a exponer incluso en Nueva York allá por finales del 67, ambos como embajadores artísticos del Santo Reino, con gran éxito además, según certifica la hemeroteca consultada.
Pierden los amantes del misterio la recurrente posibilidad de unir oscuridad al estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano que Leonardo Da Vinci reflejó en su magnífico dibujo, que eso y no otra cosa es lo que protagoniza el escudo en cuestión (bueno, eso y el delicado relieve de una granada a los pies de la figura, que ambos artistas decidieron esculpir como un artístico guiño a su patria chica).
Y pierden asimismo el tiempo quienes, en lugar de irse a las fuentes, hacen brotar el agua de su imaginación por los incontrolables grifos de sus bocas. Y como esta historia, un montón más.
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