La otra "Virgen de la Cabeza" de la iglesia de la Merced

La escultura que durante siglos presidió la fachada del templo jiennense fue decapitada a comienzos de la Guerra Civil, y así permaneció hasta el año 1985
Si en 1931 llegaba la devoción hacia la Virgen de la Cabeza a la antigua iglesia conventual de la Merced de Jaén y se entronizaba una imagen suya (seguramente la que la cofradía jaenera había adquirido en 1892), solo cinco años más tarde el viejo templo mercedario veía malherido su patrimonio imaginero, precisamente en la escultura que desde la construcción del templo (allá por por los siglos XVII y XVIII, según escribió el profesor Ruiz Calvente) presidía su fachada principal.
Presidía... y preside, precisamente con la salvedad de esas hermosas cabezas originarias que, a comienzos de la Guerra Civil, les fueron violenta e irreverentemente desprendidas de sus sagrados troncos. Y así, decapitados ambos, permanecieron durante décadas, hasta su reposición a mediados de la década de los 80 del pasado siglo XX. Pero antes de entrar en ese feliz episodio, toca hacer memoria. Memoria histórica.
SUCESOS TRÁGICOS
La Merced fue uno de los más tempraneros escenarios trágicos en los días de julio de 1936, nada más iniciarse el conflicto. Al parecer, la pretendida existencia de armamento en el recinto fue el pretexto para acceder a la fuerza al monasterio de frailes claretianos, y de ahí al desastre solo hubo un paso.
Cuatro religiosos asesinados, una hoguera inmensa para el patrimonio documental y artístico en plena Plaza de la Merced... A punto de perecer en ella estuvo la querida talla de El Abuelo, de cuya salvación se encargó en primer término el fabricano de su cofradía, Antonio Delgado, junto con nombres propios nunca bien ponderados desde entonces, como Ramón Mateu o los hermanos Espinar.
Al Nazareno le procuraron un escondrijo secreto, tapiados en los muros conventuales de Las Bernardas, pero a Nuestra Señora de las Mercedes y su criatura no hubo quien pudiera mantenerles íntegras sus benditas anatomías.
REPOSICIÓN DE NUEVA CABEZA EN 1985
Una mañana de un fin de semana de 1985, el recordado sacerdote Emeterio Ruiz Recio, a la sazón párroco claretiano de la Merced, invitó (con su acostumbrada rotundidad) a los niños de catequesis a salir a la plaza para asistir a la bendición de las nuevas cabezas de la Virgen y el Niño Jesús. Testigos de aquel momento intrahistórico, un montón de cincuentones jaeneros de hoy día.
¿El autor de los flamantes rostros? El escultor Miguel Barranco López (Atarfe, 1937-Granada, 2016), tan relacionado con Jaén en su etapa como profesor de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, como docente de Modelado dese 1979 y director entre 1984 y 1986.
Académico de la Real de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias, de la Ciudad de la Alhambra, fue un singular creador que unía a sus habilidades escultóricas un ingenio inventor que lo llevó a cuajarse, en 2010, un un sistema para recolectar chapapote en el mar, presentado en el Parque de las Ciencias granadino aquel año e ideado a partir de la tragedia del Prestige.
Su estancia en la capital del Santo Reino dejó una huella amplia y no solo a través de la docencia. Suyas son la copia del monumento a Justino Flórez Llamas que sobrevive a los veladores en la Plaza del Deán Mazas, o el para algunos esotérico y renacentista hombre vitrubiano que campea (desde hace cuatro días, como aquel que dice) en una fachada de la calle Almendros Aguilar.
Y, por supuesto, la escultura que capitaliza estas páginas digitales: la Virgen de la Merced, primero modelada en arcilla, después en escayola y, luego, sacada en positivo en mezcla de poliéster y piedra triturada. Ahí sigue.
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