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José Luis Buendía, el hijo más ilustre de la calle La Paz

Por Javier Cano - Junio 02, 2024
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José Luis Buendía, el hijo más ilustre de la calle La Paz
En 2007, apadrinando a Antonio Muñoz Molina en su doctorado Honoris Causa por la UJA. Foto cedida por la familia.

Se cumple, en 2024, el quinto aniversario de la pérdida del recordado profesor y escritor jiennense, un auténtico patriota de su jaenero barrio natal de la Merced

"Era una calle blanca con lujuriosos geranios que se agarraban con fuerza al balcón que la abuela fregaba y refregaba con rabia, como si le fuera la vida en ello (...) Mi calle de la Paz, porque ya es hora de decir que era la mía, consistía en un espinazo pétreo que ayudaba al viejo castillo de Santa Catalina a desembocar en el arrabal de la Merced. Un suave tobogán de piedras, adornadas por un musgo suave, crecido en el otoño de las primeras lluvias y que daba al empedrado la torpe presunción de un mozo adolescente".

Así describe la primera geografía de su existencia el recordado profesor universitario, escritor, conferenciante, articulista, pregonero, taurino, flamencólogo y experto en cine José Luis Buendía López (Jaén, 1947-2019), de cuya muerte se cumplen cinco años en 2024, a comienzos del próximo mes de julio. 

Calle antigua esta de La Paz, con su cuota de cuesta paralela a la Carrera de Jesús, nacida al amparo de la prolongación que el siglo XVI procuró al barrio mercedario de la mano de la apertura de nuevas puertas en su cerco amurallado.

Dedicada desde tiempos inmemoriales al jurado de la ciudad Alonso de Grañón (topónimo riojano de evidente sabor jacobeo), que aunque allá por finales del XV era vecino de San Andrés, conservaba en esta vía urbana de los barrios más altos la casona familiar. Según Manuel López Pérez (así lo dejó negro sobre blanco en El viejo Jaén), fue a mediados del XIX cuando cambió su nombre por el que todavía luce en sus rótulos:

"Nadie sabía a ciencia cierta a aquellas alturas de la década de los cincuenta por qué se llamaba de la Paz", escribe Buendía en Extravíos, su libro de 1999, cuando ya los cabellos del protagonista de este reportaje recordaban tantísimo a la bandera de su calle. 

Ninguna placa recuerda a José Luis Buendía en la fachada del inmueble donde vio la luz primera, por entonces el número 16 de la calle Hervás (con la que hace esquina y que aún sobrevive oficialmente en los datos del Catastro) y, a día de hoy, el 1B de La Paz.

Edificio levantado en 2006 sobre el recuerdo del que vio nacer al profesor y escritor, donde las catas arqueológicas preceptivas localizaron una cuadra sotanera que arrojó "material cerámico de época medieval almohade" y "restos de una marmita, decoraciones con la mano de Fátima, y vidriados melados con chorreones de manganeso", según se expone en el Anuario Arqueológico de Andalucía de 2004, consultado por este periódico. 

Toda su vida recordó el escritor su pacífica calle, a la que gustaba regresar de vez en cuando en sus jaenerísimos itinerarios por la gastronomía de la capital del Santo Reino, adobada de cante y poesía en antológicas reuniones conformadas, entre otros cabales, por el letrista pegalajareño Francisco Almagro, su entrañable amigo.  

Un lustro después de cerrar los ojos para siempre, José Luis Buendía (su figura y su obra) siguen destilando querencia a la Puerta de Santa Ana, a la Senda de los Huertos, al Camarín y su dédalo de callejones conventuales, a la música lorquiana de la Fuente Nueva.  

 Con su esposa, Tere, y sus dos hijos, María y Rafael, a principios de los 80. Foto cedida por la familia Buendía Luque.
Con su esposa, Tere, y sus dos hijos, María y Rafael, a principios de los 80. Foto cedida por la familia Buendía Luque.

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