¿La única calle del mundo dedicada a una camarera cofrade está en Jaén?

Desde el año 2018 el callejón del Camarín de Jesús está dedicado a María Dolores Torres Almazán, entrañable devota de Jesús, a quien sirvió durante décadas
Si esto pasase en otra ciudad, ¡lo que vacilarían sus habitantes por eso de ser pioneros en dedicar una calle a una camarera cofrade!
Sí, desde el mes de febrero del año 2018 el mapa urbano de la capital del Santo Reino puede presumir de contar con toda una calle rotulada con el nombre y los apellidos de una entrañable mujer cuyo mérito para hacerse acreedora a tal distinción (póstumamente, eso sí) fue precisamente ese, el de ejercer su devoción como servidora del veneradísimo Nazareno al que tantos llaman príncipe de Jaén, y hasta rey: María Dolores Torres Almazán.
Más de veinte años lo atendió como ayuda de cámara, o sea, camarera, en la Catedral primero y, después, en la vieja iglesia carmelitana de San José de los Descalzos, justo donde hace siete años su gracia ascendió a los rótulos azules que indican el inicio y el fin de la calle Camarín de Jesús.
"Una persona sencilla, una jiennense que ha sabido hacerse un hueco en los corazones de muchos por su comportamiento ejemplar, un nombre que nos recordará que podemos ser mejores y entre todos crear una sociedad más solidaria y respetuosa, comprometida con los más necesitados", dijo el alcalde Javier Márquez en el acto de descubrimiento de la placa, al que no faltó ni la Banda Municipal de Música, como en las grandes ocasiones.
UNA VIDA AL SERVICIO DE EL ABUELO
Con el segundo apellido que heredó de sus ancestros no era de extrañar que Lolilla (así era conocida entre sus más cercanos) mostrase una clarísima querencia hacia El Abuelo; no en vano, por sus venas corría sangre de los propietarios de la legendaria casería de Jesús, tradicionalmente vinculada a los orígenes de la querida imagen.
Nacida en 1954, se hizo cofrade de la hermandad de la madrugada del Viernes Santo en 1979 (según consta en su archivo) y poco a poco logró ir aproximándose cada día más al anónimo anfitrión del antiguo convento frente a los míticos cantones, hasta convertirse en una más del cuerpo de camareras y, a la par, en una imprescindible de tan envidiado colectivo.
Su muerte sorprendió al universo cofrade local, que un día antes había podido verla (como tantas veces) disfrutando de la presencia de la Virgen de la Capilla en las calles jaeneras.
En un panteón reciente del cementerio de San Fernando (el 'nuevo' de toda la vida) descansa en paz la primera mujer camarera en dar nombre a una calle, al menos en Jaén capital (y posiblemente en el resto de España). Tan ilustre y, sin embargo, de tan sencillo recuerdo entre quienes la conocieron y apreciaron.
A modo de epitafio, lejos de su lápida y de la propia placa que la rememora cotidianamente a cuatro pasos de 'su' Jesús Nazareno, unos versos a ella dedicados campean sobre una blanquísima página (con vocación de mármol) de un libro de poesía cofrade: "Porque cuidaba de Ti, / lleva el nombre de Lolilla / la calle del Camarín".

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