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RIQUELME Y VARGAS, "LOS HIJOS DE DON LOPE"

Por Javier Cano - Agosto 31, 2024
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RIQUELME Y VARGAS, "LOS HIJOS DE DON LOPE"
Arturo Vargas-Machuca con la colección de Don Lope de Sosa. Foto: Javier Cano.

El trabajo de edición y de reedición de publicaciones históricas llevado a cabo por Elías Riquelme y Arturo Vargas-Machuca entre los años 80 y 90 del pasado siglo XX acercó a miles de jiennenses a la historia y la cultura provincial, a través de un proyecto empresarial que no fue ningún pelotazo pero que, a la larga, procuró  a sus promotores una 'rentabilidad' incontestable: la del prestigio  

Resulta curioso que cuando Antonio Almendros Soto (Jaén, 1907-1987, nieto del poeta Almendros Aguilar —Jódar, 1825-Jaén, 1904—) publicó su delicioso opúsculo Los hijos de Don Lope, (Córdoba, Cajasur, 1987) no lo hiciera en el catálogo bibliográfico de Riquelme y Vargas Ediciones.

Y es que, puestos a bautizar con tan honroso y 'cazabaniano' título, a ver quién podría regatearles a Elías Riquelme Ibáñez (Jaén, 1936-2019) y a Arturo Vargas-Machuca Caballero (Jaén, 1942) méritos suficientes como para colocarlos a la derecha de Alfredo Cazabán Laguna (Úbeda, 1870-Jaén, 1931) en el reino de la memoria jaenera, donde el cronista de cronistas sigue ocupando un trono indiscutible.

¿Por qué ellos, por qué un aplauso digital, desde las páginas de Lacontradejaén, a este alimón de editores de aquí cuyos apellidos remiten a uno de los pioneros del cine en España (el onubense Francisco Elías Riquelme, nacido en 1890 y fallecido en Barcelona en 1977), o a aquella entrañable empresa de transportes con sede en el hermoso edificio que Inocente Fe (Jaén, 1880-1968) se cuajó en la Carrera de Bernabé Soriano allá por 1921, con el apellido compuesto que todavía campea en su fachada y del que da cuenta nada más y nada menos que el mismísmo Cervantes en el Quijote, en su octavo capítulo? 

Porque gracias a su jaenerísima iniciativa compartida con el propio Cazabán (aquello de "laborar por la cultura") fueron, son y serán muchos los jiennenses que tuvieron, tienen y tendrán la posibilidad de acceder a una bibliografía de referencia para el estudio y el conocimiento del Santo Reino, a través de una labor de edición y reedición que recuperó desde la citada crónica mensual hasta Paisaje, la revista de Luis González López (Torrevieja, Alicante, 1889-Jaén, 1969)

Sin olvidar libros de culto en cualquier biblioteca de Jaén que se precie, entre ellos Castillos y atalayas del Reino de Jaén, obra coral de Francisco Cerezo y Juan Eslava de cuya publicación se cumplen, precisamente, tres décadas y un lustro en 2024; Andrés de Vandelvira de Fernando Chueca, un clásico de 1954 que el sello jaenés refrescó primorosamente cuarenta y un años después, o las encantadoras Escenas y costumbres de Jaén, de Rafael Ortega Sagrista, por citar solo tres títulos icónicos. 

Con estos mimbres toca hoy rendir modesto tributo a Riquelme y Vargas de la mano del superviviente del dúo, el arquitecto Vargas-Machuca, cuya capacidad de evocación y tesoro de vivencias (muchas de ellas inéditas y, en sus propias palabras, destinadas al secreto eterno) dan para varios reportajes. 

 Caseta de la editorial jiennense en una feria del libro. Foto cedida por Arturo Vargas-Machuca.
Caseta de la editorial jiennense en una feria del libro. Foto cedida por Arturo Vargas-Machuca.

UNA AMBICIOSA EMPRESA ENTRE AMIGOS

¿Cómo nació esta romántica editorial cien por cien Jaén? "Como pasan las cosas que no tienen mucho sentido", respondería Sabina en la línea del propio Arturo Vargas-Machuca Caballero:

"Un día, tomando algo, [Elías] me dijo de montar algo juntos; —"¡Tú no eres capaz de que reeditemos 'Don Lope de Sosa'!", me dijo, y yo, que si me dices eso de 'no eres capaz' ya me lo has dicho todo, le dije ''lo hacemos!", recuerda, y añade: "Yo me encargué de recabar originales, nos fuimos a la Sociedad Provincial de Artes Gráficas y vimos cómo hacerlo".

¿El sistema escogido para financiar la tirada? "No teníamos un duro, ¡dónde íbamos!", rememora el editor, que apostilla: "Ofrecimos a la gente un número de suscriptor, que luego aparecería en los ejemplares, y con lo que recogíamos de las suscripciones del primer tomo íbamos preparando el segundo, y así".

Quienes disfrutan actualmente de la colección completa de la crónica de Cazabán (que abarca desde 1913 hasta 1930) pueden dar fe de ese colofón que indica una tirada de mil ejemplares numerados. 

Para entonces el sello llevaba ya algunos años funcionando, y aunque (así lo certifica Vargas-Machuca) la intención que justificó el nacimiento de la empresa era claro como la luz del mediodía (la reedición facsímil de Don Lope), no fue este el título que inauguró sus colecciones: 

"Conseguimos muchos suscriptores. unos amigos nos dejaron los locales y en esas apareció alguien de La Carolina proponiéndonos editar el libro Por trescientos reales (de R. A. Kaltofen), sobre cómo se compraron los terrenos del municipio. Lo hicimos y ese fue nuestro primer libro".

Sin embargo, el sueño de ambos era recuperar la obra de Cazabán, un proyecto acariciado desde años atrás en el que volcaron lo mejor de sí mismos: 

"Cuando tenía menos de diez años debía de ser bastante inquieto, raro era cuando por el Pósito no estaba haciendo de las mías con las farolas, y mi padre se planteó cómo quitarme de la calle, cómo evitar tanta denuncia tras denuncia", rememora el arquitecto. 

Según expone a este periódico, su progenitor, consciente de la afición al dibujo que profesaba el pequeño, le ofreció apuntarlo a las clases de La Económica, que si bien no lo apartaron del todo del callejerío sí sembraron en él nuevas inquietudes.

"Me hicieron un carné para la hemeroteca y allí me iba a coger tebeos y periódicos; una de las veces, mira por dónde, cae a mi lado un señor con un Don Lope de Sosa. —'¿Ese libro cómo es?', le pregunté. —'¿Tú no lo conoces?', me dijo, muy simpático. El libro estaba abierto por una página donde aparecía la misma casa donde estaba el despacho central de la Renfe, mi casa. Desde entonces empecé y he ido coleccionando sueltos, de los antiguos, tengo varios originales", comenta. 

Así nació su apego a la principal obra de Cazabán: bastantes décadas después, en 1970, Vargas-Machuca podía presumir, ya, de contar con la colección completa. Y, ¿por qué Don Lope y no otra publicación, qué les atraía tanto de esa revista como para entregarse a su reedición hasta ver su anhelo hecho realidad? 

"Cazabán tiene una frase, laborar por la cultura, y dije: —'Elías, si hacemos algo tiene que ser eso, para laborar por la cultura". Dicho y hecho. 

"Debemos por último ponderar la idea de realización que don Elías Riquelme Ibáñez y don Arturo Vargas-Machuca Caballero han tenido de proporcionar por medio de esta edición facsímil, 52 años después de la triste desaparición de la revista, la oportunidad de conocer, tener, disfrutar esta colección. Idea feliz y felicitaciones para ellos, deseándoles tenga el éxito que el interés puesto por ellos y la revista merecen", salió de los labios de Luis Coronas Tejada en el acto de presentación celebrado en los salones del ensolerado instituto Virgen del Carmen, en un acto en el que también participó el profesor Alfonso Sancho

Volvía a tocar luz, así, una obra que como escribió el ubetense Juan Pasquau (1918-Madrid, 1978), rebasó "un cometido de puro cabotaje (así fue siempre el cometido de las publicaciones provinciales) y su velamen alcanza el prestigio de una consideración y atención nacional". Y salía a la calle otra vez con todas las bendiciones, incluso las de quien fuera, en la última década de Don Lope, su secretaria de redacción, Elvira Cazabán Náger, hija del prócer: 

"Tuvimos la cortesía de pedirle autorización y solo puso una condición, que no se retocara, que no saliera una nueva revista Don Lope". Así lo hicieron, certifica el 50% del dueto editorial. 

 El librero y editor Elías Riquelme. Foto cedida por Arturo Vargas-Machuca.
El librero y editor Elías Riquelme. Foto cedida por Arturo Vargas-Machuca.

ELÍAS RIQUELME

Para su compañero de aventura no tiene el reportajeado más que buenas palabras: "Elías era un personaje muy difícil de definir, pero de gran generosidad. Para mí era el mejor librero de Jaén, tenía clarividencia, saber estar", asegura.

Hombre inquieto, trabajó en la conocida Papelería Cruz muchos años, aunque también hay quien lo recuerda en su faceta de farandulero, que él mismo atribuía a unos orígenes circenses en tierras argentinas.

Emparentado con el director de la primera película sonora en España (El misterio de la Puerta del Sol, de 1929), en Jaén montó su propio establecimiento en el Paseo de la Estación, una librería que rotuló con la literaria denominación comercial de Don Quijote, cuyos interiores decoró el propio Vargas-Machuca.

Posteriormente los amigos del alma crearían Ateneo, aquella librería del Gran Eje, 29 (primero), más tarde trasladada a Doctor García Jiménez, 5 que amplió el dúo a trío, con la incorporación de Carlos Espinilla Lavín. Era el año 1990 y permanecería abierta, en ambas sedes, más o menos hasta comienzos del siglo XXI.

A MODO DE BALANCE

Cosas de antaño (otro de los títulos de Cazabán), Historia antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, de Ximénez Patón; la referencial Nobleza de Andalucía, con la firma de Argote de Molina; poesía, narrativa...

Y, por supuesto, Paisaje, que entre 1944 y 1966 recogió en sus páginas la crónica provincial de manos del sucesor de don Alfredo, el ya citado torrevejense González López.

Si hubiera que hacer balance, ¿qué supuso para Riquelme y Vargas, económicamente hablando, su empresa editorial? "Yo decía: '¿Debemos algo?, no; ¿nos deben?, no'. No fue un pelotazo, no era esa nuestra idea. De hecho, cuando hicimos Paisaje ya teníamos una gran lista de suscriptores, y eso nos facilitó mucho las cosas", confiesa Vargas-Machuca. 

Veintiún años después de la edición del último libro del sello, Visión desde las nubes (de José Montoro Alcántara), el coprotagonista de este reportaje añade:

"La verdad es que tampoco hablábamos nunca de eso, de rentabilidad; disfrutábamos cuando alguien nos comentaba lo fenómeno que era haber reeditado esos libros y nos quedó la satisfacción de haber laborado por la cultura, de haber facilitado el acceso a la cultura a muchísima gente de Jaén, sin haber hecho tampoco nada del otro mundo por nuestra parte. Eso, para mí, es lo que me hace sentirme bien pagado", concluye. 

 Portada del clásico de Ortega Sagrista publicado por Riquelme y Vargas. Foto: Javier Cano.
Portada del clásico de Ortega Sagrista publicado por Riquelme y Vargas. Foto: Javier Cano.

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