
UNA VIDA MARCADA POR LA MÚSICA
Madrileña de nacimiento pero ubetense de adopción, empresaria, feminista comprometida y reconocida, creativa, educadora..., la auténtica vocación de Adela Torralba Muñoz es sacar lo mejor de cada instrumento, una pasión que actualmente lleva hasta los oídos de los más pequeños de la guardería suiza donde ejerce su trabajo
Una 'kita' (con q, eso sí) es con lo que más de un Ayuntamiento sueña para aliviar su maltrecha situación económica, pero en Suiza no. Allí, en el país del chocolate, una kita (así, con k) es lo que aquí se llama una guardería, una escuela infantil. Y en una (denominada Purzelbaum, para más señas) se gana la vida, encantada de hacerlo, Adela Torralba.
Madrileña de nacimiento, con solo seis meses de existencia recaló en Úbeda "por accidente" (en sus propias palabras) y convirtió la ciudad renacentista en su patria chica, a la que adoró, adora y (afirma) seguirá adorando para los restos.
"Sigo mucho las páginas de Facebook, y no hace tanto que fui, hace un par de años, porque quería que mis hijas conocieran la ciudad, mi colegio (San Pablo, en cuyo coro yo cantaba); y me hizo mucha ilusión encontrarme con uno de los párrocos, los hermanos Barredo, concretamente con don Antonio, que ya está muy mayor, fue muy bonito", comenta, emocionada, a Lacontradejaén.
Desde 2010 reside en el mismísimo Zúrich, pero su cuaderno de viajes lo abrió mucho antes, vaya que sí: primero en la capital del mar de olivos, donde empezó una carrera (Psicología) que a trancas y barrancas ha querido recuperar una y otra vez pero que no, de la que al final no tendrá el título.
Luego a Valencia, donde descubrió y estudió la danza, la música y el canto (donde abrió la luz al mundo, diría el gran Andrés Segovia) y (ahora sí) se tituló en sendas disciplinas. Después a Madrid, por amor, y finalmente a la que es considerada la ciudad más grande de Suiza, por cuestiones profesionales.
Y es que Adela ha sido siempre una mujer muy emprendedora. Con estos mimbres, creó una empresa dedicada a la fabricación y venta de copas menstruales, Naturcup, con una filosofía muy particular, centrada en la exportación y el surtido a comercios de proximidad.
Un negocio viento en popa que, sin embargo, tuvo que echar el cierre en 2024: "La crisis pospandemia nos lo puso puso cuesta arriba, dejamos de exportar a Colombia (porque es que ya no podían comprarnos) y las pequeñas tiendas a las que surtíamos; fue insostenible. Con mucha pena cerré, pero se me iba la salud".
Y tanto, como que el paso no resultó tan fácil: "He vivido unos años horribles, cerré la empresa en 2024, pero desde 2022 he estado trabajando sin cobrar, para poder pagar a mis empleadas y todos los gastos", aclara. Posteriormente (comenta) fundó otra empresa similar con una nutricionista española, pero...
"Daba charlas a mujeres sobre cómo afecta el ciclo menstrual a nuestro día a día, el estrés que conlleva... Empezó a funcionar bien pero requería mucho trabajo y ya no tenía ganas de emprender, estaba todavía de duelo por mi empresa y lo dejamos".
Menos mal que, al final del túnel, la esperaba la luz: "Los niños son mi pasión", sentencia, y con ellos hace lo que más le gusta: música.
Madre de dos hijas y tutora de una sobrina, cada mañana coge el tren que la lleva desde Zúrich hasta el cercano pueblo de Männedorf con la misma ilusión que cuando llegó al país de los relojes buenos: "Es un viaje de veinte minutos bordeando el lago; doy gracias a Dios todos los días, es un regalo, esos paisajes...".
En continuo perfeccionamiento del idioma alemán, Torralba Muñoz sigue disfrutando mientras hace música con su esposo, ella a la guitarra y él al enigmático didyeridú, aunque las actuaciones, estos últimos años, se han visto afectadas por su situación personal. Eso sí, no perdonan la ocasión: "En Navidades siempre cojo la guitarra, Luna toca el violín, Alma el piano, Luis el didyedirú y hacemos música en familia, desempolvo villancicos del coro de San Pablo y Luis de los que cantaba en su pueblo, Arroyo del Ojanco, y hacemos música".
Un local que alguien ha abierto cerca de su casa tiene todas las papeletas de ser el escenario donde se podrá escuchar más pronto que tarde a Chandra, su grupo.
Entretanto, y lejos de apartarla de su vocación, encontrar trabajo en la kita ha sido una auténtica bendición. ¿Que por qué? "En la guardería, la música tiene mucha importancia. Llegué en octubre como ayuda, para diez días, en noviembre me propusieron una sustitución y ya me han dicho de quedarme para hacer formación allí mismo, en algo equivalente a Educación Infantil, tener la titulación que me permita seguir allí".
Adela continúa: "Me han hecho responsable de las actividades de música, movimiento y teatro, y ya he propuesto a mi jefa un proyecto de estimulación musical temprana, procurando a los niños de entre cero y cuatro años una estimulación de las redes neuronales que se generan con la música".
Un proyecto en cuya elaboración trabaja y que implica al conservatorio de Zúrich, para que conozcan instrumentos, canciones... Lo tiene claro, y eso que su perdida Naturcup todavía le duele en el alma:
"Me gustaba mucho mi empresa, soy bastante feminista, activista, he luchado siempre por el reconocimiento de la educación menstrual, eso me lo permitía mi empresa, con las mujeres y las niñas, y me hacía muy feliz, pero ahora mismo estoy desarrollándome con los niños, que es algo que me fascina, y con la música, que es lo que me gusta". ¿Se puede pedir más?
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