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DE ALUMNA 'REMOLONA' A DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE

DE ALUMNA 'REMOLONA' A DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE

Por Javier Cano - Marzo 01, 2025
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La jiennense Ana Isabel Guzmán Morales ha hecho "de todo" antes de encontrar su verdadera vocación y convertirse en doctora en Historia del arte, tras un itinerario profesional de lo más variado

En El príncipe (su obra más célebre), sentencia Maquiavelo que vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse". Renacentista como él aunque la tira de años más joven y mucho menos encorsetada ideológicamente, Ana Isabel Guzmán Morales (Jaén, 1987) sabe lo que es dudar, sentirse incómoda, experimentar, buscar y, sobre todo, encontrar. 

Una aventura humanísima la de esta jaenera que que si al principio veía la muceta más remota que la Cochinchina, ha terminado superándose hasta encontrar no solo su auténtica vocación, sino el traje profesional a medida con el que andurrear por este mundo. 

Y todo después de (como ella misma asegura) haber "hecho de todo", o de muchas cosas al menos, que la vida laboral de esta doctora en Historia del arte es más entretenida que un tebeo. ¿Que no? Pasen y lean.

 Explicando obras de arte a un grupo. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.
Explicando obras de arte a un grupo. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.

"Cuando estudiaba en el instituto tuve un periodo de malestar, me iban regular los estudios y pensé que no servía yo para eso. Busqué trabajo, me apunté a una academia de peluquería, estuve trabajando por mi cuenta... En fin, muchas cosas, he hecho de todo, desde pinchar música, organizar conciertos o trabajar en restaurantes de cómida rápida hasta cualquier cosa que saliera".

Así enumera Guzmán su personalísima hoja de servicios, que hasta hace nada y menos estaba poblada de copas, discos o peines y, ahora, huele a archivos, a aulas universitarias, a arte en mayúsculas:

"Repetí curso en Bachillerato e hice un parón, luego me metí en la Escuela de Arte José Nogué, para hacer el Bachillerato de Artes, y luego lo retomé en Letras Puras. Tenía claro en esos momentos que quería algo relacionado con la creatividad, con el arte, y fíjate, ahora soy doctora y doy clases a los alumnos en la Universidad", comenta.

Sí, una suerte de brevísimo resumen de toda una vida que, desde luego, experiencias no le ha ahorrado. Pero, ¿quién es Ana Isabel Guzmán Morales?

MUJER INQUIETA

La inquietud hace sugestivo el pensamiento humano, o eso aseguró France, el gran escritor galo de finales del XIX y el primer cuarto del XX, y esa virtud le es de todo menos ajena a la protagonista de Lacontra de hoy sábado. Ajena, sí, y desde bien pronto, que en cuanto empezó a tener las cosas claras adquirió conciencia de que lo suyo era moverse:

"Estaba deseando irme de Jaén, cuando era adolescente echaba de menos otro ambiente, otros bares, una oferta cultural diferente, con más posibilidades para moverte en el arte, la música, que hubiera otras alternativas distintas a las de Jaén, más amplias, con más oferta", afirma, y apostilla: "Aunque en Jaén también lo he pasado muy bien".

Y se fue a Granada, bellísima ciudad de la que se siente algo así como hija adoptiva: "Tuvo que ver también con la crisis, el trabajo estaba fatal, los jefes no hacían contratos, unas condiciones terribles, imposible independizarte y encontrar algo medianamente bueno. Para estar pasando fatigas con jefes que no te respetan ni te pagan bien, me busco trabajo por mi cuenta y me saco el Bachillerato, a ver si la cosa mejora", pensó, y como la protagonista de la canción de Perales, cogió sus cosas y se puso a navegar camino de la urbe nazarí. 

"Estuve trabajando de peluquera por mi cuenta, terminaba de dar clase y me iba a casa a cortar el pelo, a teñir... Me saqué el título, mi idea loca era hacer dinero y trabajar en Londres, por ejemplo, en una peluquería supercreativa, pero luego la vida te pone los pies en el suelo", evoca, y añade:

"He pinchado música en Granada, con discos de vinilo, que soy coleccionista, en pubs y discotecas; me iba sacando lo que podía y me saqué los estudios. Cuando acabé pensé en hacer la Selectividad, a ver qué tal; salió muy bien, me metí en la Universidad y nada... Creí que eso se podía torcer, porque había otro nivel de exigencia, pero fue todo muy bien. Conseguí becas de investigación para poder pagarme las matrículas, sino no podría haber estudiado, lo tengo clarísimo". 

Primera historiadora del arte de su familia, no lo duda sin embargo si se trata de encontrar el origen de su espíritu creativo y su perfil cultural: 

"Mi padre es comercial y mi madre, profesora de colegio de siempre, pero la cultura y el arte me han atraído siempre muchísimo, mis padres siempre me han puesto un libro en la mano; ¡cuando llegaba la feria del libro, cuando yo era pequeña, mis padres se echaban a temblar! He visto muchísimo cines, mi abuelo me llevaba de pequeña al Museo Provincial de Jaén... Todo eso, cuando llegué a la Universidad, lo noté, noté esa mochila que yo llevaba y que me habían proporcionado mi propio interés y mi familia".

Con estos mimbres, el doctorado bajo el brazo desde hace apenas unos meses (con una aún inédita tesis sobre ilustradoras españolas de literatura y prensa entre 1850-1931) y un máster de primer nivel, realizado en Madrid, comenzó a trabajar en galerías de la villa y corte, en la Biblioteca Nacional, el Museo del Prado o el Reina Sofía, siguió organizando conciertos en la capital, impartió clases, comisarió exposiciones... Y, como Miguel Ríos, volvió a Granada. 

"Mi situación ahora es la de muchísimos jóvenes doctores: terminamos el doctorado y nos encontramos con que tienes que pelearte por una plaza, que hay mucha competencia, que hay que seguir trabajando, escribiendo y publicando aunque estés en paro; la Universidad está muy cotizada y tienes que esperar que salga una plaza, coger sustituciones... Ahora estoy en ese momento amargo, ¡pero como había estado peor antes!", exclama. 

 Impartiendo una conferencia. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.
Impartiendo una conferencia. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.

¿Y JAÉN?

Asentada en su vocación y con el pensamiento apuntando hacia un futuro lo más inmediato posible, que le permita dedicarse en cuerpo y alma a la investigación y la docencia, a Ana Isabel Guzmán Morales le ha ido cambiando aquella impresión primera que tenía de su patria chica.

Un proceso del que es más que consciente y que, a estas alturas de la película, le permite analizar de forma más racional que visceral ese deseo (común a tanta gente) de poner tierra entre sus pies y el suelo que pisó por vez primera.

"Cuando eres adolescente, a veces no terminas de encajar muy bien en tu entorno, por gustos y otras cosas, y se dice aquello de que pueblo pequeño, infierno grande; te cuesta desarrollarte allí, pero creo que sí, que con el tiempo me he reconciliado con Jaén; cuando vuelvo disfruto muchísimo, y me encanta llevar a gente a que vea los museos, los pueblos, la Catedral, ir al Gorrión me encanta, me parece un lugar mágico; tiro fotos, disfruto de mi familia...", dice, y lo complementa:

"Aquella visión ha cambiado, ya no me siento en una encerrona, me siento más libre a la hora de moverme. Cuando vives en casa de tus padres y eres adolescente y te ves allí... No es que tuviera rechazo a Jaén, pero me sentía un poquillo atrapada. Además volver de vez en cuando no es como vivir aquí todos los días".

Así es, así vive y así piensa esta mujer a la que raramente se la verá en una peluquería (para eso se sacó su título y va de punta en blanco sin tener que gastar ni un euro), pero que promete dar mucho que hablar sobre lo mucho y lo bueno que Jaén (también en el ámbito de la historia del arte) regala al mundo. 

 A la derecha, la protagonista de este reportaje. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.
 A la derecha, la protagonista de este reportaje. Foto cedida por Ana Isabel Guzmán.

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