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CARMELO PALOMINO: 25 AÑOS DE INMORTALIDAD

CARMELO PALOMINO: 25 AÑOS DE INMORTALIDAD

Por Javier Cano - Febrero 15, 2025
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Vivísimo en la memoria sentimental y artística de su tierra natal, Lacontradejaén recuerda hoy al legendario pintor jiennense de la mano de su hijo, un cuarto de siglo después de su pérdida 

Hubo quienes nada más morir Carmelo Palomino Kayser (Jaén, 1952-Granada, 2000) se batieron el cobre para desalojar también de los aledaños de la vida del mito a algunos de sus amigos y compañeros más queridos, en una suerte de absurda depuración que, como toda venganza que se precie, es siempre el débil placer de una mente pequeña y estrecha (Juvenal lo escribió y Einstein, la tira de tiempo después, lo rubricó).

De ahí que este periódico madrugue para (antes de que lo hagan los autodepositarios de su memoria) recordar públicamente al artista el año que se cumple un cuarto de siglo de su pérdida, aquel 5 de abril que dejó a la Ciudad del Lagarto huérfana de uno de sus más legendarios personajes. 

Hoy, de la mano del impagable y generoso testimonio de Rafael Palomino Barberán, único hijo del pintor, Lacontradejaén lo evoca y lo rescata de esa querencia a las tablas del olvido que esta ciudad derrocha a espuertas. 

 Carmelo crea sobre una mesa de la legendaria Taberna Gorrión. Foto cedida por Rafael Palomino Barberán.
Carmelo crea sobre una mesa de la legendaria Taberna Gorrión. Foto cedida por Rafael Palomino Barberán.

"UN PINTOR DE ARRIBA ABAJO"

"Cada vez que hablo con quien sea, siempre tiene una palabra que me lo recuerda; y nada más que eso, que lo recuerden un día y otro día, hace que para mí parezca que murió el año pasado, o ayer mismo".

Así evidencia Rafael Palomino Barberán la satisfacción que le produce comprobar cómo el rastro dejado por Carmelo Palomino Kayser sigue vivísimo en su patria chica, entre quienes lo conocieron o, simplemente, admiraron a rabiar. 

Y es que ser hijo de alguien que, ya en vida, olía a estatua le ha procurado experiencias únicas, inolvidables, y un primer tramo de su existencia (perdió a su padre con poco más de veinte años) para enmarcar, como los cuadros del protagonista de este reportaje. 

"Era especial, no era un padre al uso; yo iba por ahí e iba con un artista de la mano, todo me sabía diferente", explica, y apostilla: "Yo he tenido conciencia de que era un mito ya con el paso del tiempo, pero todo el mundo sabe que era pintor de arriba abajo, que no se dedicaba a otra cosa y luego pintaba; lo era veinticuatro horas al día, y eso es difícil de ver".

Palomino Barberán continúa: "Tengo muchas experiencias buenas, a mi padre lo he visto pintar en la servilleta de un bar, en lo alto de una barra..., íbamos a casa de un amigo, pedía un bolígrafo y le pintaba la cara calcada. Las experiencias que vives con alguien así, evidentemnte son diferentes y bonitas".

Nieto también del gran poeta Rafael Palomino Gutiérrez (a quien el pintor veneraba y dedicó el soberbio cartel del cuarto centenario de la Cofradía del Abuelo), el hijo del pintor cree que ni la figura ni la producción del artista han entrado todavía en las zarpas de la desmemoria, esa costumbre tan de aquí que, según Borges, es la auténtica, la única venganza:

"Años atrás he tenido yo que ser quien hiciera exposiciones, moviéndolo todo un poco con sus amigos, haciendo cosillas. Pero a él, cuando murió, le pusieron su calle, el museo adquirió dos cuadros... No ha perdido vigencia, porque a día de hoy me llama gente que quiere comprarme cuadros, y yo me quedo sorprendido, no espero que pase esto y que después de tanto tiempo se sigan interesando por su obra, incluso por conocer anécdotas suyas".

Una exposición que Rafael anuncia para el próximo mes de abril "promovida junto con la Asociación de Vecinos 'Arco del Consuelo' y en colaboración con la Diputación" será por ahora, en 2025, el único proyecto previsto para rendirle tributo: "Tendrá la novedad de que no serán obras de las que yo tengo y siempre me piden, habrá unas treinta pero no serán las de siempre", remarca el vástago de quien "vaya por donde vaya, sé que dejó su sello": Carmelo Palomino Kayser, más de Jaén que el 'ea'. 

 Junto al pintor Francisco Cerezo Moreno, en una exposición. Foto cedida por Rafael Palomino Barberán.
Junto al pintor Francisco Cerezo Moreno, en una exposición. Foto cedida por Rafael Palomino Barberán.

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