Cerrar Buscador

JOSÉ BARINGO: UN GRANDE ENTRE GRANDES, Y DE JAÉN

Por Javier Cano - Junio 22, 2024
Compartir en X @JavierC91311858
JOSÉ BARINGO: UN GRANDE ENTRE GRANDES, Y DE JAÉN
José Baringo (a la izquierda) junto a Juan Roig, presidente de Mercadona. Foto cedida por María Baringo.

La historia del fallecido emprendedor jiennense fundador de Pinchos Jovi hace ahora cincuenta años, una de las firmas punteras en su sector, que provee a grandes cadenas hosteleras y de alimentación en toda España

Hace justo una semana que el nombre de José Baringo León (1948-2023) resonaba entre aplausos de gratitud en el Camarín de El Abuelo, la devoción nazarena que durante décadas este jiennense emigrado a Valencia mantuvo intacta hasta el último momento de su vida y en la que volcó su generosidad a través de diferentes donaciones de esas que quitan el hipo. 

Años y años en los que, junto con su familia (levantina de cuna pero jaenizada por José), no le faltaron a Nuestro Padre Jesús de Jaén ni a la Dolorosa docenas y docenas de claveles para su procesión; desde 2019, precisamente la imagen de la Virgen preside el templo desde un dosel baldaquino donado por José; su esposa, María Vicenta Gómez, y sus tres hijos.

Y el pasado 15 de junio, la cofradía de la Madrugada presentaba públicamente el conjunto de delicadas vidrieras que ya hermosean el santuario, vitrales que, con palabras de Matisse, hacen sentir por medio del color, y una ofrenda llegada desde la Ciudad del Turia lo mismo que la cruz de la marquesa o las tallas del Cirineo y la Verónica, solo que más de un siglo después. 

Pero, ¿quién fue, mientras estuvo en este mundo, José Baringo León? ¿Qué privilegiada situación económica o qué actividad profesional le permitió disponer de los recursos suficientes como para parangonarse con el mismísimo capitán Lucas Martínez Frías (aquel que, a finales del siglo XVI, dejó en su testamento un capitalazo para que se le construyese capilla propia a Jesús de los Descalzos?) Lacontradejaén se lo cuenta. 

 El protagonista de La Contra (segundo por la izquierda) recibe un obsequio de la Cofradía del Abuelo en agradecimiento por la donación del dosel-baldaquino de la Virgen de los Dolores, en 2019. Foto cedida por María Baringo.
El protagonista de La Contra (segundo por la izquierda) recibe un obsequio de la Cofradía del Abuelo en agradecimiento por la donación del dosel-baldaquino de la Virgen de los Dolores, en 2019. Foto cedida por María Baringo.

UN EXITOSO EMPRESARIO HECHO A SÍ MISMO

Si la historia de un escritor es la historia de su estilo (o eso pensaba el controvertido Nabokov), la historia de un hombre es la historia de sus hechos; en eso, José Baringo León ha dejado en la memoria de los suyos un rastro de sencillez digno de un junco sin hojas, que es lo que el gran Dante asegura que merecen ceñirse los humildes. 

Y ello a pesar de ser todo un referente en su sector desde que hace ahora medio siglo, allá por 1974, creara junto con su esposa la primera de sus empresas: Pinchos Jovi, proveedora de grandes cadenas de hostelería y alimentación en toda España. Pero por partes, que su biografía no tiene desperdicio. 

"Nació en la calle Duque, muy cerquita de la Merced, donde fue bautizado y tomo la comunión", explica a este periódico María Vicenta Gómez, viuda del ilustre jaenés y compañera de vida durante las casi cinco décadas que duró su matrimonio, a punto de celebrar sus bodas de oro si la muerte no se hubiera llevado a José en 2023.

"Empezó a ponerse malo, no sabíamos qué le pasaba, fuimos a los médicos y fue cosa de un año. Le hicieron análisis y tenía cáncer, fue un año terrible", relata María Vicenta, cuyo segundo nombre conforma, junto con el de su esposo, el acrónimo con el que bautizaron su negocio inicial, Jovi. 

Entre aquel 1948 de remolona posguerra en la capital del Santo Reino y su último suspiro en Valencia, hay una apasionante biografía: la de un empresario de éxito, hecho a sí mismo, que jamás olvidó sus orígenes jaeneros, aquella calle Duque (la del mirador de la carretera de Circunvalación que, después de hoy, pide a gritos una placa conmemorativa. 

Hablando de orígenes... ¿Y ese apellido? ¡Porque muy de Jaén no suena! "Baringo es vasco, pero aunque José tenía un tío que se fue a Pamplona y tuvo hijos allí, el apellido no le viene de ahí, ya llevaban el apellido cuando se fueron", aclara María Vicenta, y apostilla: "Su familia era totalmente jiennense, los abuelos paternos de Jaén y de La Guardia y los maternos, también de Jaén".

 Foto de la primera comunión de José Baringo, en la iglesia jiennense de la Merced. Foto cedida por María Baringo.
Foto de la primera comunión de José Baringo, en la iglesia jiennense de la Merced. Foto cedida por María Baringo.

Época dura la de su nacimiento, que llevaría a los Baringo León a buscar horizontes más prometedores lejos de su patria chica: "Emigró a Valencia en los años cincuenta, porque en Jaén no había trabajo; a él se lo trajo un tío suyo, pero como sus padres tampoco tenían trabajo, se vinieron también", narra Gómez, que sitúa al progenitor de José en las penosas faenas de "la mina", primero, y de "echar alquitrán en las carreteras" más tarde. Al parecer, un accidente laboral dio al traste con su economía y los obligó a dejar Jaén camino de la emigración. 

Ya asentados en tierras levantinas y con solo quince años de edad (la misma que tenía Federico Madrazo cuando lo nombraron académico de Bellas Artes de San Fernando), Baringo debutaría en el mundo del empleo como camarero. Un destino profesional que no colmaba sus expectativas, compartidas ya por entonces con su media naranja (licencia valenciana pocas veces oportuna como en estas líneas), a la que conoció cuando ella trabajaba en una fábrica de muñecas: 

"Era muy inquieto y no quería ser camarero toda la vida", recuerda María Vicenta Gómez. ¡Vamos, que fue picapedrero antes que arquitecto, como el gran Palladio! Y con esa idea más que clara y un espíritu emprendedor a prueba de bombas, el matrimonio se lio la manta a la cabeza y "con mucho sacrificio", montaron un negocio "de aperitivos, productos cárnicos elaborados", que repartían a bares, restaurantes y al mercado central. Ese fue el germen de su particular imperio. Corría el año 1974.

"No teníamos medios económicos, y gracias a Dios, trabajando mucho, construimos una empresa con más de doscientos trabajadores". Lo del sacrificio no es un recurso, si se atiende a que, tras el día de su boda, ni luna de miel ni nada de nada. A currar se ha dicho. 

Y el pundonor (ese sustantivo que ya solo usan los cronistas taurinos) dio sus frutos: "La empresa se hizo muy grande, servíamos los nuggets y demás para McDonalds, Burger King, Mercadona...), explica María Baringo, una de los tres hijos del matrimonio. Precisamente en la fotografía que encabeza este reportaje se le puede ver, a las puertas de su empresa, junto con el presidente Juan Roig. 

Ella continúa vinculada a los consejos de administración de estas firmas pese a que la familia vendió, en 2017, tanto Pinchos Jovi como Avinatur ("una de las primeras empresas avícolas de España e interproveedor de pollo fresco de Mercadona", según la definición de más de un medio de comunicación económico), ubicada en Purullena (Granada); y Delibreads, tortillas de tipo mexicano y panes especiales a través de las marcas Delibreads, Delisun y Fillings. Sus hermanos, por su parte, navegan en el universo de las inversiones. 

Entre las curiosidades destacables de este relato un pelín árido, cabe resaltar la implantación progresiva del grupo empresarial (mientras estuvo en manos de la familia Baringo Gómez) en diferentes municipios valencianos, entre ellos Liria, donde precisamente falleció, en accidente, el maestro Emilio Cebrián allá por 1943. Dicho queda. 

 Junto a su esposa, María Vicenta Gómez, con la que compartió cincuenta años de matrimonio. Foto cedida por María Baringo.
Junto a su esposa, María Vicenta Gómez, con la que compartió cincuenta años de matrimonio. Foto cedida por María Baringo.

BECAS 'JOSÉ BARINGO' CONTRA EL CÁNCER DE PÁNCREAS

"Una vez fallecido mi padre decidimos crear una beca con su nombre, para no ver a tanta gente sufrir por el cáncer de páncreas. Son dos becas, para doctorado y predoctorado, y queremos que la medicina resultante de la investigación no se quede en el hospital de Pamplona, sino que se extrapole al resto de hospitales de España, que la gente que no tenga dinero para ello no muera por eso, que estén atendidos en los hospitales, en Oncología", expresa su hija, y añade: "Están probando una medicina que amplía un poco la esperanza de vida y su calidad".

O sea, que la herencia de los Baringo Gómez, al margen del ámbito patrimonial, ha encontrado en el ADN de la familia el mejor de los cauces, orientado no solo hacia el mar de olivos (como demuestra el párrafo anterior) pero con una indudable predilección por todo lo que huele a Jaén. 

Y como este reportaje trata de acercar a los lectores de Lacontradejaén la figura y la apasionante historia (ya se ha indicado líneas arriba) de José Baringo León, quede negro sobre blanco la huella de un paisano poco conocido para muchos pero que, desde la distancia impuesta por las circunstancias, militó siempre como jaenero comprometido, hasta el día mismo de su marcha. 

Un gran (y a la par modesto) benefactor que, como se puede leer al comienzo de estas páginas digitales, volcó una amplísima parte de su generosidad en corresponder a su principal devoción, Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Señor de los Descalzos, El Abuelo. 

No en vano era hijo de un antiguo promitente, de aquellos cuya promesa se pagaba y que inoculó en su vástago una querencia inquebrantable hacia la talla más querida por los jiennenses: "José lo vivió desde que nació. Jesús, para él, era especial", sentencia su viuda. 

Cofrade ensolerado, hizo hermanos también a su esposa e hijos, como evoca su hija María: "Todas las Semanas Santas íbamos a Jaén, incluso estando malos, íbamos", mientras define a su padre como un auténtico embajador nazareno: "Cuando íbamos, él compraba de todo en la tienda de la cofradía y lo llevaba allí donde iba, incluso en Londres hay clientes suyos que tienen cosas de Jesús".

En 2019, en uno de esos viajes a su geografía sentimental, José Baringo acudió al Camarín para recibir (contra su voluntad) el reconocimiento de la cofradía, por la donación del dosel baldaquino de la Virgen: "Vivió ese dia muy emocionado, llorando, con mucha emoción, y seguro de que no se lo merecía, decían que se habían pasado. Era muy humilde, muy sencillo".

Desde entonces, el nombre de José Baringo León y su familia forma parte del santuario de la Carrera de Jesús, tanto en la placa que recuerda su donación a los pies de la Dolorosa como, dentro de nada, en la que conmemorará el mismo gesto bajo las flamantes vidrieras salidas de los talleres valencianos Vitroval S. L., con diseño de la artista búlgara Silvia Tsocheva. 

En un futuro que desean no muy lejano, serán tres las inscripciones que rememoren al insigne jiennense: "Deseamos que que una parte de las cenizas de mi padre estén en el columbario de El Abuelo, cuando sea posible. ¡Ya está allá arriba con Él, pero dentro de poco estará también con Nuestro Padre Jesús!", con palabras de María Baringo. Libre ya del dolor del pensamiento, como el Cristo cadáver que poetiza Unamuno (que tampoco son palabras pochas. Vaya que no).  

 Con María, su hija. Foto cedida por María Baringo.
Con María, su hija. Foto cedida por María Baringo.

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK