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EL HÉROE ALADO DEL REAL JAÉN

EL HÉROE ALADO DEL REAL JAÉN

Por Javier Cano - Febrero 17, 2024
Compartir en X @JavierC91311858

Legendario guardameta del club blanco en la época de las grandes hazañas, la "seguridad", la "agilidad" y la "polivalencia" de García Ojeda bajo los palos hicieron del equipo uno de los menos goleados durante las temporadas que militó en sus filas 

No tiene calle en la capital, todo lo contrario que su fraternal amigo Arregui, cuya memoria permanece prácticamente intacta entre los jiennenses, futboleros y menos futboleros.

Pero son muchos los que dicen que sin él bajo los palos, quizás el Real Jaén CF jamás hubiera militado en la Primera División del fútbol español, con todo lo que aquella hazaña de principios de los años cincuenta del pasado siglo XX significó para la ciudad del Lagarto. 

Y como Lacontradejaén es amiga del refranero y ya saben...: "Cuando el río suena, agua lleva", o más hermoso todavía: "Algo tendrá el agua cuando la bendicen", este periódico abre sus oídos digitales a cuantos elogian la figura y obra del legendario guardameta para esbozar, en tinta electrónica sobre pantalla, el retrato deportivo y humano de este portero, hispalense de cuna pero más de aquí que un cantón. 

Y es que José García Ojeda, aunque nacido en Écija en 1925, acabó extendiendo su militancia realjaenista hasta metastatizar su cuerpo y su alma enteros de jaenerismo.

Aquí se casó, crio a sus tres hijos, logró sus mayores éxitos como cancerbero, se labró una honrada y próspera trayectoria profesional posterior como representante de Magefesa y de otras firmas (también en esto de los electrodomésticos coincidió con su 'hermano' Arregui) y hasta descansa en paz para los restos, convertido en ceniza entre la verde solería blanda del césped de La Victoria, el estadio heredero de aquel viejo campo donde tantas veces voló, literalmente:

"Te sorprendió el fotógrafo el momento / más bello de tu historia / deportiva, tumbándote en el viento / para evitar victoria, / y un ventalle de palmas te aireó gloria", escribió el también jiennense adoptivo Miguel Hernández en su Elegía al guardameta, como imposiblemente inspirado por la fotografía que abre este reportaje (cedida, como el resto, por Juan Carlos García-Ojeda Lombardo, segundo de los tres descendientes del protagonista).

 El cancerbero, primero por la izquierda en pie, en una de las míticas alineaciones del Real Jaén durante los años que permaneció en el equipo. Foto cedida por Juan Carlos García-Ojeda.
El cancerbero, primero por la izquierda en pie, en una de las míticas alineaciones del Real Jaén durante los años que permaneció en el equipo. Foto cedida por Juan Carlos García-Ojeda.
 

APUNTE BIOGRÁFICO

"Llegó al fútbol por necesidad, y como le gustaba mucho empezó a pelotear en el equipo de Écija, de momento lo vio un amigo y lo presentó para que fuera a jugar al Jerez, que fue su primer equipo, ya con ficha", explica su hijo. 

Por necesidad, sí, por muy paradójico que pueda sonar si se tiene en cuenta que no venía, precisamente, de una familia con necesidades.

Nieto de médico e hijo de un droguero farmacéutico, si no hubiera sido por la temprana muerte de sus padres cualquiera sabe qué derroteros habría tomado la vida de García Ojeda:

"Se quedó huérfano muy joven de padre y de madre muy pronto", apostilla el conocido abogado jiennense, y añade al respecto: "Cuando murió el padre, les pilló la guerra, eran niños huérfanos y se produjo una desbandada en la familia. Al año de morir el padre, murió la madre 'de pena', según me cuentan desde Écija. Murieron jóvenes, con cuarenta y tantos y treinta y pocos años respectivamente".

Entrando en materia deportiva, tras pasar por el Jerez fichó por la inmemorial Sociedad Olímpica Jiennense, en la que permaneció entre los años 1944 y 1947, en Tercera. Ochenta años se cumplen de ello en 2024.

De ahí al decano, el Recreativo de Huelva, prólogo de su paso por la Balompédica Linense, equipo con el que llegó a Segunda División y comenzó a escribir sus primeros grandes logros.

Los mismos que repetiría en Jaén ya en las filas del rebautizado Real Jaén CF, que encontró en Tercera y junto con Cerrillo y Arregui, entre otras leyendas, colocó en lo más alto del fútbol nacional: "Volvió de segundas con Luiqui, con Bomba, con Ayala, con Cabrera Bazán..., que subieron al equipo a Primera", aplaude Juan Carlos García-Ojeda Lombardo. 

Un momento glorioso que no solo encumbró al conjunto blanco y sus componentes, sino que redundó notablemente en la vida socioeconómica jaenera, como afirma el periodista deportivo Antonio Oliver a este periódico:

"En esos momentos, en el año 52-53, para una ciudad pequeña como Jaén tener un equipo en Primera División era algo muy importante. Venían gentes del fútbol aquí como si hoy viniera Zidane. Socialmente el fútbol ha sido siempre lo que vertebra a nivel provincial y local, y facilita las comunicaciones, que no es poco. Gente de Santiago de la Espada, Beas o Pontones, si no es porque su equipo viene a jugar a Porcuna, no hubiera visto nunca la Casa de Piedra, por poner un ejemplo". 

Y el hijo del guardamenta sentencia: "Para una ciudad de cincuenta mil habitantes a mediados del XX, como era Jaén, desconocida para todo el mundo, que un equipo de Tercera fuera el más goleador y el menos goleado y subiera a Segunda y de ahí a Primera, supuso lo que supuso. Se quedaban cientos de personas, los domingos, sin poder entrar al estadio, mareas humanas de provincias cercanas que venían a ver al Jaén". 

"¡Qué tiempos!", dirá más de un lector. Hasta el año 53 estuvo José García Ojeda bajo los palos del equipo jiennense, del que salió para ser probado en el FC Barcelona. Recaló en el Córdoba y, tras dos temporadas, se enroló en el España de Tánger: "Ahí es donde mi padre decía que habia ganado dinero", evoca su hijo. Y llegó al Cádiz, su último club. 

 García Ojeda (sentado en primer plano), con Cerrillo y Luiqui, entre otros. Foto cedida por Juan Carlos García-Ojeda.
García Ojeda (sentado en primer plano), con Cerrillo y Luiqui, entre otros. Foto cedida por Juan Carlos García-Ojeda.

JIENNENSE DE ADOPCIÓN

Antes de todo eso, en su primer contacto con Jaén, un bien parecido José García Ojeda había conquistado el corazón de Consuelo Lombardo Casado, con la que se casaría a finales de los cuarenta y tendría a sus tres hijos. 

"Ella era de Tetuán, hija de militar destinado en los regulares de África". Ella se lo llevó, pese a que, al parecer, el guardameta hacía beber los vientos por él a muchas féminas de la época con la misma facilidad con la que detenía penaltis.

"Me contaba Pepe Vica que las niñas de jaén estaban enamoradas de mi padre y le cantaban canciones: 'Mamá futbolista quiero ser del equipo García Ojeda, que juega muy bien', o 'Las niñas de Jaén se han comprado bicicleta para ir a ver jugar al guapo de García Ojeda", canturrea su hijo con clara conciencia de que lo suyo es el Derecho, no el mundo de la canción. 

Un matrimonio largo y bien avenido que solo al que solo la muerte le sacó tarjeta roja en 2008, con la marcha de Consuelo. Cinco años después, aquel "guardameta en el polvo, / pararrayos" (como Alberti exaltó al cancerbero húngaro Platko) se sentaba en el banquillo de la eternidad. 

 Con Consuelo, su esposa, en 1983. Foto cedida por Juan Carlos García Ojeda.
Con Consuelo, su esposa, en 1983. Foto cedida por Juan Carlos García Ojeda.

¿UNA CALLE EN JAÉN?

Dice Antonio Oliver que le apasiona la figura de los porteros: ¿que por qué? :"Son la negación de lo fundamental del futtbol, que es el gol; ellos se lo niegan al contrario (aunque algunos marcan goles). A todos los que les hablo les pregunto si es obligatorio estar locos para ser porteros, y no es que estén locos, es que son diferentes".

El prestigioso periodista desarrolla esta idea: "Andan solos, juegan con la mano, tienen la defensa de espaldas a ellos...".

Con estos mimbres parece lógico que, a la hora de los parabienes, delanteros, centrales o defensas se lleven la palma en eso de acumular honores. Ahí está el ejemplo, ya citado, del recordado Arregui, y el propio hijo de García Ojeda así lo corrobora:

"Mi padre no metía goles, los paraba; era el anticlímax del fútbol. A los porteros es muy difícil que les den el Balón de oro, no recuerdo a ninguno. Solamente el gesto de John Huston en Evasión o victoria, que en vez de terminar con un gol termina con un portero parando un penalti". 

Yashin, popularmente conocido como 'la araña negra', es el único guardameta galardonado con la preciada distinción que parece destinada, regularmente, a quienes no gastan guantes. Fue en el 63. Ya ha llovido. Y eso que no han faltado (ni faltan) porteros con méritos y habilidades suficientes para ello, con actitudes como las que, según Oliver, derrochaba García Ojeda:

"Por lo que pude averiguar cuando le hice un reportaje, era muy seguro y multidisciplinar. Iba bien por alto y por bajo. Sin una estatura excesivamente grande, esto le permitía ser muy ágil, un buen salto y transmitir seguridad. Manejaba todos los lenguajes de la portería".

La cuestión es que, a fuerza de talento, el protagonista de este reportaje se ganó un sitio (y grande) en la historia deportiva de Jaén que, como el resto de la mayoría de aquellos compañeros a los que continuó añorando hasta el final de sus días, no ha encontrado eco con olor a tributo en la tierra en la que dieron lo mejor de sí mismos.

"Era tan conocido en Jaén, que yo, García Lombardo, tuve que cambiar el apellido y unir con un guion el García y el Ojeda, porque todo el mundo me llamaba Ojeda, ¡hasta en las actas de los juicios ponían Juan Carlos Ojeda Lombardo! Él tenía esa vitola de futbolista mítico", indica Juan Carlos.  

Al hilo de esa fama, a alguien se le ocurrió que dedicarle una calle en la ciudad sería un homenaje más que merecido. Una propuesta que la familia recibió con satisfacción pero que (aseguran), a día de hoy debe de andar por otras dimensiones de la realidad:

"Me pareció extraordinario que se recuperara a ese grupo de héroes que cogieron un equipo perdido en las divisiones más bajas del fútbol y lo subieron a Primera. A mí me encantaría, es un acto de justicia. La renta per cápita de Jaén subió (eso está descrito por economistas y estudiosos) por mor del fútbol, y eso lo hizo un grupo de héroes. Probablemente haya habido después mejores porteros que mi padre y mejores futbolistas, pero no con la capacidad de generar lo que generó ese grupo", reivindica.

Poético hasta la médula, Antonio Oliver lo suscribe: "La ciudad es grande y creo que a la hora de valorar méritos es fundamental valorar también la capacidad de una persona de hacer feliz a la gente. Esta gente, Cerrillo, Ojeda, Arregui..., en algún momento y sobre todo el año del ascenso, hicieron felices a miles de personas".

Y concluye: En algunos sitios se ha dado la iniciativa de un barrio nuevo con zonas dedicadas a maestros importantes de la ciudad, o a artistas. Podría tomarse la iniciativa de coger diez o doce calles y ponerles esos nombres, que son bastantes claros por su aportación".

Según el periodista, "mucha gente que vivió esos años y sigue viva, si ven una calle con el nombre de García Ojeda, les traerá recuerdos y emociones. Sería mantener viva una parte de la historia de la ciudad".

Lo tiene claro no, lo siguiente: "Tras conocer a José, humanamente creo que también merece este reconocimiento. Las ciudades tienen que ser generosas con quienes aportan alegría, y si el deporte no sirve para hacer feliz a la gente, es que no sirve para nada". En plena Cuaresma, unas últimas palabras que suenan como un cofrae "ahí quedó".

 Con su hijo Juan Carlos y dos de sus nietos, en una imagen de 1993. Foto cedida por Juan Carlos García Ojeda.
Con su hijo Juan Carlos y dos de sus nietos, en una imagen de 1993. Foto cedida por Juan Carlos García Ojeda.

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