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UN JIENNENSE 'SUPREMO': RAFAEL DE MENDIZÁBAL

Por Javier Cano - Octubre 25, 2025
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UN JIENNENSE 'SUPREMO': RAFAEL DE MENDIZÁBAL
Acompañado de sus padres, Federico de Mendizábal y Teresa Sanz. Foto: Archivo de Javier Cano.

En 2023 fallecía quien, además de ser hijo del autor del Himno de Jaén, podía presumir igualmente de un currículo académico y profesional apabullante. Nacido en la capital del Santo Reino en 1927, Lacontradejaén evoca hoy la figura y la trayectoria de otro de esos insignes sin calle en la ciudad pese a su trascendencia sociopolítica

Poeta, sí, acaso uno de los títulos por el que es menos conocido, difuminado como quedó en su impresionante currículo, copado de honores, cargos jurídicos y políticos de primer orden, licenciaturas y doctorados (ordinarios y honoris causa), condecoraciones, iniciativas...

Se llamaba Rafael de Mendizábal Allende y (también presumía de eso) era de Jaén, de la calle Salido (donde vio la luz primera) y de la cuesta de la Alcantarilla (en la que vivió hasta los ocho años de edad, cuando dejó su patria chica camino del Madrid de sus padres, ilustres como él).

 Foto de familia en la que aparecen, sentados, el abuelo de Rafael, con este y su hermana y de pie, la abuela, Federico de Mendizábal y su esposa. Foto: Archivo de Javier Cano.
Foto de familia en la que aparecen, sentados, el abuelo de Rafael, con este y su hermana y de pie, la abuela, Federico de Mendizábal y su esposa. Foto: Archivo de Javier Cano.

Ahí está la figura de su progenitor, Federico de Mendizábal y García-Lavín, escritor, secretario general de Hacienda en la ciudad del Santo Rostro allá por la década de los años 20, cuando todavía no se había construido siquiera el edificio actual del fisco que terminó partiendo en dos la antigua Plaza del Mercado, nunca recuperada de aquel doloroso trance.

Un destino laboral al que, como aclara Teresa de Mendizábal Sanz, nieta del autor del Himno de Jaén e hija del protagonista de este reportaje, llegó de forma totalmente casual: "Tanto mi abuelo como mi abuela estudiaron unas oposiciones para Hacienda; a ella le tocó en Jaén y a él en Almería, pero por derecho de consorte le permitieron a Federico trasladarse a Jaén". A este mar de olivos que para ellos sería, además, la mar de fructífero.

Y es que aquí les nacieron sus dos criaturas, Rafael (en 1927) y Blanca (cinco años antes y fallecida en 2007), que dieron subtítulo a aquel precioso y jaenerísimo poemario de Federico de Mendizábal que es Por la senda de los Huertos (tierra de mis hijos). Aquí vivieron hasta 1935, en un ambiente fraterno y propicio a la creatividad que derivó, verbigracia, en la conocida amistad entre don Federico y el maestro Cebrián, fruto de la cual alumbrarían más de una maravilla. 

Pero hoy toca centrarse en el perfil, excelentísimo, del mayor de los vástagos del matrimonio De Mendizábal Allende, en Rafael, y qué mejor forma de presentarlo a los lectores de este periódico que enumerando sus principales méritos. Prepárense, que no son pocos. 

 Uno de los libros publicados por el jiennense a lo largo de su dilatada vida.
Uno de los libros publicados por el jiennense a lo largo de su dilatada vida.

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Complutense, doctor en Derecho por la madrileña Universidad Central, magistrado del Tribunal Constitucional y del Supremo (cuya Sala Tercera presidió), impulsor y primer presidente de la Audiencia Nacional, consejero del Tribunal de Cuentas, director general de Justicia y subsecretario de esta área, así como de Educación y Ciencia (bajo cuya etapa se creó el Colegio Universitario jaenés), juez 'ad hoc' del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, vocal permanente de la Comisión General de Codificación... ¿Cómo van? Pues hay más. 

Doctor honoris causa por la Universidad Benito Juárez de Oaxaca (México), secretario general de Promoción de Sahara, académico numerario de la Real de Jurisprudencia y Legislación, autor de la hoja de ruta para el reconocimiento del Partido Comunista en 1977, asesor del primer presidente y del Gobierno de la República de Guinea Ecuatorial...

Poseyó las grandes cruces de Isabel la Católica, del Mérito Civil, de San Raimundo de Peñafort, de Alfonso X el Sabio, del Mérito Militar y del Aeronáutico con distintivo blanco, la de Cisneros y la de Malta y fue gran oficial de la Orden de África, cruz al Mérito Policial con distintivo rojo, cruz Interaliada de la Victoria 1939-1945 de la Internacional Federation of Allied Ex Service Men, medalla de la Orden del Mérito Constitucional...

En la última etapa de su existencia y hasta su muerte, a sus intensos y vividos noventa y cinco inviernos, presidió asimismo la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE).

 Dos jovencísimos Blanca y Rafael de Mendizábal. Foto: Archivo de Javier Cano.
Dos jovencísimos Blanca y Rafael de Mendizábal. Foto: Archivo de Javier Cano.

A tan innumerable trayectoria se suman el Premio Nacional de Periodismo África, el Premio Nacional de Urbanismo, el Scévola a la Calidad y Ética en el ejercicio de la Abogacía o el Miguel Moya 2010 de la Asociación de la Prensa de Madrid, y un buen puñado de artículos en prestigiosas publicaciones y de libros que abarcan desde el ensayo hasta las memorias, historia jurídica. Casi de todo menos poesía, y eso que tuvo una importancia capital en su manera de ver el mundo, de habitarlo. 

"Para escribir un libro hace falta antes merecerlo", puso negro sobre blanco Muñoz Molina, en 1988, en uno de sus artículos, Objetos encontrados: una sentencia que parece pensada para definir a Rafael. 

EN LAS DISTANCIAS CORTAS

¿Sería el caso de Mendizábal, en cuanto a sus méritos, ese mismo que Cadalso afirmaba que era fruto de sumar buen talento y buen corazón? Abordado el perfil público del personaje, apetece también aproximarse (lo máximo posible) a su humanidad, y para eso tiene la suerte Lacontradejaén de contar con la inestimable aportación de su hija, generosísima fuente para estas páginas digitales. 

"En familia y en las relaciones cercanas era muy conversador, aunque nunca sobre su trabajo. Tenía un sentido del humor muy fino y era muy observador, aunque pareciera distraído se enteraba de todo. Daba muy buenos consejos, pero solamente si se le pedían. A los hijos creo que nos daba fuerza, optimismo y una gran libertad de criterio. Se nota mucho su ausencia", comenta, y añade:

"Era muy sociable y mantuvo amistades de todas las etapas de su vida como, por ejemplo, los "Monstruos del Varela", grupo de amigos de juventud que se reunían en el Café Varela [lugar de encuentro de Machado y Baroja, entre otros, en plena calle Preciados] como tertulia literaria y para hablar de todo lo divino y lo humano. Le encantaban los animales y desde el perro que tuvo en su casa familiar, Barry, pasó a tener cinco perros sucesivamente y un gato al que adoraba. Fue un padre maravilloso, al que echamos cada día de menos". Dicho queda. 

 Con Teresa Sanz, su novia entonces y su esposa y madre de sus hijos. Foto: Archivo de Javier Cano.
Con Teresa Sanz, su novia entonces y su esposa y madre de sus hijos. Foto: Archivo de Javier Cano.

En cuanto a su lado más íntimo, Rafael encontró en la segoviana Teresa Sanz Fernández a su casi eterna compañera de vida; afincada en Madrid desde su infancia, eran vecinos y así comenzó una relación de amistad interrumpida por la Guerra Civil y recuperada posteriormente "en el colegio de San Ignacio, que era mixto": "Se hicieron novios a los dieciséis años", rememora Teresa de Mendizábal Sanz. 

De ella, de su madre, afirma: "Era una mujer muy inteligente y culta, escribía muy bien y, como él, era una gran conversadora. Fue una madre y abuela inigualable". En 2020 cerró sus ojos para los restos.

Del matrimonio nacerían Teresa, Rafael, Diana y Miguel y de estos los nietos (cuatro también), Teresa, Enrique, Victoria y Laura, que el abuelo disfrutó largamente. Fallecido en 2023, Rafael descansa en el madrileño cementerio de la Paz. 

 Con apenas siete años de edad, Rafael brinda en la antigua plaza de toros de Jaén, en 1934. Foto: Archivo de Javier Cano.
Con apenas siete años de edad, Rafael brinda en la antigua plaza de toros de Jaén, en 1934. Foto: Archivo de Javier Cano.

RECUERDOS DE JAÉN

"A mi padre le llamaban el padre del niño torero", evocaba Rafael de Mendizábal en una conversación un año antes de su muerte. 

Gran aficionado a la fiesta nacional, lo fue desde su más tierna edad, como demuestra la fotografía superior, tiernísimo e impagable documento gráfico tomado sobre el albero del maltrecho coso anterior al actual, para cuya construcción se utilizaron los sillares de piedra del viejo convento de la Alameda.  

Eran los tiempos de Juanito Tirado, pero una cosa era liarse el minicapote de paseo y otra muy distinta, atarse los machos: "En una excursión con mi padre y unos amigos, con un Ford T, llegamos a Linares y tuve que bajar del coche, y al bajar había dos cuernos que me sobrepasaban; no me pasó nada, pero ahí llegué a la conclusión de que era mejor verlos desde el tendido", contaba a Lacontradejáen en 2022.

En un soneto suyo escribió: "Hombre nací en Jaén y Andalucía / me hizo español con aire de torero...". Jugar al toro, que se ha dicho siempre, o a lo que se terciara, porque entre sus recuerdos permanecían intactos los de aquellos años de niñez, alumno del histórico colegio de San Agustín, en que se lo pasó bomba no, lo siguiente: "Me llevé todos los recuerdos, los más vivos de mi memoria son los de Jaén, para mí es una época de luz.

 En 1973, junto a sus padres, en el acto de rotular la calle Mesones con el nombre del autor del Himno a Jaén. Foto: Archivo de Javier Cano.
En 1973, junto a sus padres, en el acto de rotular la calle Mesones con el nombre del autor del Himno a Jaén. Foto: Archivo de Javier Cano.

Un Jaén en el que el pequeño se cruzaba diariamente, por las calles de aquí, con el cronista Cazabán, con el pintor José Nogué, con Prado y Palacio, con el mítico Manuel Ruiz Córdoba..., al que conoció y del que asegura que era "extravagante en el mejor sentido de la palabra, se salía de lo normal".

A la capital volvió en diferentes ocasiones a lo largo de sus nueve décadas de existencia, algunas de ellas tan gozosas como cuando, en el 73, la familia arropó al patriarca, Federico, en la rotulación de la calle Mesones con su nombre. O ya a finales de los 90, cuando el Ayuntamiento distinguió al autor del himno de la ciudad con el honroso título de hijo predilecto.

Sus últimas palabras a quien firma este reportaje exhalaban jaenerismo: "A Jaén lo llevo muy dentro y no lo voy a olvidar nunca". Esa bella ciudad de luz. La suya. 

 Con Laura, la más joven de sus nietos, en una de sus últimas fotografías. Foto: Archivo de Javier Cano.
Con Laura, la más joven de sus nietos, en una de sus últimas fotografías. Foto: Archivo de Javier Cano.

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