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DE RUTA COFRADE POR EL CEMENTERIO DE SAN FERNANDO

DE RUTA COFRADE POR EL CEMENTERIO DE SAN FERNANDO

Por Javier Cano - Abril 12, 2025
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'El Nuevo' de la capital jiennense alberga los restos de decenas y decenas de cofrades insignes o personajes relacionados, de una u otra manera, con la Semana Santa 

En pleno sábado de Pasión, Lacontradejaén propone un evocador (y seguro incompleto) paseo por el cementerio de la carretera de Granada, 'el Nuevo' de toda la vida.

De toda la vida, sí, porque si se tiene en cuenta que a estas alturas lleva camino de cincuenta y tres años de actividad desde la primera inhumación (o sea, medio siglo largo), la necrópolis acumula ya la suficiente solera como para ser considerada eso: un espacio imprescindible en la memoria sentimental de aquí. 

Cierto que el de San Eufrasio, por su edad, da para mucho más: todo se andará. Hoy este periódico hace estación en el de San Fernando, en cuyas lápidas y losas campean decenas y decenas de cofrades insignes o personajes relacionados, de una u otra manera, con la Semana Santa local. 

Una tradición pasionista que se evidencia, además, sobre los mármoles no solo de la mano de los nombres y apellidos que los pueblan, sino que entra también por los ojos. Ahí está El Abuelo, cuya representación en diferentes y variados formatos (alto o bajorrelive, bulto redondo, pintura o fotografía) constata la devoción secular de los jaeneros a Jesús de los Descalzos incluso a la hora de descansar para los restos. 

Con él, el Santo Rostro, el Despojado, Jesús del Perdón o los Crucificados de la Expiración y la Veracruz dejan clara la filiación cofrade de quienes reposan en las sepulturas por ellos presididas.

 Foto: Antonio Mata Rico.
Foto: Antonio Mata Rico.

Nada más entrar, a ambos lados de la mirada surgen panteones y tumbas, algunos de interesante factura y con predominio de las formas contemporáneas: la sepultura de los Cañones de Quesada, tan vinculados a la Hermandad de la Buena Muerte, o la del alcalde, farmacéutico, fotógrafo y arqueólogo Ramón Espantaleón Molina, hermano de Jesús Nazareno y miembro de su junta de gobierno en distintas ocasiones.  

Destaca igualmente la tumba de los Villar Sáenz, ilustre casa condal de Humanes hondamente vinculada al Santo Sepulcro;  o la de los García de la Puerta, bajo cuya pesada losa yace, entre otros, la poetisa de corte patriótico y religioso Pilar Sarrablo, fallecida en 1982 y una habitual en las páginas de Paisaje, la revista que el cronista Luis González López publicó entre las décadas de los 40 y los 60, en muchas ocasiones con versos semanasanteros de Sarrablo.

En el lado derecho, por su parte, los panteones de la familia de fotógrafos Pez (cronistas gráficos de la iconografía nazarena del último siglo y pico y uno de ellos, Alfonso, allá por 1928, autor de la foto del primer paso de El Abuelo por el Arco de San Lorenzo), y la tumba de cuatro losas de los Calatayud (con don Ramón a la cabeza, hermano mayor del Señor de Jaén a finales de los 60).

Entre las nuevas edificaciones funerarias levantadas en el cementerio de un tiempo a esta parte, el que alberga los restos de María Dolores Torres Almazán, que murió en 2016 y se convirtió en la primera camarera de la historia de la Semana Santa jiennense con una calle dedicada en la ciudad: el mismísimo callejón del Camarín. 

O doña Teresa Gómez Sáenz-Messía, condesa de Humanes y grande de España (que expiró en 2013) y hasta poco antes de su marcha ennobleció con su señorial y jaenerísima presencia la procesión sanjuanera de la tarde del Viernes Santo. Andrés Chamorro Lozano (hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús hasta bien entrados los años 80) también duerme el sueño de los justos en tumbas o panteones de esta parte del recinto funerario. 

 La única calle de Jaén dedicada expresamente a una camarera. Foto: Javier Cano.
La única calle de Jaén dedicada expresamente a una camarera. Foto: Javier Cano.

La primera sección o calle que empezó a recibir enterramientos en agosto de 1972, lleva el nombre de San Eufrasio, un guiño, quizás, al viejo camposanto del camino de las Cruces, al que tomó el relevo aquel verano.

Ya desde este tramo inicial es posible identificar a diferentes personalidades de la vida local como el conocido médico Gregorio García Sedeño (nicho 99), fallecido aquel mes y aquel año tras toda una vida cofrade de Nuestro Padre Jesús; en el 103 yace, desde 1979, un pionero de la radio de aquí, Francisco González Quero, muy vinculado además al mundo de Pasión y Gloria de la capital, especialmente en la Congregación de la Veracruz, que gobernó; y en el 211 el fotógrafo Jaime Roselló Cañada (1883-1978), cuyo objetivo, impulsado por unas cualidades artísticas reconocidas a día de hoy, recogieron gran parte de la vida cofrade jiennense.  

La segunda sección, dedicada a San José, acoge los restos mortales del conocido cofrade Juan García Carmona (nicho número 3), que expiró en 1996 tras toda una trayectoria de dedicación a las hermandades locales; está muy cerca de los conocidos miniaturistas Senise Colmenero (nicho 212), autores de una ingente cantidad de diseños para diplomas y carteles; o el diputado Virgilio Anguita Sánchez (1879-1960), que presidió la antigua Cofradía del Santo Rostro. Joaquín Ortega Jiménez (patriarca de la dinastía de fotógrafos del mismo apellido, muerto en 1977) cierra la nómina de personajes de este patio cuya existencia tuvo mucho que ver con la Semana Santa. 

Algo más abajo pero en la misma sección, en el número 48, un rastro de incienso imaginario indica el lugar de reposo de Luesco, el ilustre expiracionista Luis Escalona Cobo, fallecido en 2016, autor de títulos cofrades de referencia en la Semana Santa local. 

Hacia el paisaje de olivos que se abre tras las tapias que limitan con el cementerio a la derecha ("cuatro pasos y los muertos, / cuatro pasos y los vivos", con palabras de Miguel Hernández), una serie de bloques amplifica el nomenclator de personajes y el catálogo de curiosidades de 'San Fernando'.

San Antonio se llama la sección 23, donde recibió sepultura otro fotógrafo eternizador del viejo Jaén, Manuel Romero-Ávila, finado en 1996 y autor de muchas de las instantáneas que pueblan boletines y libros semanasanteros; y próximo, en San Agustín, la 26, el compositor José Cuadrado ocupa el nicho 312, él que fue autor de inolvidables y hoy vivísimas marchas de procesión. 

El que fuera alcalde de la ciudad entre 1951 y 1956 Alfonso Montiel Villar (bajo cuyo gobierno se colocó la Cruz de obra del cerro de Santa Catalina), reposa en el nicho 47. Aunque solo sea por propiciar la erección de ese blanquísimo símbolo, merece figurar en esta nómina. 

Muy cerquita, en el 122 de 'Virgen del Rocío' (sección 15), el "escritor y periodista" Tomás Moreno Bravo (autor de una referencial biografía del cronista Alfredo Cazabán, a quien trató personalmente) tiende los 81 años que acumuló su cuerpo,

El mundo cofrade local llena, igualmente, un capítulo propio en esta "gran botica fracasada", como llamaba Gómez de la Serna a los cementerios. Ahí está, en el nicho 300 de la misma sección, el que fuera presidente de la Agrupación de Cofradías e insigne de La Vera Cruz Ángel Muñoz Maldonado (fallecido en 1990), y a pocos pasos, en el 32 de la sección 14, la de San Ildefonso, Manuel Pestaña Sánchez (1935-1989), cofundador de El Perdón. 

Hablar de Luis Espinar Barranco (1911-1988) es hablar de arte, todo un discípulo del mismísimo José Nogué en el nicho 386 de la sección 13 (Santa María Magdalena), a cuyo pincel se debe el paño de la Verónica desde 1942.

De igual manera que evocar a Rafael Ortega Sagrista, fallecido en 1988, es llenarse los labios de Jaén, Jaén. Con unos lirios en los jarrones, cuyo color lució como pocos en sus corbatas y hasta en sus calcetines cuaresmales y que convierten su sepultura en un frontal de paso, el gran costumbrista descansa en el nicho 406, con 'vistas' al campo abierto que tanto amó. 

En el 220, envuelto por la música del silencio, el músico y compositor alicantino José Sapena Matarredona, que fuera director de la Banda Municipal de Música tras tomar el testigo de Emilio Cebrián, pone otra nota ilustre al cementerio nuevo. 

La Verdadera, ese escaparate semanasantero... Su fundador, Juan López Aguilar, gobernador de La Veracruz, ocupa el nicho 613 de San Félix de Valois 

Uno de los pioneros de la Agrupación de Cofradías, Juan María Cobo Vera, comparte bloque con don Rafael en la sepultura 87. Ambos conocieron y disfrutaron la calidad artística de aquel cantaor gaditano que se llamó Juan Pérez Sánchez (1905-1966) pero que el universo jondo aplaudió como Canalejas de Puerto Real, saetero de pro para el paso de Jesús de los Descalzos por su casa de Roldán y Marín; ahora espera el juicio final en el 131 de San Fernando, nombre del propio cementerio y, también, de esta sección.

Santa Teresa, que da nombre a la sección 25, tiene entre sus vecinos al poeta Felipe Molina Verdejo desde 1997, cuando el que fue pregonero de la Semana Santa de 1981 dejó huérfana de padre a la mejor poesía provincial.

En el 542, desde 1987, el publicista y escritor costumbrista Antonio Almendros Soto (nieto, además, del gran Almendros Aguilar), creador de antológicos carteles pasionistas. 

En San Blas, nicho 240, yace Antonio Canales Rubio desde su muerte en 2006, autor de algunos de los mejores tronos de procesión de la Pasión de aquí. Y en el nicho 586 del patio dedicado a San Ildefonso, Pepe Polluelas, el legendario cantaor cuyas saetas se apagaron para siempre hace ahora treinta y cinco años. 

 El recordado historiador jiennense Rafael Ortega Sagrista. Foto: Archivo de Javier Cano.
El recordado historiador jiennense Rafael Ortega Sagrista. Foto: Archivo de Javier Cano.

Camino ya del primer tramo a la izquierda, según se entra, la sección octava (Virgen de la Capilla) promete, vaya que sí. Allí, en un sencillo nicho (el 426), campea como un escudo el nombre de Joaquín Llorens Coello de Portugal, quinto conde de Pozo Ancho del Rey, fallecido en 1981. En el palacio de la familia en Jaén, frente a la actual Escuela de Arte José Nogué, que en su caserón albergaron a la imagen de la Borriquilla tras la exclaustración del convento frontero de los Ángeles, allá por 1868.

En esa misma sección funeraria (nicho 109) se hallan los restos de don Alberto Cancio Uribe, que además de alcalde de la capital gobernó la Cofradía de Nuestro Padre Jesús.  

Un último esfuerzo por no dejar el recinto hasta dar con el último de sus personajes hace ineludible adentrarse en la zona más reciente del camposanto, la que abarca desde la entrada hasta el lienzo de nichos frontero con la carretera de Granada.

En la 44, dedicada a Jesús del Perdón, fue inhumado el periodista, político y cofrade destacado Fernando Lorite García (nicho 41), gobernador de La Clemencia; cerquísima de su compañero de aventuras pasionistas Luis López Morillas, el popular payaso Luisón (46), nacido en 1939 y fallecido en 2006, entusiasta semanasantero que no descansó hasta ver al Resucitado convertido en una cofradía independiente.

Por seguir con denominaciones propias de la hermandad de Cristo Rey, en Cristo del Amor, nicho 62, fue enterrado Jacinto Cámara de la Torre, patriarca de la dinastía de célebres sombrereros de la Plaza de Santa María, de la que salieron miles de capirotes durante décadas. 

Y a un tiro de piedra, en la dedicada a San Luis, fue enterrado en plena primavera del año 2000 (tras 48 años de vida y leyenda) el pintor Carmelo Palomino Kayser (nicho 121), que tantas veces pintó al Abuelo, con su estilo inconfundible. 

En la sección 30 o de San Luis, sepultura número 14, duerme el sueño de los justos nada más y nada menos que el Cirineo. ¿Que no? Ciertamente, no, pero sí quien le prestó rostro a la entrañable imagen que acompaña al Nazareno: Tomás Cobo Renedo, funerario por más señas, que además capitaneó la escuadra de Soldados Romanos a finales del siglo XIX.

En el columbario 34 de la sección de Santa Paula (numerado con el 29) aguardan las cenizas del historiador e investigador Isidoro Lara Martín-Portugués.

Una cuando menos curiosa forma de numerar los bloques, agrupándolos bajo una misma denominación pese a su separación física, hace difícil ubicarse y convierte en normal eso de pasar tres o cuatro veces ante las mismas lápidas, para desesperación del visitante. Paciencia, pues. 

En este laberíntico rincón se hallan, por ejemplo, los sepulcros del maestro Manuel Vílchez, tantos años director de la Banda Municipal de Música y autor de jaenerísimas marchas.

Otro insigne, Manuel López Pérez (1946-2016), escritor costumbrista, cronista de Los Villares, investigador, docente y autor de incontables investigaciones cofrades, yace en el 109 de esa "hilera de nichos que ofrecen la poesía suprema y enorme del misterio", como él mismo dejó negro sobre blanco, de este complejo punto del cementerio de San Fernando que, hoy, Lacontradejaén persigue acercar a sus lectores. 

Un reportaje que concluye con la fotografía de la sepultura de Rafael García Molina, el popular y querido 'Falito', (nicho 322, sección Virgen de la Amargura). Un patriota de La Clemencia, un enamorado del Abuelo y un imprescindible del paisaje urbano jaenés de entresiglos. 

 La sepultura del entrañable y popular Falito, en el cementerio de San Fernando. Foto cedida por Rosario Molina.
La sepultura del entrañable y popular Falito, en el cementerio de San Fernando. Foto cedida por Rosario Molina.

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