La noche que Goya lloró
La gala de los Premios Goya del pasado sábado dejó grabada la imagen de Jesús Vidal como el auténtico campeón del certamen cinematográfico más importante de nuestro país, y es que el premio que recibió este actor no era el de un actor más, era el premio que reconoce el esfuerzo, el trabajo, la ilusión y la esperanza.
El discurso de Jesús Vidal nos conmovió. Él recibió un premio Goya, pero no fue uno más, fue el Goya del Año. Sus palabras fueron generosas, brillantes, emotivas y sobre todo sinceras. Fue un reconocimiento a una persona que, superando sus dificultades, ha demostrado que triunfa quien se esfuerza y quiere, porque querer es poder.
No era una persona más, no era una persona discapacitada o con minusvalía, es (son) una persona con capacidades diferentes aunque muchos no lo vean así. Jesús nos habló de visibilidad, diversidad, integración, inclusión, solidaridad y compromiso; habló de amistad, de afecto, de agradecimiento generoso a todos los que han formado parte de ese proyecto y de otro proyecto mucho más importante para él y sus compañeros de viaje: su vida, su familia, sus amigos y de todos los que le han apoyado.
El discurso de Jesús Vidal no fue un discurso más, porque fue un discurso que brotaba a borbotones desde el corazón, con la transparencia de la gente buena, de esa gente que es capaz de cambiar las cosas con sus gestos y presencia.
El sábado Jesús Vidal y sus compañeros nos removieron el alma con sensaciones y sentimientos poniéndonos la piel de gallina y haciéndonos sentir, el sábado Jesús Vidal puso en pie a media España e hizo llorar emocionada a la otra media. Por eso solo nos queda dar las gracias Jesús y gracias a todos los que, como él, nos permiten pasar por la vida conociéndolos.
Que suerte tener un hijo que te diga lo que él dijo "Padres, a mí sí que me gustaría tener un hijo como yo, porque he tenido unos padres como vosotros". No alcanzo a imaginar las emociones que pudieron vivir sus padres, el orgullo y la satisfacción de ver lo feliz que estaba Jesús y de ver cómo todos sus compañeros de viaje explotaban de alegría con él. Esos padres que en muchas ocasiones se sienten desasistidos o incomprendidos, cuando los amigos empiezan a quedarse cada día más lejos por no comprender la riqueza de la nueva realidad que les acompaña desde el nacimiento de su hijo....
Queda mucho por cambiar en nuestra sociedad, pero lo que Jesús Vidal hizo el sábado, estoy convencido, habrá cambiado a muchos la forma de ver y mirar a nuestro alrededor.
Me cuentan que la noche del sábado, cuando Jesús llegó a la habitación del hotel henchido de felicidad, no quiso separarse de su Goya, me cuentan que de aquella estatuilla a la que se abrazó con fuerza al irse a dormir brotó una lágrima y que don Francisco le susurró al oído “Buenas noches Jesús, tu humildad y tu humanidad, me han vuelto por un momento a la vida. Gracias por ser como eres”.
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