"El teatro tiene una labor social y en La Paca lo defendemos"
La energía es consustancial a María del Carmen Gámez Blánquez (Pozo Alcón, 1968), impulsora de Teatro La Paca junto con Tomás Afán Muñoz. Ambos, creadores y compañeros de vida, empezaron la aventura en 1992 y siguen con las ganas de llevar el teatro a cualquier sitio donde haya público. La entrevista con Lacontradejaén es en la sala habilitada en noviembre del año pasado en el Bulevar, un proyecto que entusiasma y que atiende más a razones artísticas que a motivos económicos.
María del Carmen Gámez, sentada en una butaca que huele a su infancia en Pozo Alcón, hace un viaje retrospectivo y siempre ve a la misma protagonista: una niña —una joven, una mujer, una madre— queriendo contar sobre el escenario.
—Cuénteme en qué anda metida ahora con La Paca y el Hospital.
—Estoy en un montón de actividades, porque, según me dicen comañeros a nivel nacional, lo que hacemos en este ámbito es tentacular. Así no nos quedamos en un solo sitio, sino que abarcamos muchos espacios y proyectos diferentes. Estamos inmersos en uno que empezó el año pasado, pero que ahora está en su máximo punto de ebullición, y que se llama 'El teatro también se lee para todas y todos'. Es posible gracias a una ayuda del Ministerio de Cultura a las letras españolas, y nosotros estamos empeñados en llevar la dramaturgia.
Propiciamos encuentros con autores y autoras importantes e interesantes, como Denise Despeyroux (Uruguay), Paco Gámez, Alfonso Zurro o Miguel Palacios. Vamos a estar también fuera de Jaén. Y además hay otro proyecto que se llama 'La lectura pone tiritas', que consiste en ir a leer a la gente que está en una situación más vulnerable.
—Siempre es especial dirigirse a un público como los menores o personas más indefensas, ¿no?
—Nosotros entendemos que el teatro sí tiene una labor social y es también un poco sanador, ayuda. Leer, como el otro día en el Hospital Materno Infantil, la historia de 'Juanillo el Despitaíllo' supone una experiencia muy divertida. Arrancar una sonrisa es terapéutico. Ahora iremos a Salud Mental, del Hospital Neurotraumatológico, a participar con la dramaturgia en un programa muy interesante. Son piezas cortas, y vamos a llevar el teatro a ver si echamos un rato divertido y crítico. El otro día hicimos una experiencia aquí con personas mayores. Hemos invertido en medios tecnológicos inclusivos y, como le digo, vinieron mayores de una residencias y algunos oyeron por primera vez el teatro gracias a los medios que habilitamos.
—¿Qué proyectos hará La Paca de aquí al verano?
—Buf. Tengo muchos más (ríe). Me han elegido como promotora del circuito Audaces, que se hace a nivel nacional y está llevado por dos de las asociaciones de teatro más prestigiosas de España para la infancia y para la juventud, 'Te Veo' y 'Assitej'. En La Paca tenemos un bagaje desde el año 1992 en campañas escolares y es un currículo que arrastramos en positivo. También estaremos presentes en el circuito de 'Assitej'.
—Entonces tienen cerrado el año entero con actividades.
—Sí, tenemos el calendario cerrado, pero no sólo en actuaciones de La Paca. Hay programadas más de 200 actividades y ya nos vamos al año que viene. Queremos entrar en asuntos de residencias artísticas. Y lo de la sala aquí, en el Bulevar, ha sido una locura: hemos pasado de una pequeña a apostar por un espacio en Jaén que no existía y en una zona de expansión, literalmente, donde hay 40.000 habitantes. Hemos aportado muy fuerte en este proyecto.
"SIEMPRE HEMOS CREÍDO QUE EL PODER ESTÁ EN EL PÚBLICO"
—Cuando echa la vista atrás, concretamente al nacimiento de La Paca en 1992, ¿qué recuerda?
—¡Uy! Me acuerdo de la ilusión de poder dedicarme a lo que quiero de una forma arriesgada y dejando todo lo que tenía, y con ganas de crear una base cultural y entender el teatro como una forma diferente. Existía ese concepto de teatro dirigido para personas con abrigo de visón, de gente con muchas posibilidades económicas. Y nunca hemos creído en ese tipo de teatro. Desde el año 1992 hemos creído que el poder está en el público. Hemos ido a espacios donde no había teatro y lo hemos creado.
—Emprender es una aventura compleja y en el mundo de la creatividad a veces se dice que a los artistas les salen las letras y no los números. ¿Cuáles fueron los obstáculos que tuvieron usted y su compañero, Tomás Afán?
—En el arranque tuvimos muchos problemas. Y usted lo ha dicho, la falta de dinero fue uno de ellos. Nosotros somos privilegiados, porque llevamos muchos años trabajando y ahorrando sólo para esto y desde hace quince años damos trabajo a gente. Somos una pequeña industria cultural. Y sí, somos de letras, no de ciencias, no nos salen los números. Cuando empezamos a construir la sala le dije al constructor que no ganaríamos dinero. Y me dijo: "¿Entonces para qué lo hace si nunca lo va a recuperar?". Porque no nos movemos por el tema económico, sino por poder inventar, por mostrar y estar con la gente. Nos mueve algo más cercano.
—¿Cómo llevan usted y Tomás trabajar juntos?
—Es muy difícil. Yo conocí a Tomás cuando tenía 17 años, antes de empezar Teatro La Paca, en las fiestas de peritos que organizamos (ríe). Nos conocimos en la época universitaria. Tomás quería ser director de cine y es una de las personas con más bagaje cultural que conozco. Lo admiro por su humildad y por su inteligencia. Es complicado, sí, pero casi todas las compañías teatrales se nutren de parejas, porque es la única manera de que te entiendan. Hablamos de un trabajo muy vocacional. Cuando tiene tiempo, que ahora no lo tiene, Tomás lo dedica a leer y a escribir. Necesitamos nutrirnos y aprender continuamente. Claro que es duro, porque los problemas al final te los llevas a casa y sigues trabajando.
"AL ARTISTA NO LE MUEVE EL TEMA ECONÓMICO, PERO TIENE QUE COMER"
—¿Qué consejo le daría a su yo de principios de los años 90?
—Fíjese, nuestros hijos ya son más mayores. Dani, el de más edad, tiene 17 años y le gusta escribir, el teatro y es muy cinéfilo. Los otros dos, también. Y le reconozco que nos da un poco de miedo, porque no es una profesión segura, siempre será inestable. Comes el día que trabajes; el que no, no comes. Esto no es una nómina, sino una inseguridad continua. Soy presidenta de 'Proteja', donde hay unas quince compañías de Jaén, y hace poco tuvimos un evento con la Diputación y lo hablamos: no nos salen los números. Seguimos porque es algo que sale de dentro, muy orgánico. En la vida hay que hacer lo que quieres, porque sólo hay una.
—¿Se termina acostumbrando a esa sensación de vivir en el alhambre económicamente?
—Sí, quizá sí. No nos queda otra. Cuando hice un máster en gestión cultural durante la pandemia llegamos a esa conclusión. El tema económico no mueve a los artistas, sino el poder crear y el sentirnos realizados. Ésa es nuestra compensación real, pero tenemos que comer. ¡Que la gente no lo olvide!
—También es un negocio.
—No lo es al uso. Somos una empresa privada con vocación de servicio público. ¿Qué necesidad hay de hacer una sala que sabes que no te va a rentar a nunca? Es muy complicado apostar por algo así, pero la vocación de servicio la tenemos muy clara.
"POZO ALCÓN TIENE TRADICIÓN TEATRAL"
—He leído en una entrevista que usted hacía teatro desde los seis años. ¿Qué recuerdos tiene?
—Me acuerdo. Yo soy de pueblo, de Pozo Alcón. Soy serrana. Entonces había 10.000 habitantes y teníamos el problema de estar muy mal comunicados, pero había mucha tradición teatral. Mi padre tenía el cine del pueblo y yo era taquillera, incluso recuerdo cómo freíamos las patatas. También teníamos el teatro. De hecho, me he basado en las butacas de entonces para adquirir las de esta sala. Como le digo, en Pozo Alcón había siempre mucha tradición teatral y era algo que casi todo el mundo hacía. Es verdad que siempre más enmarcados en temas de Navidad y de la Iglesia.
Recuerdo que me tocó hacer de abuela en mi primer papel y tenía un bebé y además había que leer un poema. Aquello me gustó mucho. Tanto que luego me hice narradora en la Iglesia, donde era muy fácil llegar hasta la última fila. Siempre tuve muchísimas ganas de hacer teatro, porque la vida era aburrida. Me acuerdo de tomarme mis ponches para la voz e intentar ser lo más seria posible.
—Estudió Graduado Social. ¿Por qué?
—¡Ay! ¡Porque me equivoqué! (risas).
—Tenía que hacer algo.
—Yo quería irme fuera, estudiar Arte Dramático. Mis padres se vinieron a Jaén para que siguiésemos estudiando. Le pregunté a una amiga qué iba a hacer y me dijo que Trabajo Social. Lo confundí... La verdad es que acabé haciendo más teatro que Graduado Social. Es lo que pasa con las cosas que te importan menos. Lo saqué con muy poco esfuerzo y encontré trabajos enseguida porque siempre incluía la perspectiva teatral en el planteamiento. Apostaba por la improvisación y por el teatro.
Luego entré en una gestoría de Ramón Martínez, al que quiero mucho, y me encargué del sistema de nóminas. Pero a la vez actué en la Universidad Popular Municipal y ya estaba con La Paca, ahorrando para comprar furgonetas. Todo estaba enfocado siempre en crear la empresa.
—¿Qué le gustaría hacer y no ha podido antes de retirarse?
—Es que lo que más me gusta es seguir aprendiendo, viajar y estar con mi familia, y viajar con ellos.
—Esta sala es uno de los proyectos que más ilusión le ha hecho, ¿verdad?
—Sí, nos ha hecho mucha ilusión. Aquí podemos traer proyectos ambiciosos. El otro día enseñamos a las familias, que venían con menores, quién era Chaplin, por ejemplo. O traer teatro clásico de Sevilla con una obra que probablemente no vendrá a Jaén. Ver la sala llena... Compartir con la gente ilusiones es fundamental. Ése es nuestro motor. Además los jóvenes están actuando. Asistir, por la dificultad que conlleva, a cómo se levanta una obra de teatro es muy ilusionante.
Fotos de la entrevista y vídeo: Fran Cano.
Fotos de achivo: Teatro La Paca.
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