
LA SOLEDAD DE UNA CALLE QUE SUSURRA RECUERDOS
Del bullicio de El Corte Italiano y las primeras tiendas de barrio a escaparates vacíos, la calle Madre Soledad Torres Acosta narra su historia y su lento declive en el corazón de Jaén
La calle Madre Soledad Torres Acosta fue durante años un corazón que latía fuerte en el centro de Jaén. Hoy, sin embargo, late cada vez más despacio. Quien pasea por sus aceras no puede evitar mirar con cierta melancolía los escaparates apagados, las persianas echadas, los carteles de "se alquila" que parecen repetirse como un eco triste.
El historiador jiennense Javier Cano explica, con la precisión de quien conoce bien la historia urbana de la ciudad, el nacimiento del bullicio de la vía. "Aunque muchos la conocen como la calle Matadero antes de ser Madre Soledad Torres Acosta, lo cierto es que esa calle nunca se llamó Matadero. Matadero se llamaba la calle Rastro", aclara. Aquella vía, que ni siquiera existía como tal hasta principios del siglo XX, surgió cuando se derribó el antiguo matadero para abrir el Paseo de la Estación.
Hubo que esperar hasta los años setenta para ver allí los primeros comercios. "Debió de ser cuando abrió El Corte Italiano, la primera tienda que hacía esquina. Yo no recuerdo de niño, en los años 70, más tiendas ahí", rememora Cano. Después, en los noventa, llegaron Zara, Mango y otras franquicias que convirtieron la calle en un lugar bullicioso, con luces, escaparates y gente entrando y saliendo de sus tiendas. Era el punto de encuentro para muchos jiennenses, la arteria comercial de una ciudad que empezaba a abrirse a las marcas que llenaban las calles principales de toda España.
Los vecinos aún recuerdan con cariño otros nombres que marcaron la vida comercial del centro: Furnieles, en la Plaza de los Jardinillos; La Pilarica, en Bernabé Soriano; Tejidos Montes, en la Plaza de la Audiencia; o Perfumería Isaac, en el Paseo de la Estación. Eran comercios de trato cercano, donde el dependiente conocía a los clientes por su nombre y aconsejaba con paciencia, muy lejos de la frialdad de las grandes superficies que llegarían después.
Hoy, sin embargo, el panorama es muy distinto. El cierre reciente del Stradivarius, último vestigio del gigante Inditex en la calle, ha puesto el punto final a una era. Antes ya se habían marchado Zara, Mango, Sprinter, Marypaz, Mayoral, Charanga, Kiko Cosmética o Flormar Cosmética, sobre todo desde la apertura del Jaén Plaza, donde la mayoría de estas firmas han concentrado sus tiendas.
A la competencia del centro comercial se suma una escalada de los alquileres difícil de entender, con locales vacíos que se deterioran mientras los precios siguen disparados.
En los portales inmobiliarios llegan a anunciarse hasta seis locales en alquiler en la misma calle. Algunos, con precios que rozan el disparate: 5.000 euros mensuales por uno de los espacios más grandes; donde antes estaba Mango piden 4.900 euros. ¿Cuánto tendría que vender un comercio de barrio para cubrir esos gastos y, además, dar beneficios? Incluso el más pequeño, el más barato, no baja de los 695 euros.
Francisco Marín, presidente de la asociación de comerciantes Müy Jaén, ya lo decía en Navidad: "Todas las campañas de concienciación y actividades en el centro tienen su efecto. Son campañas contra el mastodonte de internet y las compras online, que son la gran amenaza. Pese a todo, tengo claro que el gran revulsivo será el tranvía. Cada retraso son cadáveres comerciales que se quedan en el camino".
Nueve meses después, sus palabras pesan más que nunca. El tranvía sigue sin llegar y los comerciantes miran con impaciencia los plazos anunciados por la Junta de Andalucía. Confían en que, cuando por fin eche a andar, conecte de forma directa el Jaén Plaza con la parte alta de la ciudad y que, al menos, parte de esas grandes aglomeraciones que llenan el centro comercial en fechas señaladas lleguen también a las calles del casco histórico. Porque sin gente paseando, mirando escaparates, comprando, la calle Madre Soledad Torres Acosta seguirá apagándose un poco más cada día.
El declive se nota incluso en los pequeños detalles. Justo delante de donde estaba Stradivarius hay una parada de taxis que nunca ve un solo vehículo. Es como si no existiera. Y la antigua zona de carga y descarga, que antes bullía con furgonetas y repartidores, los vecinos ya piden que se convierta en aparcamiento. "Ya no hay nada que descargar", comentan resignados, salvo por Inside y un par de tiendas que todavía aguantan abiertas.
A pesar de todo, los comerciantes no se rinden. Para mantener vivo el centro, se organizan iniciativas que buscan atraer a vecinos y visitantes. La Asociación Müy Jaén celebrará la III Feria de Comercio Tradicional, del 18 al 20 de septiembre, un evento que volverá a llenar las calles de vida y compras. De manera paralela, la Asociación del Centro Comercial Abierto Las Palmeras ha puesto en marcha la campaña “Compra Exprés”, con motivo de su XXV Aniversario, para dinamizar los comercios de proximidad y fomentar la actividad en el centro. Son esfuerzos que buscan frenar la lenta desaparición del comercio local y devolver a la ciudad ese bullicio que parecía perdido.
Y mientras tanto... los recuerdos siguen ahí. "Yo venía aquí con mi madre de pequeña, cuando todo esto estaba lleno de tiendas", cuenta María, una vecina que camina despacio, como buscando entre sus recuerdos los escaparates de antes. "Ahora da pena… La calle parece otra. Te preguntas si algún día volverá a ser lo que era".
La calle que nació como símbolo de modernidad espera su segunda oportunidad. Y el tiempo, como las persianas que caen, juega en su contra.
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