PALOMAS, VECINAS INCÓMODAS DE MARTOS
Llegaron volando. Al principio, no parecía importante. Solo unas palomas. Tiempo después, cuatro años más tarde, dejaron de ser "solo unas palomas" para convertirse en una plaga exponencial que incordia a bloques particulares y a negocios. Excrementos, olores desagradables, plumas que se cuelan en el hogar, toldos sobre los que cae suciedad a diario y la imposibilidad de hacer actividades cotidianas como tender la ropa o salir al balcón. Así es la vida con ellas, las palomas, las vecinas más molestas de Martos.
"POR ALGUNAS CALLES TE CAE PREMIO, SEGURO"
Melania Miranda Jiménez tiene 31 años y vive con su padres y su hijo de 11 meses en un piso del número 29 de la Avenida de Los Olivares. Es martes 17 de octubre, y en los balcones de su casa —son varios y están distribuidos a lo largo del inmueble— hay rastros de excrementos, hoy debajo de un cielo gris. La procedencia de esas cagarrutas apiladas es siempre la misma, las palomas, variedad columbia livia. Miranda sabe de ellas, porque por su culpa le han salido ronchas y descubrió una vez lo que ella llama "bichos" en la cuna del pequeño Martín, su bebé.
—Nos dimos cuenta en verano, hace cuatro años. Teníamos las ventanas abiertas y empezamos a comprobar que en los muebles había bichos. De dónde vienen, nos preguntamos. Indagamos y ya las descubrimos: palomas y palomas en los balcones. Y cada vez más, porque se reproducen —recuerda en el salón de su casa.
Aquel fue el origen. La marteña le tiene fobia a las plumas, aunque ya está más que familiarizada. Por desgracia entran al piso a poco que abra el balcón o salga a tender. Cuando salir a tender era posible.
Vecinos de los bloques cercanos también han sufrido los mismos efectos: ronchas en la piel y aceptar los balcones prohibidos, zonas minadas por la actividad vital de las aves.
—Debajo de algunos, si caminas por las calles, te cae premio, seguro —dice la treintañera, con la tranquilidad de quien ya se ha acostumbrado a su suerte.
Cuenta Miranda que en abril de 2015 recibió la visita de veterinarios a su casa después de que ella presentara en el Ayuntamiento de Martos el primero de los dos escritos que ha notificado para trasladar la situación.
—Me dijeron que no se podía hacer nada —dice.
El segundo escrito comprendió firmas de residentes en otras zonas afectadas, como las calles Guadix e Ingeniero García Pimentel.
Miranda señala que los vecinos han hecho cuanto han podido. Por ejemplo, limpiar los tejados de los que han salido "hasta ratas".
Hay comercios cercanos a su vivienda que sufren las consecuencias.
Un hostelero explica a este diario que tendrá que tirar el toldo de su negocio cuando por fin se pudra. Al ritmo que va, no es un horizonte lejano.
Loli Jiménez, la madre de Melania Miranda, se cabrea cuando habla de los olores, de la impotencia de estar como cercada en su propia casa por la ida y venida de las palomas.
Desde cualquier balcón de la casa es fácil apreciarlas deteniéndose sobre el tendedero o sobrevolando de un tejado a otro. No llegan a ser Los pájaros de Hitchcock, pero imponen.
—Yo las escucho de madrugada. Es un horror —lamenta la madre.
LA ESTRATEGIA DEL AYUNTAMIENTO
La familia se ha informado del coste que le supondría al bloque instalar una jaula en un lugar posible y viable para capturar a las aves. Según señalan, superaría ampliamente los 1.000 euros sin incluir el coste de los traslados de las jaulas. No hay aún consenso ciudadano para instalar jaulas en ningún bloque privado.
El Ayuntamiento sí lo ha hecho en sitios públicos que cuentan con el visto bueno de la empresa que realiza el trabajo. Ya se han capturado casi 1.900 palomas desde febrero de 2016, según especifica Emilio Torres, concejal de Medio Ambiente y biólogo, quien atiende por teléfono a Lacontradejaén.
Torres tiene en torno a una decena de escritos de particulares que sufren en sus viviendas el rastro de las palomas. El edil instó este verano a los afectados a que lo notificaran de este modo. "Quien tenga problemas debe comunicárnoslo por escrito y por carta. No sirve publicarlo en Facebook", remarca.
El concejal aclara que solicitar la carta es el protocolo para que más tarde la empresa evalúe si es posible o no instalar la jaula. La seguridad de las personas es uno de los factores fundamentales.
¿Cómo se ha dado este fenómeno en Martos? El edil y biólogo lo explica: "Hay una población que crece exponencialmente por diversos motivos. Uno de ellos es que el ciclo reproductor se ha acelerado gracias a las condiciones climáticas", subraya.
El verano pudo ser una época propicia para que las jaulas ubicadas en espacios públicos minasen a la población libre. Pero el Seprona instó al Ayuntamiento a que retirase las jaulas de acuerdo con la Ley de Bienestar Animal. Ahí se perdió tiempo, entre mitad junio y mitad de septiembre, para actuar.
El Ayuntamiento invierte en torno a 3.000 euros en cada ejercicio —2016, 2017 y 2018— para que la empresa reduzca la población. "Incluso hay gente que se ha ofrecido a que instalen jaulas en sus propiedades, pero eso no puede ser. El Ayuntamiento no puede entrar en lo privado. Tiene que ser la empresa la que decida en base a criterios técnicos", abunda.
Las alternativas al sistema de las jaulas no convencen. Por ejemplo, el método del halcón es más caro y solo desplazaría las palomas. Algún vecino ha sacado la escopeta para hacer la guerra por su cuenta, con los consiguientes problemas legales. No es una alternativa, claro.
La estrategia municipal es incrementar poco a poco el dinero destinado, y conseguir instalar más jaulas grandes y efectivas.
¿Qué ocurre con las palomas atrapadas? "Las destinan para el tiro al pichón o para alimentar especies protegidas", informa el concejal.
LAS QUEJAS, EN LA TIERRA COMO EN FACEBOOK
El tema palomas es comentado y conocido de sobra en Martos. Un vendedor de la calle Príncipe Felipe afincado en el municipio toda su vida —tiene 54 años— asegura que no había visto ante nada parecido. Desde su comercio contempla cómo hay vecinos que tapan las salidas de los climatizadores con botellas para impedir que las aves hagan sus nidos.
—He visto hasta huevos salir por los canalones en los días de lluvia intensa —dice.
Otra señora de la Avenida de Los Olivares se queja desde su balcón. Está cansada de tanta cagarruta. Hoy sí ha podido asomarse.
El grupo 'Por un Martos Mejor', muy conocido tanto por los ciudadanos como por la clase política local, también se hace eco de las quejas. Bastó un mensaje/pregunta de este medio para que el hilo de comentarios creciera y ayudara a perfilar una suerte de mapa de las zonas más afectadas:
Calles Colón, Concepción Puchol, Juan XXIII, Río Guadiana Lope de Vega (y entorno); Avenidas de Europa, San Amador y Vía Verde, y entre las calles Comendadores y Platero. Ahí enfocan algunos de los usuarios del grupo, que aportan sugerencias tanto como se desahogan.
«Está claro que ratas y palomas son ya un grave problema para Martos. ¿No podríamos abrir una petición y recoger firmas por Internet y a ver si así nos escuchan?», se pregunta Marina López.
«Nuestro Ayuntamiento no ve que no es solo nuestro barrio, Cruz del Lloro, Avenida de Los Olivares, sino que es un problema de todo Martos: los cierres, los patios, atranques de bajantes, recales en los pisos, picaduras...», enumera Belén Civantos.
«Esta mañana en la calle Garcia Pimentel era una nube volando», apunta María Luisa Pérez, en un comentario con fecha 17 de octubre de este año.
Esas nubes de plumas que van y vienen, y encuentran acomodo en viviendas no son una escena exclusiva de Martos. La empresa que ha contratado el Ayuntamiento opera en el vertedero de Jaén capital, en Mengíbar, en La Carolina y en la Fortaleza de La Mota de Alcalá.
Compañía indeseable, las palomas ya no pasan por huéspedes puntuales. Se han quedado. Y aún no hay fecha para despedirlas.
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