Late night
Cómo sobrevivir en la franja más volátil de la parrilla televisiva
Es el cénit de los presentadores. La obra que encumbra una carrera en la televisión o que la sepulta si el share da la espalda. El late night, el programa de la noche –y de la madrugada— tiene nombre y apellido en Norteamérica, David Letterman. En España lo han intentado con éxito desde Buenafuente hasta Sardá. Y esta semana Bertín, que ya es un género dentro del pseudoperiodismo de masaje, homenajeó a Pepe Navarro, el hombre del Mississipi, hoy rostro desparecido en la pequeña pantalla.
En la entrevista con el icónico campechano de la derecha, Navarro desprendió ese lirismo del derrotado; ya no está, dice, porque lo han borrado, pero en su tiempo fue el rey. Lo cierto es que lo fue. A su lado crecieron figuras de la tele que hoy siguen dando cabezazos de un canal a otro: Florentino Fernández y, en menor medida, Carlos Iglesias. Antes y después del Mississipi, Navarro y estrella fueron ideas antagónicas. Lo intentó sin éxito como relevo de Mercedes Milá en Gran Hermano; duró una edición. ¿Qué dejó en el programa? Aquellos amagos de dejar sin voz a Noemí, la concursante con la que se enfrentó. La sombra de su pasado exitoso en late night directamente lo borraba de cualquier otra franja.
Navarro entona ahora su réquiem con un libro, La leyenda del Mississipi. Por bien que le pueda ir en las ventas, volver ya es imposible. Volver al late night tiene algo de regreso a la infancia: sólo se puede en la cabeza. Sardá no se ha atrevido; Buenafuente sobrevive con constantes adaptaciones. "Nos echaron en plan franquista", dice Navarro.
Como le dijo Alsina a Quintero, las excusas en la era de internet no valen. Si un youtuber puede acumular miles de seguidores partiendo desde el anonimato, ¿por qué no se atreven las viejas glorias de la tele a iniciar la vía alternativa? Lo harían sin el dinero de esos directivos que ahora tanto critican.
David Broncano, jiennense como saben, trabaja en un late night, Late Motiv, de Buenafuente. El talento del joven lo ha convertido ya en estrella. Tiene mérito, porque el género es volátil y hoy no implica hoy; son datos de audiencia. Si algún día no sigue, tiene dos opciones: volver a intentarlo o reescribir lo que fue. Muy libres las dos.
-NUngo
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