Los castillos de Jaén según Francisco Cerezo y Juan Eslava

La fructífera amistad del pintor villargordeño y el escritor arjonero alumbró dos títulos de referencia en el ámbito de las fortalezas, hace ahora 35 años

"Los hombres como castillos, / igual que almenas sus frentes..." escribió Rafael Alberti en plena Guerra Civil. Versos que, vacíos ya de munición política, podrían poblar una cinta alrededor de los retratos a lápiz que Francisco Cerezo Moreno firmó con su propio rostro como modelo y con el de su amigo Juan Eslava Galán. 

Una fructífera unión metaforizada en el fragmento de la portada del libro que encabeza esta página: toda una publicación de referencia en el ámbito de la arquitectura militar del Santo Reino, alumbrada por ambos artistas jiennenses: Castillos y atalayas del Reino de Jaén.

Editado por Riquelme y Vargas en 1989, treinta y cinco años cumple en 2024 y Lacontradejaén no quiere dejar pasar la ocasión para conversar con el novelista arjonero sobre la génesis de la obra:

"Yo era amigo de un sobrino de Cerezo; me llamaba mucho la atención la pintura, de hecho es una de las vocaciones mías que no he podido desarrollar, y en no perdía ocasión de ir con él a visitar el estudio de Cerezo, que estaba en la Carrera de Jesús [en el viejo y entonces destartalado Camarín]".

El autor de En busca del unicornio rememora: "De hecho, la primera vez que fui estaba pintando una tabla pequeñita, el retrato imaginario del condestable Iranzo, que está ahora en el Parador de Jaén. Eso sería en 1964 o 65; andando el tiempo, y aunque yo no tenía relación con él, porque éramos de edades disparejas, cuando me radiqué en Jaén como catedrático de Inglés y saqué el libro de las leyendas de los castillos, él (que era muy de ir al campo a pintar y llevaba media vida dibujando castillos) se puso en contacto conmigo y me dijo si estaba dispuesto a darle textos para sus dibujos. Yo encantado y muy honrado de poder hacerlo, le dije".

Tanto es así que para la segunda edición, precisamente, de las Leyendas de los castillos de Jaén (aparecida bajo el sello de la Caja Rural también en el 89), las páginas redactadas por el también autor de La Reconquista contada para escépticos contó con piezas de Cerezo Moreno para enriquecer la publicación. 

"Ambos nos tuvimos en cuenta desde entonces, y cuando yo le pedí una ilustración de Salomón con la mesa para algún libro mío, me la hizo él; eso, junto con libros y papeles míos, lo he depositado todo en el Instituto de Estudios Giennenses", asegura, satisfecho.

EL FRUTO DE AÑOS DE TRABAJO

Ocho años de intenso trabajo y estudio hay detrás de Castillos y atalayas del Reino de Jaén, que Eslava Galán volcó en su trabajo de doctorado. Por su parte, Leyendas de los castillos de Jaén nació durante un periodo de convalecencia consiguiente a un percance de tráfico poco conocido y que el alter ego de "Nicholas Wilcox" tiene la amabilidad de revelar para los lectores de este periódico: 

"Empecé mi tesis doctoral sobre los castillos de Jaén cuando volví de Inglaterra, en el 77. En el 80, creo que fue, tuve un accidente, di unas cuantas vueltas de campana con el coche y tuve que estar dos meses con la pierna estirada en la cama; como estaba rebajado como profesor, me dediqué a leer y pensé y escribí, con el material que tenía sobre las leyendas, un subproducto de mi tesis".  

La repercusión de ambas obras en el universo de las fortalezas ha sido evidente, desde entonces. "En ese momento las fortalezas de Jaén estaban totalmente olvidadas en la provincia. Después se han puesto en valor, entonces fue cuando le propuse a la Diputación la famosa ruta y que hicieran el museo de las Navas, que ahora se cerrado", concluye el premio Planeta 1987.

Tres lustros y medio después, la "amistad admirativa" que, en palabras de Juan Eslava, se profesaban los dos artistas perdura más allá de la memoria personal de la mano de unos libros que (afirma el escritor de Arjona) siguen siendo "muy especiales" para él.