"Machado tiene una relación y una supuesta hija en esta novela"
La última vez que Lacontradejaén habló con Francisco Morales Lomas (Campillo de Arenas, 1960) fue el pasado enero, cuando coronavirus y confinamiento eran palabras todavía ajenas al vocabulario frecuente y el escritor acababa de presentar su último libro, el primer poemario de su larga trayectoria. Desde entonces hasta hoy, el literato campillero se ha estrenado como abuelo, ha atravesado el desierto de la larga cuarentena y, prolífico donde los haya, ha tenido que posponer sine die la presentación de su nueva novela, Las edades del viento, publicada por Ediciones Dauro.
—¿Cómo ha vivido el confinamiento, qué sensaciones le ha causado una situación tan inédita como la que ha azotado al mundo?
—De un modo muy raro. Por una parte, las personas que estamos acostumbradas a una vida de comunicación y contacto con la gente no lo hemos llevado muy bien. Luego, esa sensación de silencio, se asomaba uno al balcón y parecía como si la gente hubiera desaparecido, era una sensación muy extraña. Luego, cuando pudimos salir a determinadas horas, veía una ciudad fantasmal, ocupada por los pájaros y los animales. Desde la perspectiva del trabajo [es profesor universitario], ha sido agotador eso de tener que desarrollar todo 'on-line'... Ha habido que cambiar el diseño de la evaluación, contestar a correos continuamente... Y el dolor terrible de tantos muertos.
—Y en el aspecto creativo, ¿le ha servido de inspiración o todo lo contrario?
—Casi todo lo que me salía era absurdo, nada realista. Ta mpoco he tenido mucho tiempo para escribir, pero el que he tenido lo he dedicado al teatro, pero teatro absurdo. De hecho me embarqué en dos obras a la vez, que todavía no tengo acabadas, y en las que todo gira en torno al absurdo. Esto que nos está pasando lo hemos visto en las películas, pero parece irreal cuando nos ha tocado a nosotros.
—¿Qué ha llevado peor, qué le ha costado más trabajo durante la larga cuarentena?
—Eso de no poder ver a tu nieta, abrazarla, besarla, ni a ella ni a tu hija; o a mi hijo, que está en Madrid y venía con mucha frecuencia.
—No me diga que ha sido abuelo...
—Sí, nació el 15 de febrero, es la primera. Va a cumplir cuatro meses el 15 de este mes.
—Abuelo... y padre de una nueva criatura, Las edades del viento. ¿Cómo nace esta última novela?
—Hace diez años, cuando mi hijo se fue a Madrid a estudiar la especialidad de Medicina Interna, se fue a vivir a la Plaza de Chamberí, al lado de la calle General Arrando, donde Antonio Machado vivió sus últimos años de Madrid antes de salir hacia Valencia en noviembre del 36. Vi que no había escrito ningún ensayo sobre él y quería hacerlo, pensando en su compromiso con la política, centrándome en un periodo del que se había escrito poco. A partir de ahí surgió también la posibilidad de iniciar un ciclo narrativo dedicado al siglo XX, con historias novelescas en cada uno de los libros y, a la vez, como marco, determinados acontecimientos históricos y sociales que marcaran esas situaciones personales.
—¿Ya ha definido ese ciclo narrativo?
—Sí, serán cuatro novelas bajo el título El invierno de un siglo; de las cuatro, Las edades del viento es la primera, y tengo hecha también la segunda. La tercera quiero empezarla en verano, estoy en proceso de documentación ahora. No habrá continuidad entre las novelas, quiero que sean independientes y autónomas entre sí, pero sí una unidad de sentimiento, una conexión sentimental.
—En esa tetralogía, temáticamente, ¿qué aborda este último libro?
—El final de la república, la Guerra Civil, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, pero no como novela histórica, sino como periodo que enmarca una forma de ver, de sentir, de pensar y cómo se construyen las diversas identidades de los personajes durante ese periodo. A partir de ahí la figura de Machado digamos que es un elemento real, de época, pero al que le invento todo una historia: lo que aparece en esas páginas, que es pura literatura, pura invención. Que el personaje cumpla una función dentro de la novela, pero no es un libro ni mucho menos sobre Antonio Machado, se trata de construir una época que llega hasta el periodo actual.
—Entre esas historias que 'le inventa' al bueno de don Antonio y sin llegar al 'spoiler'...
—Por ejemplo, le creo una historia de amor, una relación con una actriz francesa que vino a Madrid a interpretar una obra de teatro en francés, y a partir de ahí podría haber algo, una supuesta hija...
—¿Ya tiene fecha de presentación, o prefiere optar por la prudencia?
—Hablé de la presentación con la editora, pero ahora mismo las perspectivas no son precisamente para presentaciones. Le hablé de hacerlo en formato 'on-line', pero parece que no está funcionando muy bien, realmente no son tantas las personas que se conectan a la presentación e incluso más adelante, si se hace un acto de presentación, ya tienen excusa porque pueden decir que estuvieron 'on line'. La editorial ha subido a formato digital el primer capítulo de la novela, para animar a los lectores, y una página en la que aparecen todas las noticias y reseñas sobre el libro. A ver qué pasa en septiembre.
A ver qué pasa en septiembre... Un octosílabo cargado de esperanza de labios de un poeta de Campillo de Arenas que brilla en todos los géneros.
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