
ESCRIBIR (Y REGISTRARLO) A PESAR DE TODO
Más de 230 autores de Jaén solicitan derechos de propiedad intelectual en un año; hablamos con dos escritores contrastados que detallan su relación con la parte comercial de la literatura
Escriben, cuentan con libros publicados, mantienen la apuesta por el formato y dan cuenta de cada obra que comparten en el mercado en el registro de la propiedad intelectual. Hasta 234 autores de la provincia solicitaron derechos de autor en el año 2023, según los datos hechos públicos por el Instituto de Estadística de Cartografía y Andalucía (IECA). Cada día se publican en España 250 libros. ¿Cómo captar la atención en una oferta saturada ya no sólo de literatura sino del consumo audiovisual y sonoro que proponen las plataformas? Dos autores con recorrido y ligados a Jaén cuentan a este periódico qué relación tienen con la parte industrial y más puramente logística del mundo literario.
Registrar importa
Antonio Heras (Jaén, 1979) estaba en la treintena cuando publicó el primero de sus seis libros, Armado de Impaciencia, que ganó el primer Premio de Literatura Queer de Luhu Editorial. "Han cambiado los lectores tanto como yo he cambiado, porque al final te adaptas a los nuevos tiempos como autor y como persona", explica en entrevista por teléfono a Lacontradejaén.
La evolución en su caso es también profesional, pues pasó del periodismo en Jaén a ser funcionario del Ministerio de Cultura en Madrid. Heras ha seguido registrando cada una de sus publicaciones. "Lo hago con todos. En cuanto tengo el primer borrador del libro, antes de que salga publicado", dice. Le gusta formalizarlo en el portal Safe Creative, que ofrece una manera ágil y gratuita, y también destaca la experiencia que facilita el modelo de autoedición de Amazon. "Una vez lo subes, ya tienes el ISBN", señala acerca del identificar único para los libros.
El jiennense también estuvo en contacto con el Centro de Derechos Reprográficos, la asociación sin ánimo de lucro de autores y editores de cualquier tipo de publicación. "Me acuerdo que me apunté como autor, registré la obra y recibía información sobre el encuentro anual que hacen en Madrid", describe. "Estoy terminando el borrador de una novela y en cuanto lo pase al ordenador, haré el registro en Safe Creative o donde sea", apunta.

"Claro que es importante", concede Enara López (San Sebastián, 1987), quien ha publicado siete obras —tres en solitario y cuatro con Roser A. Ochoa— y nunca ha dudado de la pertinencia del proceso. "En teoría, hay una protección y ese documento da seguridad y tu trabajo. Además, hay editoriales que lo exigen, como me pasó con dos de mis novelas", apunta la reportera de Ideal Jaén, afincada en la capital del Santo Reino con su familia desde hace años.
Enara López es más del modelo tradicional: va en persona a Cultura, en la Policía Nacional, y lleva el manuscrito impreso. "Yo relleno la documentación, pago en el banco o por vía telemática y vuelvo en el mismo día para hacer la entrega del manuscrito", cuenta, y recuerda que uno de sus libros a cuatro manos con Roser A. Ochoa fue registrado en la capital jiennense.
Cuando se le pregunta a los dos —escritores y periodistas con pasado o en ejercicio— por la cifra que facilita el IECA, de 234 autores de la provincia haciendo valer sus derechos de propiedad intelectual en un año, coinciden. "Parecería que debería ser exponencial, pero quizá alude sólo a la vía más convencional. Hay otros métodos, y conozco a autores que suben el libro a Google Drive para registrar una fecha y así acreditar que es tuyo; incluso un amigo escritor se manda los documentos a sí mismo para refrendarlo", explica Antonio Heras, quien también abre la puerta a que autores noveles olviden registrarlo o haya proyectos que lo apuesten todo a la edición digital.
"Es posible que haya escritores que les suene la idea, pero no sepan cómo hacerlo, o lo lanzan directamente a internet y no le dan importancia", aporta Enara López, quien tambien menciona la posibilidad de Creative Commons, asequible de forma virtual, con un precio que oscila entre los 13 y los 15 euros".
El negocio de contar: autoedición o editoriales
Superada la parte de la creación y el registro de la propiedad de la obra, el siguiente paso es lanzarla al mercado, buscarle lectores. Dos caminos que, en ocasiones son caras de la misma moneda, se abren: autoeditar o buscar el abrigo de una editorial que apoye el producto. "Yo siempre les doy el mismo consejo a los autores que empiezan y firman con una editorial: que miren bien el contrato. Si te piden dinero, no es una editorial, sino una coedición", aclara.
Heras ha optado por la fórmula de Amazon en sus libros Tus palabras sin sentido (2018), Un blanco fácil (2019), Oculto, una novela de vampiros gayer (2021), El cacique desubicado (2022) y en la edición décimo aniversario de Armado de impaciencia (2024). "Con Amazon puedo controlar todos los detalles, desde la maquetación hasta la portada, además de decidir el número de ejemplares de cada tirada. Imagina que pagas a una editorial 500 euros por una portada y no te gusta", ejemplifica.
"Yo soy una autora mixta, he publicado con editoriales y he hecho autoedición, que al final es lo que me vale la pena", apunta la reporta vasca, quien ha llegado a pedir a Selecta recuperar los derechos de una de sus novelas tras constatar que había ganado "cero euros" en un año. "Los derechos se suelen ceder entre siete o diez años, y he solicitado la rescisión del contrato porque hay un argumento claro en cuanto a la inexistencia de beneficios", expresa. Con Selecta Enara López ha publicado La última plegaria del dragón (2021) y La promesa de los abedules (2023).

Heras tiene un método para controlar las cuentas de sus obras: invierte en la portada (200 euros aproximadamente en un diseñador), en la maquetación (cuantía similar) y quizá apueste por alguna acción promocional en Facebook (20 ó 30 euros). "Mi objetivo en los primeros seis meses es vender entre 50 y 70 ejemplares para recuperar el dinero invertido. Después ya me relajo, hago una o varias presentaciones y dedico los libros que me soliciten por privado", apostilla.
La consigna de "no perder" es idéntica en la estrategia de Enara López. Recuerda que en uno de sus trabajos dedicó 100 euros a la portada y entre 300 y 400 a la edición. "A los dos años me resultó rentable. Todo esto depende del nicho de lectores y también está el factor suerte, como que alguien influyente en redes sociales comparta la novela y de repente suba como la espuma", apunta.
De la tercera a la cuarta década
Los datos del IECA muestran que la edad media de las autoras que formalizan los derechos de propiedad intelectural es de 36 años y la de los escritores, de 41. A juicio de los consultados para este reportaje, es uno de los fragmentos vitales más fértiles para la escritura. "Es la edad de las hipotecas", bromea Enara López, quien cree que incluso a la hora de registrar los libros hace la diferencia ese punto de madurez.
En un rango similar de edad está David Uclés, ubetense de 35 años, autor de La península de las casas vacías, un éxito de ventas que lleva 15 ediciones y elegido libro del año 2024 por todas las grandes cabeceras del país. ¿Anima al resto de creadores un fenómeno así? "Es complicado dar un pelotazo como ése. Si pasa, estupendo, pero igual centrarte en lograr un éxito de esas dimensiones te lleva a escribir con pautas que impone el panorama literario, como la longitud. Escribir un libro de más de 200 páginas te cierra las puertas de editoriales", detalla Heras.
"La ilusión siempre está ahí, de pasar a primera plana. El sueño de todos es poder vivir de lo que hacemos, pero, aun cuando el mercado es inmenso, hay muchísima demanda", concede Enara López. "O te ficha una editorial y te lleva de paseo por ferias y presentaciones o apuestas por la autoedición y sacas un libro cada dos por tres a la espera de beneficios que, en el mejor de los casos y tras mucho trabajo, sean de mileurista", argumenta.
Entonces, ¿por qué escribir y publicar en un escenario con tantos obstáculos para convertir la literatura en una fuente de ingresos? "Hay que seguir intentándolo. Nuestro problema es que nos gusta, así que seguiremos sacando historias y si alguna gana un premio o se vuelve viral, pues maravilloso", contesta la periodista que se define como una autora de tramas románticas, mayormente centradas en amores entre hombres, también con inclinación hacia las ficciones de fantasía.
"Yo no escribo para ganar dinero. Si sólo buscara eso, igual apostaba por un genero que sé que vendería más, pero lo hago por entretenerme", resuelve Antonio Heras. "El rédito es que alguien te diga que le gusta tu libro, que se lo ha pasado bien leyendo", coinciden. El amor a las letras, el respeto al oficio que implica registrar cada historia tras el trabajo de carpintería de producir tramas y personajes, está por encima de los números.
Únete a nuestro boletín