"Manos Unidas es un compromiso de vida y un camino para cambiar el mundo"

Lidia Casado Vico (Jaén, 1974) es la delegada de Manos Unidas en Jaén desde septiembre de 2023. No obstante, en la organización de la Iglesia católica lleva prácticamente toda la vida, pues incursionó como voluntaria cuando era adolescente y desde entonces sigue vinculada.
La jiennense, enamorada de la capital y gestora administrativa de profesión, enseña a Lacontradejaén la sede de Manos Unidas. Hay un espacio dedicado para el material que refleja cómo pequeños detalles —ideas imaginativas— terminan posibilitando proyectos que mejoran las condiciones de comunidades empobrecidas en países en vías de desarrollo.
Reconoce Lidia Casado que su compromiso con la organización trasciende la idea de ser voluntaria. Manos Unidas, puntualiza con cadencia en sus respuestas, ha resignificado su vida. Y con todo, da la sensación de que todavía se siente en deuda.
—Manos Unidas está involucrada en proyectos en vías de desarrollo en Uganda, Bolivia y Calcuta (India). Cuéntenos en qué consisten.
—Estos proyectos están enmarcados dentro de uno de los grandes ejes de Manos Unidas como organización, la financiación de iniciativas solidarias en países en vías de desarrollo. Son sanitarios, agrícolas, educativos, de promoción de la mujer y del medioambiente. Manos Unidas no va a esos países a ver qué necesidades hay, sino que a través de nuestros socios locales u otros colaboradores —incluso personas de otras religiones— acometemos la ayuda.
La organización trabaja en más de 51 países. Para que la gente entienda la dinámica, Manos Unidas recibe los proyectos desde servicios centrales. Y desde Madrid estudia y analiza esos proyectos, y comprueba que reúne los requisitos necesarios para una comunidad en su conjunto. Es muy importante que la propia comunidad se involucre en los proyectos.
—Que sean propulsores.
—Efectivamente. Una vez que todo se cumple, Manos Unidas apoya económicamente las iniciativas. Ahora como proyecto tipo en la Diócesis de Jaén queremos apoyar a las comunidades de Uganda, Bolivia y Calcuta. En Calcuta el proyecto es muy bonito porque es sanitario, de apoyo a más de 17 'slum', las zonas más pobres de la ciudad. Son lugares donde la vida es muy precaria y las personas viven en condiciones totalmente infrahumanas. Con la adquisición de dos furgonetas medicalizadas, los voluntarios propiciarán una sanidad digna a los 'slum' y trabajarán en prevención y detección de enfermedades. Además, ponemos el acento en la seguridad maternoinfantil: que las mujeres en periodo de gestación puedan tener un parto digno. Igualmente, hay cobertura para atender a niños en vacunación de uno a dos años.
—¿Cómo son los proyectos en Bolivia y Uganda?
—Aquí, aun siendo dos países de diferentes continentes, hay un problema común en las poblaciones con las que vamos a trabajar, la seguridad alimentaria. Trabajaremos en la mejora, adecuación y estudio de tierras, regadíos y progresos agrícolas para que de esta forma se pueda ver reforzada la coyuntura agrícola y así poner remedio a un problema fundamental, la falta de alimentos. El hambre. Son comunidades donde la agricultura es muy precaria, y pretendemos que la población esté al frente de los proyectos para cubrir las necesidades alimentarias y con el excedente de la productividad llegar a tener una pequeña comercialización de los productos. Así se genera economía y riqueza en las poblaciones para que crezcan en derechos y en dignidad. Es vida y esperanza para muchísimas personas con actuaciones muy concretas.
—¿Y qué tipo de acciones se realizan desde Jaén para conseguir fondos?
—El pasado 4 de febrero lanzamos nuestra campaña. Tenemos implantación en más de 50 pueblos de nuestra provincia, donde el trabajo es intenso en forma y en fondo con actividades de lo más variopintas para recaudar recursos. Contamos con la imaginación, el esfuerzo y el trabajo de voluntarios en los rincones más pequeños de Jaén. Y la financiación de los proyectos termina siendo una realidad. Un ejemplo concreto es la colecta del segundo domingo de febrero, que se destina a los proyectos de Manos Unidas.
—En las parroquias.
—Exacto. También hay cenas del hambre que se hacen a nivel parroquial y comarcal. Además, hacemos mercadillos solidarios o iniciativas como el cocido solidario, que será el 15 de marzo. Recientemente se celebraron un concierto benéfico en Torredelcampo y la cena del hambre en Huelma. También hay propuestas similares en Andújar, Bailén, La Carolina, Baños de la Encina, Guarromán o Alcalá la Real. Por otro lado, contamos con aliados como la organización de Andújar Flamenca, que ha permitido que Manos Unidos habilite un estand para recibir donativos.
Sesenta y seis años después, la transparencia en el funcionamiento de Manos Unidas es incuestionable. Eso nos acerca a los ciudadanos. También es muy importante la labor que hacen los socios, y desde aquí hago una llamamiento a que la gente dé el paso, porque con una cantidad simbólica recurrente permite realizar proyectos que generan vida.
—Trabajan también para empoderar a las mujeres en países donde los contextos socioeconómicos no tienen nada que ver con Occidente. ¿Cómo de importante es ayudarlas y cuál es la vía más efectiva?
—Es una de nuestras líneas fundamentales y en la que estamos totalmente comprometidos no desde ahora, sino desde el origen de la organización. La promoción de la mujer ha estado en nuestra línea de trabajo desde siempre. Tuve una experiencia con un proyecto en Marruecos, donde este año el socio local nos presentó una iniciativa de Manos Unidas en Tánger, que es el Centro Cultural Lerchundi de Tánger. Es un espacio que acoge a mujeres en exclusión para darles formación y lograr que salgan del sistema de violencia familiar en el que están sometidas. Se les brinda ayuda psicológica y se las forma en emprendimiento para que ellas puedan tener su propia empresa y sacar adelante sus medios para tener una vida digna. Ahí está Manos Unidas, en una iniciativa donde es primordial el desarrollo de la mujer.
También conocí el proyecto de una cooperativa de mujeres que prepara comidas a la manera de un catering. Está pensado para ayudar a quienes están en riesgo de exclusión. Como digo, son proyectos que dignifican la figura de la mujer ayudándola y acompañándola en los procesos. Ellas encuentran grupos de cohesión para crecer de forma conjunta en países donde simplemente no existen. Y lo que comento sobre el trabajo en Marruecos también se extrapola a otros lugares como Asia o América. Es muy importante y lo recalco, estamos comprometidos con las mujeres en países empobrecidos desde hace sesenta y seis años.
"LA PROVINCIA ES SOLIDARIA CON DINERO Y CON TIEMPO"
—Su historia como voluntaria de Manos Unidas empezó con 15 años. ¿Qué le llevó a la organización?
—Echo la vista atrás y ha llovido, sí. Vine a la delegación, que estaba también en esta calle, de la mano de mi catequista Mercedes Bueno y de la hermana María Teresa Madrid. Llegué con un grupo de estudiantes de Las Carmelitas y recuerdo que empezamos cortando pegatinas y haciendo paquetes del material que distribuye Manos Unidas. Así empecé. Y Manos Unidas engancha, porque yo lo entiendo como un compromiso de vida y un camino que se abre para ayudar, entender el mundo, adquirir una visión diferente y pensar que las cosas pueden cambiar. El mundo en el que vivimos, por desgracia, no es muy amable, aunque no queramos verlo.
—¿Cree que hay más individualismo que nunca?
—Sí, hay mucho individualismo.
—Se ha perdido la idea de comunidad.
—Se ha perdido. Pero yo creo que es en éste, nuestro primer mundo. Si amplias la mirada, descubres que en otros países sí existe otra idea de lucha en común. En cualquier caso, esto no puede llevarnos al desaliento. Personalmente, Manos Unidas me ha ofrecido un camino para hacer posible un mundo diferente desde el día a día, sin pensar en grandes metas, y desde una creencia fiel y firme en que lo que se hace aporta soluciones, porque lo he vivido y experimentado en persona.
Y muy importante, no 'trabajamos para', sino que 'trabajamos con'. Trabajamos con tantas personas de tantos lugares del mundo que al final estamos todos en el mismo barco. Como dice nuestro lema de este año, 'Compartir es nuestra mayor riqueza'. Manos Unidas me permite compartir mis inquietudes como voluntaria en un mundo tan frío.
—¿Qué le hizo dar el paso para ser delegada en la provincia?
—Primero, el equipo confío en mí. Es una responsabilidad muy grande y tengo que nombrar a mis antecesoras, que han sido mujeres valientes, luchadoras, solidarias y generosas. Han puesto el listón muy alto. Me refiero a María Jesús Rey, que la conozco, y a Lola González, que fue la anterior delegada. Contar con su apoyo y con el ánimo de toda la Diócesis ha sido muy importante. Al final, también das el paso porque entiendes que en cada momento el Señor nos pone en un camino y a mí me tocaba éste. Asumí el cargo también apoyada por mi marido y por mi hijo. Vamos todos unidos, por el tiempo y porque se trata de un camino conjunto.
—¿Cuáles son las cualidades que hacen falta para un cargo que implica representar y liderar la organización?
—No sabría decirle qué hace falta para hacerlo bien, porque yo pongo a diario mi mayor ilusión, cariño y esfuerzo. Pero sí que es importante que haya mucho respeto por quienes estamos aquí y por lo que significa Manos Unidas, e igualmente mucho amor y cariño, porque si eso lo tienes, todo va solo.
—Son cerca de 500 voluntarios en Jaén, una provincia que tiene fama ganada de solidaria. ¿Lo siente así?
—Totalmente. Como se dice ahora, solidaria no, lo siguiente. Es tremendo en todos los aspectos. Ese medio millar son la base, pero podemos ser más de 2.000 cuando contamos a las personas que indirectamente colaboran en cada campaña o actividad. Los jiennenses son solidarios no sólo con el dinero, que es necesario para cumplir objetivos, sino con el tiempo, la dedicación y el esfuerzo. Por ejemplo, Torredelcampo tiene una actividad que consiste en pedir azúcar por las casas para luego venderlas a pastelerías y lograr recursos que acaban posibilitando proyectos.
Nadie tiene tiempo, así que colaborar con tiempo es increíble. Jaén tiene tiempo para ser solidario, y es justo lo que destaco. Además, tenemos el apoyo de las administraciones públicas y de la sociedad civil, desde colegios profesionales hasta la agrupación de cofradías pasando por la Iglesia. Estamos notando cada vez más respaldo y estamos superagradecidos.
"SOY UNA ENAMORADA DE JAÉN"
—Se dedica a la gestión administrativa. Usted tiene que ser una persona ordenada.
—Sí (risas), creo que excesivamente ordenada.
—¿Qué le llevó a este ámbito? ¿Lo tenía claro desde joven?
—Yo hice Derecho y al final fue clave el tema familiar, porque mi padre tenía una gestoría y un despacho. Seguí sus pasos, entré probando por consejo de mi padre y ya sabe, cuando estudias no tienes claro si esa carrera será su futuro profesional...
—¿Estudió en Jaén?
—Sí, aquí. Soy una enamorada de Jaén y creo en Jaén firmemente aun cuando a veces quizá se destaque más esa parte de queja o reividicación, pero yo creo en el potencial de la ciudad. Mi familia y yo hemos apostado por Jaén desde el primer momento.
—¿Tenía otra vocación? Por lo que hemos hablado, ayudar, ¿no?
—Quizá hubiese estudiado Trabajo Social u otro camino como ser misionera. Pero al final la vida me llevó por estos derroteros y he crecido en ambos sentidos. El camino me ha ido guiando en las dos direcciones y todo ha confluido. Y si puedo compaginarlo es gracias al equipo de voluntarias en mi delegación, que está distribuida por equipos. Así hay una línea de trabajo muy operativa. La delegación de Jaén no es por Lidia Casado, sino por cada una de las personas que hay en toda la provincia.
—Como enamorada y vecina de toda la vida de Jaén, ¿cuáles son las urgencias de la ciudad para dar un salto cualitativo?
—Jaén necesita muchas cosas, pero ¿sabe qué creo que necesita de primera plana? Creérselo. Jaén necesita creérselo. Necesita creer en que tenemos potencial. Contamos con un movimiento ciudadano fantástico que puede. Jaén necesita creerse que puede con todo lo que se nos ponga por delante.
Fotos y vídeo: Fran Cano.
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