Ligar (o intentarlo) con Lovoo

"Los usuarios de Lovoo buscamos relaciones más esporádicas que los de Tinder, donde hay más ambición por algo más serio", señala un usuario

“Legué a ella por una mezcla entre el aburrimiento y la curiosidad”. Antonio Juan Alcalá García, getafense con raíces de Jaén, no habla de una chica. Alude a Lovoo, una aplicación para ligar. Es usuario desde un año y tres meses. ¿Ha ligado? Sí. ¿Tanto como le gustaría? Admite que no, pero sí que ha llegado a una conclusión: el factor diferencial de Lovoo con respeto a otras apps que comparten fin es la fugacidad de las relaciones que propicia. Todo es más rápido, directo y sin expectativas.

El propio eslogan de Lovoo ya apunta a esta idea: “Chatear, flirtear e incluso quizás encontrar el gran amor”. Ojo a la ubicación del ‘quizás’ en la frase corporativa: no es casualidad. Viene a decir que ese gran amor sería el premio inesperado, pero mejor no hacerse ilusiones.

Volvamos a Antonio Juan Alcalá, que justo ahora pasa unas vacaciones en Jaén. Datos (y alguna intuición) que aporta a partir de su experiencia: tiene la impresión de que la mayoría de los usuarios son hombres; puede pasar que después de 50 intentos de interactuar la respuesta sea igual a cero, y el radar de proximidad geográfica es una gran ventaja para conocer gente del entorno. De cualquier ciudad o pueblo en el que se encuentre el usuario.

“SOLO HE TENIDO UNA CITA FÍSICA”

Alcalá no vende motos: solo ha conseguido tener una cita no hace tanto. Fue en Linares, con una joven del municipio con más paro de España. “Hoy día seguimos siendo amigos”, dice. Ha sido la experiencia más enriquecedora gracias a Lovoo.

Como usuario, más que recibir negativas de otros, Alcalá ha sido parte de cierta indiferencia después de los chats iniciales con las chicas que le llaman la atención. Todo funciona my similar a Tinder, la app más conocida para ligar. No obstante, Lovoo ya supera los 530.000 likes en Facebook. Cuenta con 13,5 millones de usuarios en todo el mundo.

Ahora, mientras departe con Lacontradejaén, Antonio Juan Alcalá escribe un mensaje a Juani, una usuaria desconocida, para iniciar lo que quiera el destino que esté por empezar. “En los chats terminas hablando de todo: desde trabajo hasta cualquier detalle. Y muchas veces son la antesala de compartir número de teléfono”, señala. Juani hoy no contesta.

Si la cosa funciona, que diría Woody Allen, los hijos de Lovoo conversan vía WhatsApp. Y si no, pues a seguir intentándolo. Basta con deslizar el dedo sobre la pantalla y pulsar el corazón que cada cual decida.

“No he probado Tinder, pero tengo colegas que la usan habitualmente. Algunos conocieron así a su pareja”, señala Alcalá, y agrega: “Por lo que me cuentan, Tinder está pensada para gente que aspira a relaciones más serias”, interpreta.

Lovoo pide datos personales —desde lo que busca cada usuario hasta cuestiones voluntarias como la religión— para agilizar las afinidades. Para que el amor fluya. O sino el amor, la oportunidad de conocer gente. “Y luego están las fotos. Más de uno le da uso al Photoshop”, concluye.