Marcelo Castro: "Lo mejor de Cástulo está por llegar"
Es fácil sentarse delante de Marcelo Castro y olvidarse de que estás frente a uno de los máximos exponentes de la arqueología andaluza. Es fácil porque es un hombre sencillo, educado, entusiasta y con un poder de seducción asombroso. Acude a la cita puntual, hecho un pincel. Está relajado y sonriente, con los ojos muy abiertos, sin querer perderse nada de lo que ocurre a su alrededor. Es el director del Conjunto Arqueológico de Cástulo, en cuyas ruinas se guarda de manera silenciosa más 25 siglos de historia bajo los arbustos quemados por el sol de la margen derecha del Guadalimar, a tan solo siete kilómetros de Linares. Marcelo Castro es para esta ciudad ibero romana lo que Howard Carter para la tumba del rey Tutankamón, en el Valle de los Reyes, frente a Luxor. Puede parecer pretencioso, pero una vez concluye la entrevista uno es consciente de la enorme transcendencia de Cástulo, más allá del Mosaico de los Amores o la Patena de Cristo.
—¿Qué es Cástulo?
—(Piensa unos segundos) Depende de la experiencia que cada uno tenga de ella. Para Linares, por ejemplo, es una referencia; el origen de la ciudad. Para los que nos dedicamos al patrimonio arqueológico, es un sitio único y apasionante, en la medida que cubre casi cuatro mil años de Historia. Tiene unas posibilidad de conocimiento, a muy largo plazo, extraordinarias, con muchas preguntas por responder. Es un lugar abierto a muchas generaciones de investigadores.
—Los principales hallazgos, o lo más sorprendentes, son relativamente cercanos en el tiempo. Sin embargo, Cástulo tiene más de 25 siglos de historia. ¿Por qué ha sido ahora y no antes?
—Tiene razón, aunque algunos lo habíamos intentado mucho antes. ¿Y por qué no se hizo antes? Porque creo que no fuimos capaces de trasladar la importancia de Cástulo. Nos damos cuenta ahora por el impacto que han tenido, en los últimos años, los hallazgos, que ni el equipo, ni yo lo podíamos prever. Se han hecho visibles ahora. Pero más allá de esto, Cástulo es un sitio complejo. Diferente a otros conjuntos arqueológicos andaluces que son más singulares, como Itálica, que es una ciudad romana; Medina Azahara, que es islámica; los Dólmenes de Antequera... Cástulo, por el contrario, es todo. Es la historia común. La más veces repetida. Se identifica con Linares, pero también podría hacerlo con otros lugares. Quizá, hasta nuestra etapa, tampoco antes hemos estado en condiciones de abordar esa complejidad. La complejidad de una ciudad que, durante cuatro mil años, se ha devorado continuamente. Es una realidad difícil. Por eso hemos tenido que esperar muchos años para utilizar esa complejidad a nuestro favor y sacarle partido.
—¿Cástulo es más ibera o más romana?
—No tenemos que elegir etiquetas. Cástulo se inicia en el tercer milenio antes de Cristo y esta viva hasta el siglo V, con muchos altibajos, bien es cierto, a lo largo de estos periodos. Sin embargo, si hablamos en términos de volumen de descubrimientos, nos ha dejado más la ciudad romana, que está más arriba que la ibérica. La romana erosionó la ciudad principal. En cambio, si lo tenemos que ver por su trayectoria, la ibérica nos deja mayor esplendor, ya que Cástulo era la referencia principal de una pequeña nación, la Oretania, tal y como lo describen los romanos. Por eso, sin duda, la etapa ibera es más importante que la romana, pero lo más interesante es la de esta última época.
—Cuando vio por primera vez el Mosaico de los Amores, ¿qué pasó por su cabeza?
—Responsabilidad. No me dio tiempo a estar feliz ni un minuto. Pensaba en la necesidad urgente de protegerlo y conservarlo, porque era un descubrimiento único. En cómo íbamos a cerrarlo durante el invierno. No tuve tiempo para digerir la felicidad del resto de equipo. Todos estaban contentos menos el jefe.
—¿Era consciente del poder de atracción del descubrimiento?
—Nos dimos cuenta muy pronto que estábamos ante algo importante. Hablamos de un pavimento que no ha pisado nadie y de policromía. Pensamos en que no tendría más de siete u ocho colores, pero solo la alegoría del invierno tiene veinticuatro. La calidad del mosaico es tan especial que aún hoy en día nos sigue planteando interrogantes. También conviene decir que no era nuestro objetivo inicial. Estábamos buscando otra cosa.
—¿Esa noche durmió?
—Creo que no. No creíamos que iba a tener tanta repercusión. Hicimos coincidir el final del descubrimiento con un viernes para, de este modo, tener todo el fin de semana para debatir qué hacíamos. Es cierto que a lo largo del sábado ya sabíamos lo que representaba el hallazgo.
—¿El Mosaico de los Amores ha sido el techo de Cástulo hasta ahora?
—Nos duele que se le dé más importancia a otros hallazgos, y en esto los medios de comunicación tienen más responsabilidad, porque nos obligan a elegir, cuando hay cosas desde el punto de vista del conocimiento que no tienen tanto relieve, pero que, para nosotros, son de enorme importancia. Por eso, es difícil catalogar. Pero, por ejemplo, una de las piezas que más me sorprendió y que más repercusión mediática ha tenido fue la Patena de Cristo porque en ella convergen varios aspectos. Estamos hablando de religión y esto hace que se multiplique el interés. Porque más allá del conocimiento, de la ciencia o de la arqueología hablamos de Cristo, de los inicios del cristianismo, de una de sus primeras imágenes en el Mediterráneo, con soporte en vídrio, cuya iconografía nos remite a un mundo casi clandestino. Es, sin duda, un elemento muy singular. Sabemos que viene de Roma para formar parte de un ajuar de un edificio. No solo tenemos un objeto, sino también la arquitectura y el concepto. Eso para nosotros quizá sea lo más significativo. Ocurre algo similar que con el León de Cástulo que puede tener una importancia, pero el hecho de que lo tengamos en una arquitectura nos ofrece un contexto más completo.
Cuando vi por primera vez el Mosaico de los Amores, sentí mucha responsabilidad. Todos estaban contentos menos yo
—¿Ha llamado alguien de la Iglesia para preguntar por la Patena de Cristo?
—Ha suscitado mucho interés para la historia del cristianismo en la provincia. El Deán de la Catedral, Francisco Juan Rojas, se interesó por ella desde el primer momento. De hecho, es nuestro especialista en arqueología cristiana; nosotros somos más todoterreno. Nos vino muy bien su aportación para que nos dirigiera en los primeros pasos. Pero, curiosamente, los que más interés muestran son los evangelistas. Esta gente viene de Madrid en sus autobuses para ver el descubrimiento, porque les recuerda el origen de su primera comunidad. Nosotros tratamos la arqueología desde un punto de vista más científico y del conocimiento, pero también sabemos que representa una identidad.
—Supongo que habrá paseado mucho por Cástulo. ¿La ha llegado a sentir? ¿Ha viajado al pasado para recrear la vida en la ciudad?
—Cástulo se siente, por supuesto. Lo he hecho al atardecer y por la noche, que es cuando se siente su soledad. Es un momento muy interesante. Sin embargo, a mí lo que me atrapan son los detalles más allá de representar un cuadro de la vida de Cástulo, que eso, por otro lado, ya han hecho otros. Nosotros estamos tan centrados en las cosas concretas que no tenemos todavía perspectiva para ver cómo era la vida en la ciudad, aunque hagamos esfuerzo para ello. Estamos en el detalle, como un investigador en el escenario del crimen. Nuestro interés y nuestra observación se dirigen hacia cosas concretas, ya que esto nos permite saber, poco a poco, cómo fue la vida y la historia en Cástulo.
A mí lo que me atrapa de Cástulo son los detalles. Es como la escena de un crimen para el investigador
—¿Qué queda por descubrir?
—(Suspira antes de responder) Queda muchísimo. Conocemos tan poco de Cástulo... Hablamos de que solo se han excavado el 5% del recinto. A este ritmo, pasarán mil años, para que demos una vuelta completa. Lo más importante de Cástulo está por llegar, sin duda alguna. En los últimos años hemos dado con hallazgos singulares, pero no los buscábamos. Simplemente hemos tomado las decisiones que nos ha llevado hacia ellos. Por ejemplo, cuando escavamos y dimos con el mosaico, que estaba muy profundo, nos llegamos a plantear si debíamos descubrirlo porque sabíamos que se iba a comer todo nuestro esfuerzo de la campaña. Ese tipo de decisiones son las que nos conducen.
—Los linarenses y su ayuntamiento creen que Cástulo puede ser un dinamizador de su economía, por su impresionante tirón turístico.
—Me llama la atención como, en las últimas elecciones municipales, todos los candidatos tenían algo que decir de Cástulo. Es cierto que aporta mucho. Y esa inmediatez del descubrimiento invita a que la gente sea optimista y se sienta indentificada, porque forma parte de su identidad, porque es suyo. Los ciudadanos están entregados a Cástulo, que es muy importante, pero no es la solución de los problemas.
—El yacimiento ha experimentado un avance crucial en los últimos años. Las administraciones por fin apuestan por él.
—Es que una de las cosas sorprendentes por la que ha sido posible hacer esto en los últimos años es porque convergen varias administraciones e instituciones y cada una asume su papel en el proyecto. Esta claro que esto sucede y que no deja de maravillarnos. No estamos satisfechos porque todavía no están todos. No conocemos financiación europea por el momento y Cástulo sigue siendo de titularidad estatal, cuya ayuda desconocemos. La apuesta del Ayuntamiento, de la Junta, de la Diputación y de la Universidad de Jaén es firme.
—El Museo de Arte Ibero ha supuesto una gran inversión de fondos públicos. Para muchos ciudadanos excesiva, puesto que se trata de un espacio muy específico, mientras hay sitios, como Obulco (Porcuna), que carecen de recursos para sacar a la luz sus restos.
—Si lo queremos ver en clave de conflicto, nos equivocamos. La experiencia de Cástulo va a posibilitar que se repita en otros lugares. Es más puede significar una captación de nuevos recursos. No sé lo que hará Porcuna, pero el Ayuntamiento de Linares desarrolló un programa que dio empleo a más de cuarenta personas, y es el primero en apostar por Cástulo. Respecto al Museo de Arte Ibero, he de decir que se ha hecho a lo largo de muchos años. ¿Por qué Jaén no va a tener una institución temática? No sé si vendrá gente de otros lugares, pero nosotros tendremos un museo con un perfil característico. Y se ha buscado lo ibérico porque puede aglutinar, que, como mínimo, son tres patas: Cástulo, Obulco y la Bastetania. Es una buena idea porque concentra nuestra singularidad y riqueza. El problema de los museos arqueológicos es que todos se parecen como dos gotas de agua. En cambio aquí se ha apostado por la diferencia. Será único. De manera que lo interés por lo ibérico pasará por Jaén.
—¿Qué aportará Cástulo al museo?
—El Museo de Arte Ibero proyectará al público hacia Cástulo y viceversa. Estamos hartos de decirlo. Y ahora hay que ponerlo en práctica. Debemos funcionar en red, eliminando por completo cualquier afán de rivalidad. Que copien a Cástulo.
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