El Abuelo, ¡hasta en los balcones navideños de Jaén!
Ni las lonas del Niño Jesús, propias de las fechas que se aproximan, merman la presencia de la imagen más querida por los jiennenses en sus fachadas
En nada y menos, pocos balcones quedarán sin lona navideña que celebre el nacimiento del Niño Jesús: esa suerte de domésticos resposteros que revisten de tonos cardenalicios las barandas de Jaén.
Así será, pero hay quien ni en Adviento retira de la fachada su devoción predilecta, que por estos lares (así lo atestiguan los siglos) tiene un nombre concreto: Nuestro Padre Jesús.
¡Será que calles como Cuesta del Molinillo, en plena Alcantarilla, no tienen méritos como para escribir de ellas, con esas vistas increíbles hacia los olivares que las convierten en auténticos belvederes urbanos a ras de asfalto!
Siempre estuvo El Abuelo en las casas de Jaén, desde los pretéritos grabados del XVIII hasta las estampas que a fines del XIX y bien entrado el XX poblaron los hogares con la belleza anónima del de los Descalzos, lo mismo en blanco y negro que en los apastelados, nobles bromóleos de Roselló (en los que el fotógrafo hacía visibles hasta las privilegiadas horquillas de la peluca).
Pero es que la querencia nazarena trasciende a los muros y asoma hacia las aceras apagadas (como las definió Cernuda), y ni el almanaque manda en las predilecciones de las gentes de aquí, capaces de morir por el príncipe del Camarín haga frío, calor o..., ¡eso, frío o calor!, que es lo que hace en Jaén, indiferente a los términos medios.
Sepan los nostálgicos que cambiarían de golpe el más entrañable de los villancicos por la maravilla jaenerísima de Cebrián que en la calle Cuesta del Molinillo, asomando hacia los olivos de la casería de Ortega Sagrista, Jesús (así, sin más) reina al relente en una casa, sobre ese 'número 10' que además del más importante de la arquitectura mental del hombre, hace de insuperable pie de foto.
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