La nueva longevidad
QUÉ EXPRESAMOS CON EL TERMINO LONGEVIDAD
Longevidad es un término muy utilizado en un espacio temporal relativamente reciente y con acepciones distintas. En este documento el sentido con el que pretendo representar el término es un proceso dinámico de desarrollo temporal de la persona a lo largo de toda su existencia. No está limitado a situaciones temporales concretas de una persona, joven, mayor, viejo, etcétera, sino más bien del desarrollo de la persona a lo largo de todas esas fases.
POR QUÉ DE LA UTILIZACIÓN DE ESTE TÉRMINO
Los términos que a menudo se han utilizado como envejecer, mayor, etcétera, encasillan en gran medida el desarrollo vital de las personas. Como dice Daniel Inerarity las personas que van adquiriendo una condición de más edad han visto cómo su condición se llena de eufemismos, como “tercera edad” para no hablar de “viejos o ancianos” y a la docencia universitaria para personas de esta condición, se le llama “aulas de la experiencia”.
El término longevidad en la acepción que aquí se utiliza, no recoge ninguna situación estática y concreta, es más bien un proceso a lo largo de la vida que no tiene que comenzar necesariamente cuando llega el momento de la jubilación entre los 63 y 67 años y en algunos casos bastante antes, sino que técnicamente se podría utilizar para todo el proceso vital de una persona.
ESCENARIOS DE FUTURO
Según Moisés Carretero, economista, consultor y comentarista, especialista en asuntos económicos y sostenibilidad social, la esperanza de vida de un ciudadano medio europeo ha pasado en los últimos 100 años de aproximadamente de unos 55 años a 80 años en el 2020 y en España en torno a 83. Esto significa que cada tres años y medio transcurridos se incrementa aproximadamente en uno la esperanza de vida. Esta evolución significaría que una persona que nazca en el año 2050 tiene más de un 50% de posibilidades de alcanzar los 100 años, meta aún complicada en los momentos actuales. Datos estadísticos similares a los referidos, también los ha corroborado María Dolores Puga González, doctora, científica Titular de CSIC.
Esto que significa a priori una muy buena noticia tiene unas implicaciones de futuro aún no previstas y lo que es peor no valoradas suficientemente por ninguna administración pública y por los políticos que los gobiernan, que están más pendiente de resolver los problemas inmediatos y posponer cualquier investigación de escenarios futuros y las consecuencias personales, sociales y económicas que para la sociedad implica este proceso.
La generación 'boomers', a la que pertenezco y la generación X, hemos conocido tres grandes etapas de desarrollo en nuestras vidas. Una primera de desarrollo personal y formación, tanto en la enseñanza básica como el bachillerato y la formación universitaria, que ha ocupado aproximadamente hasta los 22-23 años, un tercio de la esperanza de vida en ese momento. La segunda gran etapa de nuestra vida ha sido la dedicada al trabajo y desarrollo profesional, que según la situación personal de cada uno ha durado entra 35 a 45 años. Por último, la tercera gran etapa es la que se extiende desde la jubilación que en términos promedios alcanza desde los 63 a los 67 años en adelante.
En todo este proceso se ha pasado de convivir tres generaciones en una misma familia, hijos, padres y abuelos, a otro tiempo en el que conviven cuatro o cinco generaciones a la vez en una misma familia.
Con la evolución actual de la longevidad este proceso se verá muy agravado en las próximas décadas de los 40 y 50, la sostenibilidad de las pensiones que deberán hacer frente a muchos más años de percepción, el incremento de sistemas de atención y cuidados y la diversificación de los mismos, del mismo proceso productivo con todos los cambios que se van a producir tanto desde el punto de vista de la demanda como de la oferta, los períodos de trabajo efectivo de las personas, que deberán ser modificados, de las relaciones familiares con la convivencia de más generaciones a la vez que van a implicar un cambio tanto en los sistemas de relación como de comunicación, etc..
Un documento muy interesante que intenta representar una vida a lo largo de 100 años, cómo vivir y trabajar en la era de la longevidad, es el que publicaron los profesores de la London Business Scholl, Lynda Gratton y Andrew Scott publicado en Febrero de 2017, que plantean todo un ensayo sobre los retos y acciones que se deben tomar para afrontar una vida de más años que resulte suficientemente satisfactoria para ser vivida. Ofrecen un análisis amplio respecto a qué hacer con nuestra planificación financiera, con nuestra educación y carrera profesional, con nuestras relaciones tanto a nivel social como familiar, así como acciones que tanto a nivel social y político debieran adoptarse.
La edad de jubilación se sitúa entre los 63 y 67 años y a partir de los 70 años es obligatorio jubilarse en muchas profesiones. Teniendo en cuanta hacia donde va la humanidad con un imparable crecimiento de la esperanza de vida, ¿tiene sentido establecer topes para desarrollar la actividad laboral u de otro tipo?. Además cada vez surgen con más fuerza las tensiones generacionales. Las necesidades de las generaciones de más edad van en aumento que deben ser sostenidas por las generaciones que vienen por detrás. Es asumible para estas nuevas generaciones mantener el “statu quo” actual?.
Por otra parte, en un mundo donde todo avanza tan aceleradamente, sobre todo en conocimiento y tecnología ¿es posible que podamos vivir sin estar en permanente formación y reciclaje laboral y profesional? ¿Cómo asegurar que el talento no se desprecia cuando pasamos de cierto límite de edad? Todas estas cuestiones nos hacen pensar en qué políticas publicas sobre prioridades en salud, prestaciones sociales, acompañamiento a lo largo de la vida, diseño de nuestras ciudades y hasta nuestra vivienda, nuestra relación con el ocio y el tempo libre, nuestra relación con el empleo y la formación, etcétera, debieran ayudarnos a diseñar un modelo de sociedad que permita a todas las personas vivir plenamente durante toda su vida.
Daniel Innerarity, escritor, catedrático de Filosofía Política e investigador ‘Ikerbasque’ en la UPV/EHU, en su artículo, La vida prolongada establece que “La nueva cuestión social va a consistir en cómo equilibrar los intereses de quienes viven en un mismo espacio pero con diferentes horizontes temporales y, por tanto, con intereses difícilmente compatibles cuando se trata de deuda pública, medio ambiente, infraestructuras o cargas sociales”.
Una reflexión muy interesante sobre los progresos conseguidos por la civilización leí en un documento de Daniel Innerarity en el que afirmaba: "El primer progreso de la civilización fue que no se murieran los niños, el segundo el que muriéramos de viejos y el tercero en que vivamos de viejos”.
“La longevidad es un ámbito de nuevos problemas y oportunidades, de derechos y deberes sobre los que tenemos que debatir intensamente. Las decisiones, personales y colectivas acerca de qué hacer con la vida prolongada han de ser adoptadas de acuerdo con los deberes transgeneracionales si es que queremos vivirla con la intensidad y justicia que se merece”, añade.
El debate de la longevidad debemos orientarlo hacia la respuesta a las preguntas de ¿cómo plantearíamos nuestra vida si supiéramos que vamos a vivir más de 100 años? ¿Cómo debería ser nuestra sociedad? La respuesta a estas cuestiones nos permitiría ver un horizonte como personas y como comunidad social y política.
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