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Los talentos son tesoros

Por Antonio J. Montilla García - Marzo 09, 2021
Los talentos son tesoros
Foto: Pixabay.

Debo indicar que no soy un experto de casi nada, pero estoy interesado en casi todo, estoy en una edad que necesito saber cada vez más de todo, puesto que la vida me ha dado un potencial, que como decía Jacques Delors: “Tenemos la obligación de no dejar sin explorar ninguno de los talentos que, como tesoros, están enterrados en el fondo de cada persona”.

Y continuaba con una reflexión tan interesante que pienso debe formar parte de todo ser humano: “Las necesidades básicas de aprendizaje: abarcan tanto las herramientas esenciales para el aprendizaje (como la lectura y la escritura, la expresión oral, el cálculo, la solución de problemas) como los contenidos básicos del aprendizaje (conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes) necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo”.

Los expertos apuestan por la “actividad intelectual general” para mantener “vivas” las células madre que existen en el cerebro y conseguir un envejecimiento activo, o como dice un amigo, una vida saludable. La actividad intelectual y el ejercicio físico favorecen la regeneración neuronal y previenen el deterioro cognitivo.

Gardner (1987) pone énfasis en la naturaleza dinámica del intelecto. Él mismo define la inteligencia como “la capacidad de resolver problemas o crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales”. Más tarde la redefine apuntando que se trata de “un potencial psicobiológico para procesar información que se puede activar en un marco cultural para resolver problemas o crear productos que tienen valor para una cultura”.
¿Por qué debemos apostar por una "actividad intelectual general"?

La respuesta es sencilla, queremos vivir, pero con calidad de vida, pero ello no está sólo en el ejercicio físico sino también en el intelectual, en seguir manteniendo la actividad cerebral, para conseguir razonar adecuadamente sin interferencias.

Tenemos ejemplos muy sencillos que conocemos, véanse:

-El erudito más antiguo y distinguido es Leonid Hurwicz, que a la edad de 90 años se convirtió en el ganador del Nobel de Economía en 2007.

-Por su parte, Doris Lessingrecibió el Premio Nobel de Literatura en 2007 a la edad de 88 años.

-Entre los españoles Vicente Aleixandre, a los 79 años; Juan Ramón Jiménez, a la edad de 75 años; Camilo José Cela, a los 73 años; José Echegaray, con 71 años.

-El ganador vivo más anciano del Premio Nobel es el bioquímico suizo Edmond Henri Fischer, de 100 años de edad, que ganó por medicina en 1992.

-La edad media de los premiados con el Nobel es de 60 años.

-Según las estadísticas, los economistas son reconocidos como los ganadores más mayores, con una edad media de 67 años.

Todos ellos hacen bueno la afirmación de Aristóteles: “La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica”.

Por otra parte, no podemos olvidar que la experiencia nos dice que, se acostumbra a analizar el decremento de la inteligencia en los mayores y en muy pocas ocasiones se destacan los aspectos en los que ellos superan claramente a los más jóvenes, como son la experiencia y la acumulación de conocimientos

Pero amigo lector te planteo una reflexión: si la "vejez" viene definida por el Diccionario de la Lengua Española como: "cualidad de viejo", "edad senil, senectud", "achaques, manías, actitudes propias de la edad de los viejos", "dicho o narración de algo muy sabido y vulgar". "Senil" lo define como "perteneciente o relativo a la persona de avanzada edad en la que se advierte su decadencia física".

Hace falta una reflexión por parte de los académicos, puesto que lo que indican esas definiciones, no es coincidente con la realidad social. Miremos a nuestro alrededor, ¡cuántas enseñanzas recibimos de aquellos sin “títulos”, que nos dan lecciones magistrales, tanto de vida como de conocimientos!

Como decía El Principito: “Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria”.

A veces tendemos a dar valor a cosas que realmente carecen de ella, debemos ser conscientes de lo que realmente tenemos y qué valor real tiene.

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