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LA VIDA NO ES UN JUEGO

LA VIDA NO ES UN JUEGO

Por Javier Esturillo - Diciembre 15, 2018

Las casas de apuestas proliferan por toda la provincia. Cada vez son más los jóvenes que acaban enredados en los tentáculos del juego atraídos por el dinero fácil. Asociaciones, terapeutas, padres y docentes buscan cómo abordar esta nueva adicción completamente desbocada

No todas las adicciones tienen droga de por medio. Las hay que se basan únicamente en determinadas conductas que, aunque de otra manera, pueden terminar por arruinar la vida igualmente. Una droga destructiva, pero inocua en apariencia: no amenaza con destrozarte el organismo ni dejarte sin dentadura. Este es el caso de la ludopatía.

Pedro –ese es el nombre ficticio que ha elegido para contar su historia– tiene actualmente 30 años y es solo uno de los muchos jóvenes que asisten regularmente a la sede de la Asociación de Ludópatas Jienense en Rehabilitación (Alujer) para intentar salir de una adicción que llegó a tenerlo contra las cuerdas. A simple vista es un chico normal. Lleva ropa deportiva y acaba de regresar del tajo donde recoge aceituna. La lluvia ha acortado su jornada laboral. Nada hace imaginar que esconde un pasado lleno de mentiras, más aún en un chaval deportista, con cuatro carreras universitarias y un prometedor futuro profesional.

"MI MALA SUERTE FUE TENER SUERTE"

Sin embargo, un día todo se torció. El mismo día en el que decidió introducir sus datos en una web de poker on line. Hasta ese momento, su relación con el juego se limitaba a unas partidas de cartas en las que lo más que se apostaba eran unos garbanzos. Algo inocente, sin mayor pretensión que pasar un rato divertido. Era un veinteañero que estudiaba en Granada. A Pedro se le daba bien. Su curiosidad por el mundo del póker fue en aumento. Compró libros, se descargó programas y comenzó a preparar concienzudamente cada mano. Llegó el día de dar el salto a la red. Pasar de las partidas físicas a las virtuales pero con dinero de por medio. Así que, junto con su grupo de amigos, decidió registrarse en una de las muchas páginas que, por aquellos tiempos, proliferaban en internet. "Mi mala suerte fue tener suerte en mi primer torneo", recuerda con cierto sarcasmo. Las ganancias se acumulaban, y Pedro estaba encantado. Hasta que se le fue de las manos. Ya no era una hora delante del ordenador, sino madrugadas enteras. En su cabeza solo veía escaleras de color, tríos o dobles parejas. Los envites también eran mayores.

Su entorno desconocía esa doble vida. Lo seguían viendo como un joven estudioso, educado y dicharachero. De regreso a Jaén, decide matricularse en la Universidad para sacarse dos nuevas carreras ante la falta de oportunidades laborales. Pero el juego seguía formando parte de él. Lo había abducido de tal manera que era una obsesión. Cambió el póker online por la ruleta en los salones de juego. Lo hacía solo. Primero unas monedas y luego más y más dinero. “Me gastaba todo lo que tenía", asegura. Llegaron los engaños a la familia, a la pareja y a todo aquel que le prestaba para seguir jugando. "Solo vivía para apostar", recalca. Su día a día se convirtió en un infierno, en un calvario del que quería salir huyendo. No podía soportar tanta mentira. Cansado de todo, decidió dar un paso al frente y cruzar la puerta de Alujer. Llegó acompañado de la que era su novia, una de las pocas personas que notaba que algo no iba bien. Lleva ocho meses en terapia y Pedro habla sin tapujos de su problema. Sabe que su enfermedad no tiene cura, pero él está dispuesto a luchar lo indecible para mantenerla bajo control.

UNA ADICCIÓN QUE PROMETE ÉXITO

Pedro es un ejemplo de los jóvenes que han caído en los tentáculos de una adicción que promete el éxito a través de la voz de los ídolos del deporte que aparecen en la televisión, en la radio, en las redes sociales y en las camisetas de los grandes clubes de fútbol. Cristiano Ronaldo, Rafael Nadal o Usain Bolt apuestan frente a ti: ganan frente a ti. Su publicidad ataca libremente en horario infantil. Las asociaciones no dan abasto: nunca en décadas de trabajo habían visto un brote de casos como el de los últimos años. 

Denuncian que la ludopatía juvenil, adicción casi inexistente hasta hace poco, se ha convertido en uno de los principales problemas de nuestros pueblos y ciudades. "Del arquetipo de cuarentón de tragaperras se ha pasado al jugador de 17 a 25 años. Ya representa el 70 por ciento de las personas que tenemos en tratamiento”, asegura Fernando Sánchez, presidente de Alujer. Así lo confirma también uno de sus últimos estudios, realizado en colaboración con la Diputación de Jaén, en el que se pone de manifiesto que un 1,2 por ciento de los escolares, con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años, dirige sus gastos principales a juegos de azar, como poker o ruleta. "Cada vez empiezan a jugar antes porque no hay un control riguroso sobre el juego tanto presencial como online", denuncia Sánchez, a quien la ludopatía lo puso frente al abismo. 

 Salón de juego ubicado en Jaén. Foto: Javier Esturillo
Salón de juego ubicado en Jaén. Foto: Javier Esturillo

LA TENTACIÓN VIVE AL LADO

La cifra de "enganchados" a las apuestas en España ya ronda el millón. En septiembre se contabilizaban oficialmente 859.695 "usuarios activos", y otros 41.000 inscritos en los registros de autoprohibidos para que no se les permita jugar a través de internet o se les impida la entrada a los salones de apuestas, que han crecido como hongos en las ciudades. En Jaén están a pocos metros los unos de los otros. Incluso, cerca de colegios e institutos, por lo que la tentación vive al lado de los jóvenes. No tienen que moverse mucho. Y, aunque es obligatorio presentar el carné de identidad, hay menores que "se cuelan" y utilizan cualquier artimaña para jugar.

La apuesta mínima suele ser un euro y las posibilidades son tan variadas que marean. En esencia, la información que contiene la pantalla es la misma que se puede manejar desde el móvil o un ordenador en casa, si bien aquí es más sencillo y veloz moverse por las pantallas que se van desplegando. Se filtra a la calle su mundo de colores y estímulos lumínicos.

Fernando Sánchez lamenta la proliferación de estos locales y la falta de control a la hora de jugar, que se recrudece en internet. Considera necesario endurecer la regulación. "La publicidad ha hecho que el juego on line parezca atractivo y sin riesgos", advierte el presidente de Alujer. Para colmo, en algunos de estos negocios a los chicos les ofrecen copas y comida para incentivar su conducta y que no quieran marcharse a casa. 

EL FÚTBOL COMO EJE DE LAS APUESTAS

Este sector, que está regulado en España y controlado "en tiempo real" por el Ministerio de Hacienda, lleva unos años muy presente en las competiciones deportivas y especialmente en el fútbol. Hay anuncios y patrocinios de empresas de apuestas en programas deportivos de radio, vallas de los estadios, televisiones y webs. La Liga de Fútbol Profesional y la mayoría de los clubes de la Primera División tienen acuerdos con alguna empresa de apuestas deportivas online, y su publicidad figura en la camiseta de equipos.

También jugadores de primer nivel han prestado su imagen a alguno de los 30 operadores de apuestas que tienen licencia en España. Son el gancho para captar al internauta y conseguir que apueste mientras ve el partido.

Antes, casinos, ruletas, tragaperras o cartas se atribuían a personas mayores, casposas, problemáticas, aisladas. Ahora, el negocio del azar se ha hecho un buen lavado de cara. Las redes sociales ayudan creando comunidad y todo está al alcance de la mano.

 Fernando Sánchez, presidente de Alujer. Foto: Javier Esturillo
Fernando Sánchez, presidente de Alujer. Foto: Javier Esturillo

"LA PEOR DE LAS ADICCIONES"

Fernando Sánchez tiene claro que la ludopatía es "la peor de las adicciones". "El alcohol, la droga, el tabaco, a la larga, te lleva por delante. Esta no. Esta destruye tu entorno familiar, a ti como individuo y a todo lo que rodea, pero mientras tengas dinero sigues jugando", alerta. La ludopatía está reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud. Para tratarla se recurre, fundamentalmente, a la terapia de grupo. El primer obstáculo es que el paciente se reconozca como enfermo.

El presidente de Alujer señala que los juegos que más enganchan —y lo hacen de una forma parecida a la de la droga dura— son aquellos en los que transcurre menos tiempo entre la apuesta y el premio. En su caso, por ejemplo, fueron las tragaperras. "Siempre piensas que la suerte que tuviste aquel día volverá y que, aunque vayas perdiendo, al final lograrás ganar, pero al final lo pierdes todo", alerta.

El perfil medio del jugador que recurre a la asociación nada tiene que ver con la condición social o el nivel de estudios. Es muy amplio. "A nosotros acude gente con estudios y gente sin ellos, con poder adquisitivo o que tienen que pedir préstamos para poder seguir jugando". Eso sí, el patrón general es de personas a las que les "cuesta mucho expresar sentimientos". "No suelen tener habildades sociales, porque si las tuvieran hablarían de su problema". "El ludópata pierde la libertad frente al juego. Se siente incapaz de dejarlo. No puede parar. Su vida sin apuestas está vacía", afirma Fernando Sánchez.

Alujer atiende en la actualidad a 170 personas. Muchas de ellas no acaban la terapia. Se marchan antes. Casos tan dramáticos como el de un usuario, jugador profesional de cartas, al que le tocó una quiniela de 80 millones de las antiguas pesetas. Lejos de retirarse y disfrutar de las ganancias, se marchó a Madrid, donde, en unos días, se pulió todo el premio en el Casino. A su regreso, fue Alujer en busca de ayuda, pero también de dinero. Necesitaba 300.000 pesetas para seguir jugando. "Hasta ahí llega esta enfermedad", concluye Fernando Sánchez.

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