LYDIA, EQUILIBRIO E ILUSIÓN
A Lydya de Dios Muñoz le invitó su amigo Adrián a dar un paseo en bicicleta por Mancha Real hace poco más de un año. Ella vio enseguida que aquella no era una bicicleta normal; Adrián la elevaba y la bajaba a ras de suelo con intención estética, todos los trucos sin perder el control. Entonces Lydia le puso nombre al deporte que hoy practica seis horas diarias, desde que termina las clases de apoyo hasta que anochece: el trial. Acumula meses de entrenamiento con un reto en el horizonte, competir. Ser una de las pocas mujeres de Andalucía —no más de cinco– que presume de 'trialera'.
EL VUELO DE LA NOVEDAD
Lydia no tenía bicicleta cuando descubrió el trial. Se turnaba con Adrián. Ella comenzó un periodo de entrenamientos que se intensificó a partir de un curso muy práctico organizado en Mancha Real. Así llegó el primer contacto con la idea que propone el deporte, mantener el equilibrio, inventar obstáculos anticipando cómo salir de ellos.
En la Navidad de 2015, Lydia recibió un regalo cargado de intención, una bicicleta BMX. Se acabó compartir neumáticos con Adrián. Desde entonces ambos –y algunos chicos más— salen a practicar. Alternan el Skate Park del municipio con las zonas de sierra, donde la joven sube siete u ocho kilómetros de cuesta y luego es capaz de respirar.
La BMX propició que Lydia ganase confianza. Javier Aranda fue campeón de Andalucía en 2015 y en 2008, cuando saltó, nunca mejor dicho, de la categoría junior a la de élite. Aranda es uno de los entrenadores puntuales de Lydia. "Recuerdo que un día preparábamos una prueba de exhibición en Mancha Real. Ella no dejaba de dar vueltas por el sitio con su BMX. Nos preguntaba: '¿Vais a empezar ya?'. Se nota que le encanta el trial", explica a este medio.
Hay un cambio importante desde aquella ocasión: la mancharrealeña cambió de compañía. Se subió a otros pedales.
LA MONTY Y EL DESEO DE APRENDER
Es martes 18 de abril. Son las tres de la tarde. Loli Muñoz Sánchez conduce su coche junto a la Estación de Autobús. Su hija Lydia —melena, camiseta y pantalones negros— nos cita en el Skate Park; ella irá, cómo no, en bici.
La BMX fue historia desde el pasado 28 de marzo, cuando llegó a casa la nueva bicicleta. Lo que más llama la atención de la Monty es una ausencia: no hay sillín, de modo que está diseñada para el trial. Los neumáticos ganan grosor.
—Sí, es medio profesional. Cuesta 2.000 euros —dice la madre.
El precio de la BMX oscilaba entre 200 y 300 euros. Otro salto cualitativo.
—Yo llego antes —avisa Lydia a su madre y al equipo de Lacontradejaén, rumbo al Skate Park.
Y en efecto llega antes. La esperan su tutora María Pilar Valero y un grupo de amigos. Quieren verla en acción.
Llama la atención la agilidad sobre ruedas de Lydia, una chica corpulenta cuyo físico parece contradecir su edad. No le impide ejecutar los movimientos que practica.
"No existe la idea de un peso estándar. En las pocas chicas que compiten el físico no es algo objetivo. Tampoco en los chicos. El trial es un deporte tan joven que es difícil catalogarlo en ciertos aspectos: hay gente delgada que así quita el peso de su cuerpo para tirar de la bici, y otra que pesa más, pero que aprovecha la fuerza explosiva", analiza Aranda.
—La Monty tiene frenos de disco, y pesa muy poco —advierte ella.
Hay otras horas más propicias para exhibiciones; el calor de esta tarde es de verano, agobia. Pero Lydia sigue a lo suyo.
—El equilibrio es lo más importante. Te puedes hacer daño en las manos y en las piernas si no lo logras —dice ella.
Lo peor hasta la fecha ha sido sólo un esguince. Lydia está al tanto de deportistas que ya tienen tornillos incrustados en las manos debido a caídas que duelen. Es un deporte de riesgo.
—A mí no me sorprendió que a ella le gustase. De pequeña nunca tuvo interés en las cosas que supuestamente son para las niñas. Siempre le gustaron los balones, los monopatines y las bicicletas —tercia la madre.
Y la hija mantiene la atención en lo más difícil para ella: saltar con las dos ruedas a la vez, hacer un bunny hop.
—Da igual que sea un deporte de riesgo. Si te gusta, lo intentas —afirma.
CON CARÁCTER Y POLIFACÉTICA
María Pilar Valero, tutora y profesora de educación física de Lydia, está encantada con la actitud de su alumna:
—Es muy buena, le encanta el deporte y la espeleología. Nos sorprende con sus facetas. La queremos mucho.
La menor estudia en el Colegio San Marcos de Mancha Real. En el parque por acabar sus amigos quieren hacerse fotos con ella, que ya ha demostrado parte de cuánto puede hacer. Cuenta la madre que en casa Lydia saca el carácter, sin dejar de ser lo que es, una niña de doce años cargada de energía.
El Ayuntamiento de Mancha Real confía en que en septiembre esté lista la infraestructura para montar la escuela de trial. "Queremos retomar el asunto. Ojalá que algún club se interese en gestionarla", explica Ildefonso Ruiz, concejal de Comunicación.
La apuesta acercaría el sueño de Lydia. "Además de monitor, organizo competiciones. Pienso en las mujeres 'trialeras' y no hay otra con tantas ganas como ella. En cuanto acumule un año más de práctica despuntará bastante", pronostica Aranda.
Los referentes de la mancharrealeña son el propio Aranda y Benito Ros. ¿Qué le gusta de ellos?
—Cómo se suben a los palos y a los bordillos. La facilidad que tienen —dice ella.
Lydia sabe que hay otras deportistas del trial, como ella, en Inglaterra y Estados Unidos. Está al tanto gracias a su tablet. "Yo conozco a una chica de Granada llamada Marta y a otra de Córdoba, pero ninguna que haya cuajado con el tiempo", revela Aranda. Mireia y Gemma Abant son hermanas catalanas que han sido campeonas del mundo. Dejaron de competir hace dos años.
¿Hasta dónde llegará Lydia?
El trial apela a la imaginación. Los entrenamientos son variados; cada deportista marca la dificultad. Requiere práctica y equilibro. El resto es caer y levantarse.
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