El repartidor de butano que acabó siendo director de instituto
El arjonero Manuel Sánchez Nevado alcanza su jubilación tras más de tres décadas como docente, la mayor parte del tiempo en su propio pueblo
Nacer, criarse, crecer, casarse, formar una familia, trabajar y hasta jubilarse en la propia tierra natal. Un privilegio del que no todo el mundo puede presumir pero que Manuel Sánchez Nevado (Arjona, 1962) lleva a gala, ahora que acaba de aparcar la docencia tras treinta y cinco años de ejercicio.
Ya no habrá para él despertadores cotidianos, aulas, exámenes ni recreos pero en su corazón se lleva toda una vida de dedicación a la enseñanza, de la que hace el mejor de los balances, y eso que no es lo que se dice, precisamente, un profe de vocación:
"Estudié Física, que es lo que me gustaba; dudaba entre la Química y la Física y al final cogí la especialidad de Química física, pero los avatares de la vida me llevaron a la docencia. Era una cosa [las oposiciones] que salía todos los años, no es como ahora, y un trabajo más o menos seguro", aclara.
Si sería así que de milagro no se ha jubilado como jefazo de una empresa murciana de conservas que muchos recordarán por aquel anuncio (ya vintage) que en su época fue un verdadero puntazo: "Conservas La Molinera / prepara melocotones, / manzanas, guindas y fresas, / ciruelas y albaricoques...". Fin de la cita.
Antes de eso sus carnes supieron del esfuerzo y el sudor, del cansancio al terminar el día después de cargar kilos y litros de carbón y petróleo, a cuyo reparto ayudaba a su padre; o de bombonas de butano, que surtió a los hogares arjoneros para arrimar el hombro (nunca mejor dicho) a la economía doméstica: "Había que hacer lo que le tocaba a uno, y lo hice", asume.
Sí señor, todo un ejemplo de lucha, un referente vivo para quienes no conozcan el significado de la palabra progresión, del verbo progresar, del concepto de superación. Ahí está, recién jubilado como profesor, los últimos veintiséis años en la dirección del IES Ciudad de Arjona, de cuyo organigrama directivo no le ha quedado ni un solo cargo que desempeñar:
"Fui escalando todos los puestos, desde tutor o jefe de departamento y de estudios hasta director, y el balance que hago es muy satisfactorio, sobre todo por haber podido ejercer en mi pueblo", sentencia.
Por las instalaciones del Ciudad de Arjona pasó él mismo, en sus tiempos de estudiante, pero es que también lo hicieron su esposa y sus tres hijos (una de ellas, la menor, futura docente); vamos, que la vinculación sentimental de Sánchez con el centro educativo trasciende lo puramente profesional: "El instituto hay que sentirlo, si no no se trabaja bien", asegura.
Debe de haberlo hecho bien, porque en el homenaje que le rindieron recientemente todo fueron parabienes, felicitaciones, abrazos, obsequios:
"He sido un profesor más bien seriete, pero muy permisivo cuando me han contado problemas de unos alumnos con otros, o con los padres. Siempre me he puesto en el lugar del alumno y he echado una mano. Si no fuera así, la mitad no me hablarían, y yo me siento querido por todos". O lo que es lo mismo, que algo tendrá el agua cuando la bendicen.
"Arjona le reconoce su humildad, dedicación y gran acierto a la hora de acompañar a varias generaciones de jóvenes arjoneros en su formación académica y personal, yo entre ellos. Manuel no ha sido un profesor más, ni será un director más", en palabras de Juan Latorre, alcalde del municipio y antiguo pupilo de Sánchez Nevado en sus clases. ¿No dijo alguien que los discípulos son la biografía del maestro?
Ahora, como el propio profesor dice, "toca descansar, recuperar la lectura" y tener más tiempo para la familia y, también, para sus olivos: "Tengo muchas cosas para entretenerme", anuncia, por si alguien piensa que a partir de ahora su destino es retreparse en el sofá. Ni mucho menos.
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