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Manuela Barruz, una cambileña con una vida 'de libro'

Por Javier Cano - Junio 25, 2023
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Manuela Barruz, una cambileña con una vida 'de libro'
Manuela Barruz Castillo, en una terraza madrileña. Foto cedida por María Jesús Cuesta Barruz.

En Madrid desde que tenía solo diez años de edad, no olvida su tierra y hasta ha publicado (en colaboración con su hija María Jesús) una sentida autobiografía

El mismo año que Beckett estrenaba en París Esperando a Godot e Isabel II era coronada reina de la Gran Bretaña, Manuela Barruz Castillo (Cambil, 1943), con apenas diez años de vida, dejaba su pueblo natal camino de Madrid de la mano de sus padres, en busca de un futuro mejor que el que les auguraba una España que poco a poco remontaba la posguerra, pero muy poco a poco. 

"Mis padres trabajaban en el campo, en el invierno avareando las olivas en Cambil y cuando empezaba la temporada del molino, en el molino", recuerda, y apostilla:

"Emigraron buscando un futuro mejor, mi padre trabajaba en la Mata (Mata Begid, la mítica finca del torero Bombita), pero no sé lo que pasó; había menos trabajo y se vino a Madrid, primero él padre con mis tres hermanos mayores y luego mi madre, mi otro hermano y yo". 

Y así, como quien no quiere la cosa, setenta años lleva en la villa y corte esta mujer que, sin embargo, se acuerda cada día de su patria chica aunque al charlar con ella quede claro que siete décadas son muchas y que el acento (como todo, o así lo canta Mercedes Sosa), también voló: "Yo creo que algo quedará del acento, por lo menos en el corazón sí que me queda", dice. Hermoso, vaya que sí.

En Madrid conoció al amor de su vida, se casó y alumbró a sus dos hijas, que le han dado ya una nieta a la que el nombre del precioso municipio de Mágina le es de todo menos extraño. No en vano, la vida de Manuela Barruz no solo es digna de plasmarse negro sobre blanco, sino que ya lo está, y bajo un título de lo más sugerente y poético: Hilvanando la vida, escrito al alimón con su hija María Jesús.

 La cambileña Manuela Barruz con su hija María Jesús. Foto cedida por María Jesús Cuesta Barruz.
La cambileña Manuela Barruz con su hija María Jesús. Foto cedida por María Jesús Cuesta Barruz.

"Cuando ella era adolescente yo le contaba cosas del pueblo, y cuando fue mayor y terminó la carrera me dijo: 'Me tienes que grabar en cinta toda tu vida, porque yo quiero oír tu voz el dia que no estés'. Le grabé toda mi vida en Cambil y decidió publicar el libro, que está revolucionando Cambil. Yo ya no conozco a nadie de allí ni nadie me conoce, pero al haber nacido allí pues mucha gente la está llamando", comenta. 

Vale la pena leer un fragmento de esta sentida autobiografía: "Allí, en Cambil, cuando llueve, se forman unas tormentas enormes porque el pueblo está en una hondonada, rodeado de montañas, y el agua cae por todos los lados. Además, el río pasa por el centro del pueblo. Aquella tormenta, que yo recuerde, arrancó el puente de la Virgen del Carmen, que estaba a la entrada de la plaza, también saltó el puente que hay a la entrada de Cambil y se rompió parte de él".

La cambileña continúa: "La iglesia se llenó de agua. Dicen que el agua subía más de un metro. También entró en el Ayuntamiento. Por eso las tormentas me dan tanto miedo. Cuando oigo un trueno o veo un relámpago no puedo evitarlo".

Y es que su alma está plena de recuerdos, los de su infancia, adolescencia, juventud y madurez; los de su marido (de quien enviudó hace veintidós años ya), y los de su pueblo, el territorio de la luz primera: 

"Me acuerdo siempre de Cambil, cómo no. Me enorgullece ser de Cambil, por supuesto; es mi tierra aunque me viniera con diez años, es donde he nacido. Para mí es mi tierra, nunca la puede olvidar una, quien diga que reniega de su tierra, no lo veo normal", exclama, convencida. 

Veinticinco años hace que no pisa la tierra sagrada que pisó donde todavía perduran sus huellas iniciales, el pueblo de su alma, la casa solariega de su sangre. 

Y si no fuera porque los achaques de la edad le quitan la idea de viajar, se presentaba en los feudos del Señor del Mármol mañana mismo, anda que no.

Casa tiene allí seguro, porque sus hermanos mayores se procuraron la cercanía con Cambil casándose con sendas mujeres del pueblo, y alguna sobrina queda que a buen seguro le ofrecería techo y cama para recordar, juntas, tantas y tantas cosas. 

Nadie puede olvidar el lugar donde nació, dice Manuela. Ni los lugares olvidan a sus hijos, por muchos kilómetros de distancia que los separen. 

 Portada del libro de Manuela y su hija María Jesús Cuesta.
Portada del libro de Manuela y su hija María Jesús Cuesta.

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