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Las artísticas manos cofrades de José Manuel Cantero Robles

Por Javier Cano - Abril 26, 2025
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Las artísticas manos cofrades de José Manuel Cantero Robles
José Manuel Cantero Robles, con los tronos que ha creado con sus manos. Foto: Javier Cano.

La afición de este villargordeño es construir tronos de Semana Santa en miniatura, que realiza al detalle con piezas elaboradas por él mismo

Que la Semana Santa ya ha terminado es una verdad como un templo de grande, pero que el mundo está en plenos días de Pascua no es menos cierto, así que antes de que el calendario avance y convierta en obsoleto todo lo relacionado con el universo pasionista, ¡ahí va este reportaje!

José Manuel Cantero Robles (Villargordo, 1990) se llama su protagonista; un auténtico cofrade de dinastía, de esos que lo viven todo el año, heredero de un legado familiar que lleva a gala desde que tiene uso de razón: 

"Eso se lleva en la sangre", asegura, y apostilla: "Mi abuelo José era de Jaén, se casó y se vino a trabajar al pueblo, pero era muy devoto de El Abuelo, muchísimo; tenía la promesa de sacarlo en sus hombros, pero se murió y no pudo cumplirla, así que quiero cumplirla yo por él".

Tan arraigada tiene la devoción nazarena que no lo duda a la hora de afirmar: "En mi casa, la 'madrugá' se vive al máximo, la esperamos todo el año en familia, es mágica y especial para nosotros".

Todavía no ha podido llevar al Abuelo, pero no será por falta de ganas; entretanto ejerce en las trabajaderas de la Dolorosa del Camarín, y en su pueblo carga también el hermoso peso del Nazareno: "Soy promitente de la Virgen de los Dolores de Jaén desde hace seis o siete años, y del Nazareno de Villargordo desde hace doce o trece años. Antes lo fueron mi padre, Manuel; mi tío paterno Miguel y mi tío materno Tomás, que me cedió su puesto cuando él lo dejó. Mi hermana y mis tres primas hermanas portan a la Virgen de la Amargura aquí, en el pueblo". Lo dicho, un hogar cien por cien cofrade. 

MANOS CAMPESINAS QUE HACEN MARAVILLAS

Pero si por algo destaca José Manuel entre la legión de cofrades, costaleros y gente de procesión de su pueblo es por sus manos, tan curtidas en el trabajo cotidiano en el campo como capaces de generar delicadeza, de crear hermosura a escala. 

"Desde la primera vez que salí de costalero, cuando tenía diecisiete o dieciocho años, me entró la ilusión de tener en mi casa algo parecido al paso que había portado", explica. 

Con estos mimbres, tiró de talento natural y a fuerza de fijarse, sin maestro alguno que lo orientara, se cuajó las virguerías que guarda en su casa como oro en paño, en forma de maquetas (ver galería de fotos debajo al final de esta página):

"Quería hacerlo por mí mismo, con piezas buscadas por mí, cuatro tablas, cuatro telas de La Verdadera y así irlo  armando poco a poco; nadie me enseñó, sacaba las ideas viendo fotos". 

El Cautivo, el Gran Poder y la Virgen de los Dolores son tres de los cuatro tronos que, en cuanto llega la Cuaresma, 'saca en procesión' desde la estancia donde descansan el resto del año hasta el salón familiar, donde reciben la visita de familiares, vecinos y amigos, embobados con cada uno de los detalles que Cantero Robles imprime a sus obras: 

"En enero compré una miniatura antigua del Abuelo, me dicen que puede ser de los años treinta. Lo he restaurado, le he arreglado todo, el trono, la túnica, lo he pintado... ¡Daba pena verlo y ha quedado muy bien", celebra. 

No persigue nada más allá de la satisfacción personal que le procura verse rodeado de ambiente semanasantero y de que su gente lo disfrute, y eso que no le han faltado peticiones para vender (a buen precio) alguno de sus trabajos: "Lo hago por gusto, por ilusión", concluye. La ilusión, que (dicen que Balzac lo dijo) es lo mejor de la vida. 

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