María Toribio Gay o la tradición como estandarte vital

La pregonera de la Semana Santa de Porcuna 2025 es una enamorada de las costumbres de su municipio natal, además de activa colaboradora en la parroquia
Dice María Toribio Gay (Porcuna, 1989) que le gusta la Navidad, eso de colaborar con su madre a la hora de poner el pedazo de belén que convierte la casa de esta familia apegada a la tradición en un auténtico punto de destino para amantes de los nacimientos.
Pero lo que de verdad de verdad le atrae es la Pasión, ese ritual varias veces centenario que tiene en esta psicóloga porcunense uno de sus nombres propios: "Yo la ayudo a montar el belén, pero la Semana Santa me tira más", confiesa a Lacontradejaén.
De ahí que 2025 sea para ella un año inolvidable, si se tiene en cuenta que le ha tocado el honroso papel, nada más y nada menos, que de anunciarla:
"Alguna vez me habían dejado caer que me podían proponer, pero nunca me lo había tomado en serio ni me veía capacitada para dar el pregón ni poder transmitir lo que yo siento por la Semana Santa; en verano el párroco del pueblo me lo planteó (más bien lo dio por hecho), le dije que no, que tenía que pensármelo, un par de meses estuve dándole vueltas al tema, pero al final acepté", explica.
Una labor que se tomó todo lo en serio que requiere el encargo: "Estoy acostumbrada a leer en misa y actos de mi cofradía, pero no es lo mismo transmitir los sentimientos, eso cuesta más. Es un honor para cualquier cofrade, pero también una responsabilidad muy grande, y no puedes defraudar a nadie", apostilla.
¿El resultado? Inmejorable, no hay más que darse una vuelta por las redes sociales y leer los comentarios. Y para ella misma, una experiencia de esas a las que la emoción no les caduca jamás:
"Tengo que decir que desde el día del pregón lo he disfrutado muchísimo; los días previos fueron reguleros por los nervios y la tensión, pensar en no defraudar sobre todo a las personas que habían confiado en mí, pero llegó el momento de ponerme delante del atril y me entró una tranquilidad y empezó a fluir todo".
Si a eso se suma que estuvo arropada por sus compañeros y compañeras del coro parroquial, se puede decir que se sintió en familia.
UNA VIDA COFRADE
Catequista, secretaria de la Unión Local de Cofradías, miembro del coro y responsable de comunicación de la parroquia, María Toribio vive la tradición cofrade desde su más tierna infancia y (lo escribió Juana de Ibarbourou), en esa época todo lo que se aprende convierte al niño en creador futuro.
"Tengo una gran vinculación cofrade desde muy pequeña, pertenezco de toda la vida a la Hermandad de Jesús Preso, entré en ella gracias a mi mi madre, que es hermana prácticamente desde que se fundó, y yo, de pequeña, empecé acompañándola en las estaciones de penitencia". María añade:
"Poco a poco vi que me iba gustando, hasta el punto de que hace unos ocho años entré a formar parte de la junta de gobierno de la hermandad como presidenta".
Una presidenta de récord, jovencísima en su día, cuando le tocó tomar las riendas de su cofradía; un alto cometido que, sin embargo, le guardaba aún otro parejo: el de pregonar la Semana Santa de su patria chica. Y que (eso dicen), superó con matrícula de honor.
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