Los mayores activos
La tesis que voy a mantener en este artículo es que los mayores activos ociosos con que contamos en nuestra sociedad somos las personas jubiladas. Y somos mucho mas activos de lo que puedan recoger las estadísticas o la misma legislación.
No quiero decir con mis palabras que la capacidad productiva de las personas no tenga límite de edad, que sí lo tiene, básicamente por problemas de salud. Lo que quiero es hacer ver que una sociedad como la nuestra no puede ser justa si no reconoce o ignora el papel social que jugamos las personas mayores, ya que el hecho de que hayamos sido apartados de la vida laboral no quiere decir que pasemos a ser personas olvidadas y en muchas ocasiones desechables. Lo malo no es envejecer, sino que “te envejezcan”.
Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que envejecer y el hecho de que cada vez seamos más longevos es un éxito de nuestra sociedad y más aun en España donde, tras Japón, somos los ciudadanos mas longevos del mundo. Otro problema diferente es que, en muchas ocasiones, esta misma sociedad es injusta con muchas personas mayores que quedan desatendidas y ello provoca un problema social.
De esa visión positiva que se tenía de los ancianos en muchas sociedades primitivas hemos pasado a otra situación de abandono que se produce en la sociedad actual y por ello convendría restablecer ese equilibrio.
En este momento, el colectivo de personas jubiladas es de unos ocho millones y año tras año, va creciendo cada vez más. Este colectivo habitualmente se ve dominado por la apatía, el pesimismo y el aburrimiento y por tanto es a todas luces necesario cambiar esa actitud por la de tener ganas para hacer cosas, ya que en esta actitud encontraremos la auténtica esperanza de vida.
Mantenerse activo y ocupado es una buena forma de añadir vida a los años y no años a la vida. Proporciona bienestar al individuo y a su propia familia y a la comunidad en el más amplio sentido. Estar implicado activamente en la comunidad local, seguir echando una mano, por ejemplo, practicando el voluntariado social, es una buena forma de afrontar la jubilación y lo digo por experiencia propia. Esta actividad, está mas que demostrado que previene la enfermedad, la discapacidad por pérdida de habilidades y retrasa la dependencia.
El envejecimiento activo es intergeneracional y se trata de nuestro futuro y no solo de las personas mayores. Es un concepto que implica tanto derechos como obligaciones (derechos a la protección social a la educación y a la formación a lo largo de toda la vida). Se necesitan políticas que permitan y motiven la actividad, pero también de oportunidades para que los ciudadanos asumamos la acción, desde la base.
El papel del Estado ha de ser el de permitir, facilitar y motivar a los ciudadanos. El envejecimiento activo tiene que ser algo más que un eslogan ya que las personas mayores han de ser valoradas y han de contribuir a la mejora de la sociedad. El envejecimiento activo es un concepto básico para unificar la respuesta al cambio demográfico.
La clave está en ver el envejecimiento como un logro social y patrimonio de una sociedad avanzada que representa una oportunidad para los ciudadanos de seguir desarrollándose personal y socialmente y de seguir colaborando con ella mediante la participación, el consumo, la generación de actividad y en definitiva riqueza.
Guillermo Díaz Bermejo es presidente de SECOT Asturias
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