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De El Mesón a El Laurel: 45 años de la discoteca de Frailes

Por Fran Cano - Agosto 29, 2022
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De El Mesón a El Laurel: 45 años de la discoteca de Frailes
La empresaria Paqui Machuca, en El Laurel. Foto: Fran Cano.

Paqui Machuca reabrió a finales de 2021 la que es la única discoteca vigente en Frailes, refugio del escritor Michael Jacobs en sus primeros años en Jaén

Paqui Machuca ha vuelto al lugar donde empezó su vida laboral, El Mesón, la primera discoteca como tal de Frailes y la única que hoy está en activo. En 45 años años han pasado tantas cosas —familiares y personales— que lo más anecdótico es el cambio de nomenclatura: El Laurel es el nuevo nombre del comercio que reabrió el 2 de diciembre del año pasado y que camina rumbo al medio siglo de vida.

Es miércoles 24 de agosto de 2022 y Machuca atiende a este periódico a las siete de la tarde, una hora antes de otra jornada de verano que cruzará la madrugada. La actividad de la discoteca ha saltado a una terraza sofisticada y, además de los tragos habituales del estío, el negocio incorpora comida, mayormente a la brasa. Es en cierto modo la manera de adaptarse a un pueblo cuyos restaurantes se han mantenido en las últimas cuatro décadas con más estabilidad que las propuestas de ocio nocturno.

—Cuando mi padre compró esto, el nombre iba a ser Bar Mi Cortijo— recuerda Machuca volviendo a las vicisitudes del nombre. Valeriano Machuca, padre de Paqui dedicado a las excavaciones, compró un terreno cerca del Cuartel de la Guardia Civil. Estaba convencido de que podía construir un mesón, un restaurante o una discoteca. Casi todo ha podido ser con el paso del tiempo.

Finalmente, el negocio despegó en 1977 y en aquellos primeros años estuvo liderado por el matrimonio Valeriano Machuca y Francisca López, asistido por las hijas, Mercedes y Paqui Machuca. Ésta tenía 17 años y le tocó arrimar el hombro y compatibilizarlo con sus estudios de Técnico de Laboratorio en Almería. Quizá no imaginó entonces que la cosa en la discoteca sería para tanto.

—Mi hermana y yo perdimos la juventud trabajando aquí —dice, consciente también de que desde la última reapertura ha vuelto a la casilla de salida. El contexto es otro, pero con factores comunes. Dice la hostelera que la juventud no ha cambiado tanto, que la gente sigue queriendo disfrutar y que el trabajo en la noche exige sacrificio. Ella tuvo que redoblarlo a partir de 1981, cuando su padre falleció y se vio obligada a tomar el mando del negocio. Había que asentarlo y justo llegaba una época dorada para la noche frailera.

LLEGAN MÁS NEGOCIOS, DEL BOOM DE LOS 80 A LOS 90

Antes de El Mesón hubo simulacros de discoteca. Conceptos similares, como los salones y los bailes, impulsados en espacios menos estilizados que las pubs y las discotecas. Durante un lapso de tiempo este tipo de negocios brillaron, en plural y en sintonía, como nunca lo han vuelto a hacer.

—Recuerdo que había un 'ambientazo' en el pueblo desde, más o menos, 1983 hasta mediados de los años 80. Había mucha juventud en Frailes, venía gente de fuera y aparecieron nuevos locales, cada cual con su clientela –apunta.

El Pub Raya, el Sierra´s, el Disco Flash y El Mesón convivieron y pasaron diferentes camareros y hasta gerencias por los locales. En el caso del negocio de Machuca, lucía repleto a las ocho de la tarde. Cuando llegaba la madrugada, la clientela se iba a los pubs. Todos vivían de la noche.

Más adelante, en la década de los 90, El Mesón vivió diferentes etapas. Paqui Machuca se fue, recién casada, cuatro años a Málaga, donde continuó incursionando en la hostelería. Mercedes, la hermana, alquiló el negocio a José Díaz y a Vicente, vecinos del pueblo. Hay antes de los 2000, un segundo arrendamiento, esta vez a José Garrido, hostelero en activo en Frailes que en aquella época impulsó el Pub Guaneiro, hoy el restaurante El Choto.

Y en 1997 empezaron las edificaciones para la parte residencial y turística del negocio, justo encima de la discoteca. Tres años después llegó al lugar un cliente que cambió la vida de El Mesón, la de Paqui y en cierta manera también la de Frailes.

"MICHAEL ME AYUDÓ MUCHO CON LA DISCOTECA"

El huésped inesperado se llamaba Michael Jacobs, nombre que hoy, más de una década después de su muerte, da nombre a la Biblioteca Municipal. Machuca recuerda con gratitud y cariño al escritor británico.

—Él llegó en el año 2000. Me lo presentó Mercedes García y se quedó a vivir en mi alojamiento al menos tres años. Aquí escribió La fábrica de la luz.

En efecto, la novela donde recrea entre la ficción y la realidad su estancia en Frailes hay escenas transcurridas en El Mesón, una cargada de significado, donde José Pedro Chica —pinchadiscos con solera de la villa– traslada a Jacobs su preocupación por emigrar ante la escasez de trabajo.

Machuca subraya que el autor prefirió quedarse en El Mesón incluso cuando tuvo otras opciones antes de construir y habitar la casa del hispanista, a los pies de El Calvario.

—Me ayudó mucho. Siempre me llevaba a todos los sitios y todavía me acuerdo de las risas que nos pegamos una vez, cuando cantó en italiano y dijo que iba a llover.

VAIVENES HASTA LA REAPERTURA EN PANDEMIA

Como la de tantos establecimientos, la historia de El Mesón es la de idas y venidas, con Paqui Machuca en el centro de las decisiones. En 2005 la discoteca abrió una breve etapa de dos años bajo el nombre de La Bachata y con la dirección de Almudena Ramírez, de la Sierra Sur. El concepto se acercó más a la idea de pub. El negocio convivió en este tiempo con El Corcel, que encadenó años de éxito hasta su reciente reconversión en alojamiento turístico.

En 2007 Paqui Machuca retomó el mando con el modelo más inclinado a la cafetería con karaoke. La idea no despegó quizá por falta de tradición, según recuerda, y la crisis económica de 2008 provocó el cierre del comercio en 2013. Desde entonces y hasta la reapertura de finales de 2021 sólo abrió en fechas puntuales como las fiestas navideñas. Antes de El Laurel las última propuesta puramente de ocio nocturno fueron el resucitado El Sierra´s y La Gruta, en la icónica cueva frailera.

Volviendo a la última nomenclatura del negocio, El Laurel es un guiño a la cultura latina y está relacionado con la victoria en los juegos deportivos y con los emperadores romanos. Es una manera de seducir y de diferenciar etapas. El espacio luce ahora más moderno y ha añadido equipamientos.

Cuando se le pregunta a la hostelera qué hace falta para trabajar en la noche, contesta que es importante la constancia, como en todas las ocupaciones; las relaciones públicas, y eso tan etéreo y decisivo de "conectar con la gente".

A finales de agosto de 2022, triunfa en la terraza el mojito de elaboración propia y quedó atrás una (pen)última fiesta hawaiana. Está por ver si habrá o no más cambios en el futuro. Puestos a cumplir años, la intención es atrapar con salud el medio siglo.

Fotografías: Fran Cano.

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