"El monumento será un diálogo entre la piedra y Pilar Palazón"
La obra de Luis Emilio Vallejo Delgado (Porcuna, 1967), que abarca la pintura, la escultura y la literatura, está repartida por un montón de lugares y, ahora, también en Jaén capital. Doctor en Bellas Artes, funcionario técnico de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento porcunense durante diecinueve años, arqueólogo, investigador, novelista..., es el autor del monumento con el que la ciudad rendirá tributo a Pilar Palazón el próximo viernes, a las puertas del Museo Íbero.
—¿Cómo recibió el encargo del monumento que homenajeará a Pilar Palazón en un lugar tan representativo como la explanada del Museo Íbero de Jaén?
—Me llamaron del Ayuntamiento, me ofrecieron hacerlo y como también soy escultor y trabajo la piedra, acepté. He estado trabajando a tope en él y el jueves por la tarde estaré montándolo en la basa, al lado del museo.
—¿Qué verán los jiennenses y los visitantes que se acerquen a conocer este espacio museístico a partir del viernes? ¿Qué ha plasmado usted en su trabajo?
—He hecho una especie de pilar estela. He cogido una piedra de mil doscientos kilos de las canteras de Porcuna, que precisamente están al lado del anfiteatro, y la he tallado como si fuera una estela parecida a la famosa estela que hay a la entrada del Puente Tablas. Yo conocía a Pilar y pensé: "Voy a patentizar en este pilar estela lo que ha sido esta mujer".
—¿Cómo lo ha hecho? ¿De qué elementos se ha nutrido para representar lo que ha significado Pilar Palazón?
—Hay una especie de paisaje de siete estrellas en la parte superior, con el nombre de Pilar en caracteres que recuerdan lo íbero, triangulares, y abajo una especie de efluvios que salen de la piedra. Se trata de un monolito sobre un podio, un basamento de hormigón armado que están haciendo en el propio museo y que llevará también una placa conmemorativa. El monumento, la piedra, tiene un roto en el estrato central, que simboliza la lucha que mantuvo Pilar en su vida.
—Y en piedra de Porcuna, por supuesto. Usted, haciendo patria...
Sí, es un zamarrón de arenisca. Este tipo de piedra contiene tres estratos deposicionales que no están ordenados como debieran horizontalmente, sino alterados debido a una turbulencia o tormenta profunda marina de hace al menos siete millones de años... Este estrato representa a Pilar como revolucionaria de la cultura y el patrimonio, alguien que no aceptó las cosas y luchó por ello contra los sedimentos estáticos de 'su' Jaén.
—Una luchadora nata, eso es lo que quiere comunicar Luis Emilio Vallejo a través de la piedra, ¿no?
—Si no fuera por su lucha toda la vida... Ella rompió los estratos que siempre son los mismos, que cierta gente o instituciones quieren que sean siempre los mismos. Ese estrato roto del monolito es, entonces, un símbolo secreto, interno, pero quería que fuera así. Y la he policromado con rojo de almagra, como las esculturas de Cerrillo Blanco, lo que le añade más simbología. Puede gustar o no, pero es impactante, es un diálogo entre la piedra y Pilar. Una cosa muy visceral.
—Una cosa muy visceral, dice usted. Eso es propio de las obras que resultan de la emoción, de la cercanía. ¿Qué recuerdo ha dejado en usted la homenajeada?
—Yo era muy amigo de Pilar Palazón; de hecho, hace dos años, en el propio Museo Ibero, me presentó mi libro Paisajes de la piedra. Recuerdo que en 2006 o 2007, en uno de los parones que tuvo el museo, me dijo: "Me voy a morir y no voy a ver esto terminado". ¡Qué graciosa era! Y yo le dije, precisamente en el auditorio que va a llevar su nombre: "Que estamos aquí, presentando mi libro, que no te has muerto". Me queda la alegria de que pudo ver el museo.A veces existe la magia en la vida.
—Esos recuerdos, esas vivencias están en ese monolito también...
—Sí, por eso ha salido así. Si no la hubiera conocido hubiera hecho algo más frío, menos emocional, pero conociéndola... He estado dibujándola mucho, he leído sus wasaps, lo que me decía. Cuando estuvo en la presentación de mi libro fue la última vez que nos vimos, y luego nos wasapeamos mucho. Para mí es muy especial, la conocí hace al menos veinticinco años y fui de los primeros en estar con ella en la Asociación de los Amigos de los Íberos. me queda la alegria de que pudo ver el museo.
—La ha convertido, de alguna manera, en musa póstuma, en personaje de su obra.
—Precisamente, le he hecho un díbujo a bolígrafo y lo he donado al Museo Íbero, por si quieren ponerlo en la sala que van a dedicarle.
—Su obra está muy presente en distintos puntos, y en especial en Porcuna, su patria chica. ¿Qué supone para usted que una pieza suya se quede para siempre en la capital, en un espacio tan simbólico como el exterior del Museo Íbero y con su inolvidable amiga Pilar Palazón como protagonista?
—Efectivamente, en Porcuna tengo ocho esculturas creo, ya he perdido la cuenta. Y ahora en Jaén: ¡me emociona!, sobre todo la simbología de que la piedra de Porcuna esté en la puerta del Museo Íbero, en ese sentido es una doble satisfacción.
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