Mucho ‘Kiosco’ para tan poco parque
Ya ha abierto sus puertas el nuevo ‘Kiosco’ del Parque de la Concordia, un espacio de diseño que choca con la imagen deteriorada que presenta esta zona de esparcimiento
Los jiennenses de la capital van dejando a un lado el Parque de la Concordia. Muy poca gente pasea por él, a no ser que sea “durante el día”, y sus únicos ocupantes son los dueños de los perros que acuden a sacar a sus mascotas al espacio que tienen reservado. Y las personas que ocupan los bancos de la zona “baja”, ya sean las ocho de la mañana o las diez de la noche, con litronas, cartones de vino, móviles con música y cigarros de todo tipo. No hay niños, ni deportistas sudados en mallas, y pocos son los ancianos que deciden ponerse en forma con las máquinas de ejercicios. Es un lugar solitario en el que por las mañanas trabajan jardineros intentando maquillar la realidad de la zona: muere.
A pesar de que la vista del paseante se encuentre con la degradación del suelo, de la zona para niños o de las esculturas allí ubicadas, ahora también puede ver un espacio de diseño en el que se sirven desayunos, cervezas y comida. El nuevo 'Kiosco del parque', porque todavía hay quien apuesta por este pulmón verde, el más céntrico de la ciudad. Como el empresario José Luis Aceituno, que acaba de abrir el quiosco “de siempre” pero con un nuevo aire: un espacio moderno, de colores negros y beis y con una apariencia cuidada. Una apuesta de todos para revitalizar La Concordia.
UN PARQUE CON HISTORIA
Un contraste con el resto de la zona, que ya ni es verde, y que notan hasta los foráneos, como Juan Ramos, un cordobés que ha paseado por primera vez por aquí: “Es muy bonito, pero se nota que está descuidado. Hemos visto el quiosco ese muy moderno que hay al principio y luego muchas pintadas y la zona de columpios está hecha un desastre”. “Pero hemos visto ardillas”, dice su hijo.
El nuevo Kiosco y el parque son la antítesis. Pero también es un comienzo para “que el resto de la zona mejore”. Virgilio Anguita vive desde hace más de 50 años frente a La Concordia y ha visto “de todo” en esta zona que antes, en los años 40, se conocía como “la guitarra”. Sale a pasear a su perra en la zona canina que pega a la Avenida de Madrid. Lo hace a diario desde hace más de 12 años y eso, dice, sirve para “normalizar” la situación: “Si no fuera por las personas que traemos a pasear a nuestros perros esto estaría mucho peor, porque nuestra presencia, de gente con buenas intenciones, evita que esto se llene de otras personas que no tienen las mismas ideas”.
Anguita sabe de lo que habla y, aunque le cuesta arrancar, suelta una retahíla de anécdotas a cada cual más disparatada. “Mira, yo he visto aquí cómo se pasa droga. Hay muchos trapicheos y algunas veces ha habido incluso grandes redadas. Yo presencié una y, al mismo tiempo que la policía acordonaba todo el parque, la gente de la zona de abajo no paraba de correr intentando salir del parque. ¡Fue alucinante!”, dice, a la vez que interviene otro hombre ya jubilado que acaba de llegar con su perra: “Aquí siempre huele a porro”. Pedro Benito ha sentenciado.
PERSONAS SIN ESCRÚPULOS
Pero, como ha avisado al principio de la conversación, Anguita tiene “para escribir un libro”. “Una vez vi cómo una señorita le estaba haciendo un servicio sexual a un hombre y ahí los dos sin inmutarse. Y no era tan tarde, que podían pasar familias con niños por aquí en cualquier momento”. Y continúa: “Y a un hombre, también, lo vi haciéndose… tocándose.. tocando la zambomba, vamos. Y le grité y ni se inmutó”. Hasta aquí las anécdotas de Anguita, que conoce el parque como la palma de su mano y ha visto todas las etapas por las que ha pasado el mismo: “Lo peor fueron los años 80, ahora no está tan mal, sobre todo por que venimos, como te he dicho, los que tenemos perros”.
Antonio Ballesteros, de 30 años, antiguo estudiante de la UJA, pasea por el parque porque viene del gimnasio. A la pregunta de cómo ve la zona, lo tiene claro: "Aquí es mejor venir solo por la mañana, yo por la noche intento no venir. Entre los estudiantes lo conocemos como el 'parque de los yonkis' y lo evitamos por la noche. A mí, personalmente, me intentaron atracar hace un par de años, que estaba sentado aquí hablando con dos amigos y se acercaron dos personas que nos dijeron que les diésemos todo o nos iban a sacar una navaja, pero pudimos hablar un poco e irnos rápido para evitar el enfrentamiento".
Los perros y sus dueños son los únicos que pueden venir tranquilamente a jugar. También los jóvenes que se saltan algunas clases y se sientan en los bancos del parque, o simples viandantes que pasan por las mañanas por el paseo central del parque, pero los niños lo tienen más difícil para disfrutar en La Concordia. Mucho más difícil, porque los columpios están rotos, llenos de suciedad y pintadas. El suelo blando en el que caerían si hubiese columpios, está levantado por todos lados. Y si van a ver los patos, primero tendrán que tener cuidado si se suben al cenador, pues el suelo está destrozado, como el del acerado que rodea todo el parque.
INTERVENCIÓN INSTITUCIONAL
Para que la imagen del parque case con el nuevo y refinado aspecto del tradicional quiosco, la Diputación de Jaén y el Ayuntamiento de la capital trabajan conjuntamente en recuperar la zona. La intención es continuar la remodelación que arrancó con el asfaltado del conocido como Paseo de las Bicicletas con la mejora de la zona infantil y la eliminación del edificio de los antiguos baños. Una idea que, para Anguita y Benito, sería "magnífica" si se lleva a cabo "de verdad" y, sobre todo, "si se mejora la seguridad del parque para que las familias puedan venir sin miedo y todos estemos aquí a gusto y tranquilos".
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