DE ORO... Y DE CERA
Un recorrido por uno de los centros expositivos más peculiares de toda España para descubrir la presencia de la provincia en sus salas, en el año de su cincuentenario
"Una palmera en el Museo de Cera", canta el ubetense Sabina, ilustre de aquí que, por cierto, todavía no forma parte de la nómina de personajes de este peculiar centro expositivo ubicado bajo la madrileña Plaza de Colón.
Con permiso del cantautor, Lacontradejaén enmienda el verso y, en lugar de palmera, coloca todo un 'olivar' en sus salas de la mano de la no muy nutrida representación giennense con la que cuenta la ensolerada galería.
Un puñado de personalidades al que este periódico le busca compaña provincial escudriñando la vinculación de otro grupo de estatuas de no nacidos en el Santo Reino que, sin embargo, sí cuentan en sus biografías con vínculos suficientes (a veces trascendentales) como para sentirlos 'embajadores' jaeneses en las cincuentenarias instalaciones del literario Paseo de Recoletos.
Sí, medio siglo de existencia y actividad cumple en 2022 el Museo de Cera de Madrid, tan atractivo que hasta muchas parejas de recién casados, camino de sus exóticas lunas de miel, hacían estación en la capital de España con el principal objetivo de mirar directamente a los ojos de muchos de sus ídolos convertidos en figuras céreas.
Las mismas que, luego, evocaban a través de las entrañables 'televisiones' que, visor adentro, ofrecían fotos de los susodichos. ¡Ay, aquellos souvenirs de los 80!
Abierto al público un ya lejano 1972, no se puede decir que son muchos los giennenses que han merecido el honor de formar parte de la familia del Museo de Cera; ahora bien, que los que están son no admite discusiones, si se tiene en cuenta que los hijos de Jaén distinguidos con este singular homenaje lo tienen por derecho propio, gracias a trayectorias de esas que apabullan.
Y es que habrá quien presuma de una calle o una plaza con su nombre, hasta de una avenida, un colegio, un conservatorio o una biblioteca, pero lo de ser inmortalizado en cera y lograr plaza junto a Cristóbal Colón (la primera figura que se exhibió en sus salas), premios Nobel, estrellas de Hollywood o gentes con vitola de históricos son palabras mayores.
Pasen y, con moderado chovinismo o sacando pecho, conozcan a los andaluces de Jaén en el Museo de Cera.
GIENNENSES DE PURA CEPA
Alrededor de seis meses se tarda en elaborar cada una de las estatuas de cera por parte de los escultores que trabajan para la entidad. Medio año a día de hoy, o lo que se tardase en sus principios, que alumbró las solamente tres figuras de personajes nacidos en Jaén presentes en este particularísimo catálogo.
Un trío que, curiosamente, hace de Linares la 'capital de la provincia en el Museo de Cera de Madrid", toda vez que fue patria chica de tan insignes huéspedes. ¡Hasta la recreación de una escena taurina en las entrañas del coso de Santa Margarita tiene espacio en sus salas! Seguro que ya saben por dónde va la cosa.
Por seguir un orden cronológico, el decano de los linarenses universales esculpido en cera también tiene estatua en su ciudad, aunque de bronce, lo mismo que el busto que le rinde tributo cotidiano en el castizo barrio de Chamartín: el maestro Andrés Segovia (1893-1987).
Como muestra la fotografía que encabeza este trabajo, el autor del estremecedor Estudio sin luz es evocado en plena ejecución de una partitura, posiblemente de Bach (al que él mismo llamaba el Himalaya de la música), a tenor de la hondura que refleja su rostro.
Por supuesto con su inseparable guitarra, esa que elevó a categoría de instrumento clásico y a la que, incluso, pagaba pasaje propio en sus múltiples viajes, para no separarse de ella ni sobre la tierra ni cuando surcaba los cielos del mundo.
Acompañado de otros grandes, como Joaquín Rodrigo, creador del Concierto de Aranjuez, y del violonchelista Pau Casals, que parece interpretar su célebre, delicadísimo Cant del ocells, el marqués de Salobreña brilla con luz propia, también, en el subsuelo capitalino.
Del mundo de la música, igualmente, y nacido en 1943, el eterno niño de Linares es el único artista vivo con acento de aquí entre los alrededor de cuatrocientos personajes inmortalizados en las instalaciones (a esta semana, 367 exactamente, según el listado puesto a disposición de Lacontradejaén por el museo):
"Tras las reformas que estamos llevando a cabo este verano, algunas figuras se retirarán y otras nuevas incorporaciones llegarán pero, a día de hoy, es lo que tenemos en nuestras galerías", confirman.
Enfundado en la indumentaria negra que lo revistió de tintes legendarios en la época de sus grandes éxitos, el incombustible Raphael muestra una juvenil fisonomía en su figura de cera, que parece contemplar al visitante desde una suerte de palco teatral, a un paso de Saritísima.
Completa la terna un linarense de 1947, el matador de toros Sebastián Palomo Linares. Como curiosidad cabe destacar que el popular diestro y pintor, fallecido en 2017, luce uno de sus icónicos vestidos blanco y plata, donado por él mismo para tan especial 'paseíllo'.
Un universo este, el de la tauromaquia, que cobra especial protagonismo a la hora de resaltar la presencia de Jaén en el Museo de Cera; ahí está la recreación de uno de los acontecimientos de mayor calado en la historia taurina, la cogida y muerte del coloso cordobés Manolete, que enmudeció a la España de finales de los 40 y situó la Ciudad de las Minas en la cumbre luctuosa de las tragedias toreras.
En concreto, las instalaciones de la Plaza de Colón recogen el sobrecogedor instante en que Manuel Rodríguez yace en una camilla en la enfermería de la plaza de toros de Santa Margarita, rodeado de los principales protagonistas de aquel 28 de agosto que, en realidad, lo vieron expirar en una habitación del cercano Hospital de los Marqueses.
Hasta aquí la sucinta relación de cerúreas esculturas labradas en honor de tres giennenses, cuyo artístico hieratismo hace patria en pleno centro del Foro. Pero Jaén es mucho Jaén y hay más que tela que cortar, anda que no.
PERSONAJES VINCULADOS CON LA PROVINCIA
Por 'rematar la faena' y puestos a sacar el pañuelo por 'los de casa', merecen mención mitos de seda y oro que, a lo largo de sus vidas, tuvieron (o tienen) al mar de olivos como telón de fondo.
Así, a los pies de Manolete muerto, el controvertido 'capitán Trueno', o sea, Luis Miguel Dominguín (1926-1996), rebautizado como héroe por su célebre hijo en la portada de sus memorias, llora la pérdida del hijo de doña Angustias en esa misma escenificación de la enfermería linarense.
Además de formar parte de tan reproducido cartel, el padre de Miguel Bosé disfrutó durante décadas de una hermosísima finca (La Virgen) en tierras iliturgitanas, por la que pasaron ínclitos de acá y de allá.
En otra escena (tan realista como dantesca) del museo, la que rememora la espeluznante cogida del diestro valenciano Manuel Granero, Enrique Ponce (tan vinculado con el municipio de Navas de San Juan), recibe desde 2004 la admiración del público que ocupa los 'tendidos' del Paseo de Recoletos.
Cambiando de tercio y volviendo (pero mucho) la mirada hacia atrás, el listado de personajes históricos relacionados con la provincia cuenta asimismo con no pocos ejemplos.
¿No dejó dicho Cicerón que allá donde quiera que se esté bien, allí está la patria de uno? Pues quienes se detallan a continuación, por más o menos tiempo, tuvieron al Santo Reino como escenario de excepción de sus aventuras vitales, en un momento dado, y poseen su cuota de protagonismo en el Museo de Cera. Ahí van:
El cartaginés Aníbal, que allá por el siglo III antes de Cristo pasó por la apasionante Cástulo en busca de la princesa Himilce; o el líder lusitano Viriato, que un siglo después guerreó por estas tierras. Hasta el mismísimo Julio César, ya a las puertas de la nueva era, preparó una importante batalla (la de Munda) en la romana Obulco.
De la república de las letras, Santa Teresa de Jesús, que fundó conventos en la geografía carmelitana provincial y hasta estuvo a punto de perecer en las aguas espeluseñas del Guadalquivir (eso asegura la tradición). O el ácido Quevedo, que hizo del mar de olivos musa de sus pensamientos, unas veces para mejor y otras...
Por La Puerta de Segura dejó su rastro José Martínez Ruiz, 'Azorín', adonde llegó de la mano fraterna de su hermano Ramón, médico del lugar en la década de los 30. Y Galdós no supo (o no quiso) resistirse al poder de persuasión de Manolito Ruiz (don Manuel Ruiz Córdoba) y, de vuelta de la boda de Machaquito en Cartagena, dedicó una jornada a conocer Jaén y sus alrededores a principios del XX, así como más de una página en sus gloriosos Episodios Nacionales.
Hasta una calle le dedicó la capital, que luego pasó a mejor vida (la denominación de la vía, no la ciudad).
A Pemán le debe la provincia su presencia en las páginas de una de sus obras, Andalucía, y a Baroja el interés por la figura del general carlista tosiriano Miguel Gómez Damas, que plasmó negro sobre blanco.
En la misma sala que evoca una tertulia literaria de lo más granada, Rafael Alberti recita sus versos marineros a la usanza indumentaria de sus últimos años, parte de los cuales vivió al lado de su última esposa, la profesora valenciana María Asunción Mateo; una historia de amor que tuvo como punto de partida, en 1983, la ciudad machadiana de Baeza.
Machadiana por don Antonio, claro, que en ella pasó siete años que marcaron para siempre al municipio; este, entre otros muchos agradecimientos, convoca cada año un premio internacional de poesía con su nombre.
Cerca de él, el autor del Romance de la pena negra en Jaén, Federico García Lorca, que aparte de ese poema de indudable ascendencia marolivarera dejó preciosas crónicas personales de sus visitas a la Catedral, al Santo Rostro...
Comparte espacio (por fin) con el oriolano Miguel Hernández, creador del himno provincial Aceituneros: "Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos...".
Contaba el recordado José Luis Buendía, por cierto, que en el palacio de los marqueses del Rincón de San Ildefonso, en la calle Llana de la capital giennense, el alicantino y su esposa, Josefina Manresa, concibieron a su primer hijo. ¡Más vínculo con Jaén no se le puede pedir al creador de las Nanas de la cebolla!
O Cela, íntimo del quesadeño Zabaleta y del dibujante Lorenzo Goñi, anduvo y escribió de estas tierras y, para colmo, tuvo como secretario a un campillero (del Río).
La política remite a dos republicanos de relumbrón: Francisco Pi y Margall, en que su obra de mediados del XIX Recuerdos y bellezas de España dedicó algunas páginas a Jaén, y el presidente de la Segunda República Niceto Alcalá-Zamora, hijo de alcaudetenses, con palacio en el pueblo.
Cierra este (ojalá) interesante recorrido de aliento jaenciano toda una estrella del deporte de élite mundial, la nadadora Mireia Belmonte, medallista olímpica que tiene sus raíces maternas en el municipio de Huelma, donde (en palabras de Juan Luis Guzmán, concejal de Cultura huelmense), pasó algunos veranos de su infancia.
No lo olviden cuando se decidan a visitar el Museo de Cera de Madrid, cuyo aire está copado de aliento giennense: el de los que ya están allí y el de los que (seguro) irán llegando.
Únete a nuestro boletín
COMENTARIOS
Marina Ruiz Fernández Septiembre 03, 2022
Es una visita exhaustiva para reconocer el mérito de estar ahí a muchos jiennenses. ¡Gracias por mostrarnos está visita!
responder