El sueño hecho realidad de Gaspar Saavedra Almagro
Tres años acumula ya el museo creado por el pegalajareño en su municipio natal, donde expone, entre otros muchos objetos, piezas propias de oficios antiguos
"Siempre he visto muy bien que se hagan homenajes a gente valiosa, pero he echado de menos que a las personas de profesiones, entre comillas, más humildes (que suelen ser las más imprescindibles) nunca se les reconocen sus méritos; es más su profesión a veces se ridiculiza, no se les paga bien y hasta a esas personas se las llama catetas, a veces, pese a la importancia tan grande que tiene lo que hacen. ¡Merecen un gran homenaje!".
Del magín y de la sensibilidad de Gaspar Saavedra Almagro (Pegalajar, 1957) sale esta reflexión que no es sino su particularísimo leit motiv, el impulso definitivo que, hace tres años, lo llevó a crear un museo propio en la casa familiar de su patria chica, un auténtico sueño cumplido a través del cual poner en valor antiguos oficios, actividades de siempre. Y mucho más:
"Para mí es una gran satisfacción y un honor, se nos han atravesado un par de años malos, por la pandemia, y el museo ha estado un poco inactivo; en esos años he intentado incrementar el número y la variedad de objetos, pero poco a poco la gente está volviendo a visitarlo", celebra.
Sí, piezas propias de labores que, a día de hoy, están más para allá que para acá, "por lo menos hay treinta secciones no solo de profesiones, también de otras actividades, de religión, de ocio...", detalla Saavedra, y apostilla: "La intención es que la gente conozca esas cosas, quiero que se empapen del saber de nuestros mayores, esto es una auténtica realización personal para mí".
La idea de abrir las puertas de este singular inmueble más que centenario, copado de historia, nació hace algunos años, y de ahí a ponerse a organizar la multitud de elementos y enseres hubo un paso, solo un paso.
"El museo está formado con cosas principalmente de mi propiedad y de distintos familiares, pero no cabe duda que he conseguido algunas donaciones, sobre todo de los asesores de mis escritos, que al hacerles la entrevista han tenido el detalle de darme algo suyo propio para que esté representado".
Reportajes que el propio Saavedra realiza para mantener viva la memoria, las costumbres, los oficios y que, más pronto que tarde, quiere dar a luz para complementar el trabajo emprendido: "Ya me queda poquito", asegura.
CASA Y ESTUDIO DEL PINTOR JUAN ALMAGRO
Y es que entrar en ese caserón pegalajareño no es solo sumergirse en el universo particular de Gaspar Saavedra: o sí, pero también es adentrarse en el paisaje doméstico, cotidiano, de uno de los grandes nombres de la pintura giennense del siglo XX: Juan Almagro. Su tío abuelo.
De él conserva, intacta, la luminosa habitación que sirvió de estudio al artista, punto y aparte en el itinerario de los visitantes: "Tiene ventanales a los cuatro puntos cardinales; él, aunque destacó por el retrato y el bodegón, se especializó en el paisaje, y a través de esos ventanales inmortalizó las preciosas vistas que contemplaba", evoca.
Todo eso, objetos y vivencias, incluso los tres cuadros que conserva de su tío abuelo, lo custodia con mimo Gaspar Saavedra, encantado (dice) de acudir a la llamada de cualquier grupo que desee conocer su museo, que mantiene sin ayuda alguna. No cobra entrada, no, pero (en sus propias palabras) el mejor pago que puede recibir es precisamente ese: el interés de la gente.
Únete a nuestro boletín