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Niños en la tele

Por Fran Cano - Mayo 06, 2017
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Niños en la tele
Antonio Orozco y Rocío Aguilar celebran la victoria de la segunda en la final de 'La Voz Kids'.

Ganar y perder en la televisión cuando aún no eres adulto

—¡Son más grandes que nosotros!

La exclamación pertenece a la cantante Rosario. El momento lo emitió ayer Mediaset en la final de La Voz Kids. La intérprete de Qué bonito piropeó a la pareja de gemelos de seis años que más juego ha dado en la reciente edición del talent show. Uno de los dos mantenía el tipo entre sollozos —cómo se mantiene el tipo en televisión con seis años– cuando la hija de Lola Flores eligió al finalista y descartó a esos gemelos que hablan y entonan su garganteo gitano con una coordinación increíble. Antonio y Paco. Qué par.

Pero, claro, Rosario sabe perfectamente que los menores no son más grandes que los adultos. Mi perogrullada apunta al conflicto que arrastran los concursos de televisión para niños: ¿es buena idea que estén ahí? ¿Ganar y perder a esa edad les hará mejores? Las cámaras seducen tanto como emboban. Y algunos padres viven los efectos con más intensidad incluso que los protagonistas.

La Voz Kids sólo es el formato más actual de una tradición de programas para menores que viene más allá de la edición junior de Lluvia de estrellas. Hay espacios más amables, como ¿Sabes más que un niño de Primaria?, donde el factor competición se dulcifica, se hace menos perfectible para los protagonistas y queda en un segundo plano para la audiencia. No es el caso de los talent; ahí ganar y perder tiene un significado demasiado similar al deporte de élite. O al menos así lo percibimos al otro lado de la pantalla.

En el último asalto, Bisbal fue padre por padre, familia por familia, elogiando a los concursantes y relativizando las ideas de victoria y derrota. Lo hizo antes de elegir a sus tres finalistas.

—Yo soy un ejemplo. El año pasado me fui a casa a la primera, y ahora estoy en la final —dijo Mónica, concursante que no paró hasta conseguirlo. Ya en la ingenuidad de la afirmación hay un cariz competitivo.

El mundo laboral es muy competitivo. Y el artístico es un ejemplo, de modo que la presión que viven de pequeños los artistas será aún mayor cuando intenten hacerse hueco. Merece la pena cuestionar si esa presión tiene que llegar tan temprano, y si los creadores de los programas se esfuerzan en atemperar el efecto.

Ganó Rocío Aguilar, que reventó a llorar, igual que su coach, Antonio Orozco. De todas las reacciones me quedo con la de Paula, descartada en el último peldaño antes de la final. Sonrió, bajándose del escenario, y pareció decir: “Más se perdió en la guerra”.

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