La cara B del mundo digital
Hace unos días, la persona que más sabe de marketing digital en el mundo actual, Gaby Castellanos, compartió unos 'reels' (el formato de vídeo vertical en Instagram) sobre el documental The age of influence (La era de la influencia en español) que me erizaron el corazón y me invitaron a verlo para, así, conocer la cara oscura de las redes sociales y de aquellos que se llaman a sí mismos “influencers”. Lo cierto es que, creo que nadie tiene potestad para definirse a sí mismo influencer, tener o no influencia es algo que deciden los que son influenciados, no uno mismo. Eso es tener un ego gigante y lo demás son tonterías.
Todos somos sabedores de que el buen uso de las herramientas tecnológicas suponen una extensión de nuestra creatividad, de nuestro conocimiento y de nuestro desarrollo como sociedad y, sí, eso incluye también a las redes sociales. Sin embargo, lo que crea el ser humano, y el ser humano en sí mismo, encierra una parte oscura que es capaz de cometer los actos más atroces y deleznables en busca de atención, protagonismo y/o fama. Ver lo que algunas madres son capaces de hacer con la privacidad de sus hijos por conseguir atención, ver las estafas que se cometen por un puñado de visualizaciones o 'likes', o las vidas de mentira que se construyen para, simple y llanamente, engañar al que está al otro lado de la pantalla y de paso sacarse unos miles de euros o dólares es, muy probablemente, la parte más fea y oscura del social media.
Estafadores y vividores ha habido siempre, no es ninguna novedad. Pero, hoy en día es tan sencillo crear un falso escenario y seleccionar lo que se publica para enviar una imagen y una realidad distorsionada e inventada, que se hace obligatorio estar bien formado e informado y poseer sentido crítico y una cultura mínimos para saber detectar ese tipo de perfiles y no consumirlos. Pues aparecen como setas y tienen tan estudiada la imagen que quieren proyectar, que aún estando prevenido pueden cautivarte y engañarte.
Soy fiel defensora del progreso tecnológico, creo firmemente que la tecnología y los avances científicos han venido a hacernos la vida más fácil y, que como todo, depende del uso que se le den. Todos tenemos cuchillos en nuestras cocinas y nadie piensa que por ello vamos a ser asesinos, ni que vamos a degollar al primero que se cruce por delante. Las herramientas sólo son peligrosas si no saben utilizarse. Es una cuestión de educación, de conciencia social y de principios. Es un trabajo de todos proteger a nuestros hijos de la cara B del mundo digital, igual que los protegemos en el mundo físico. Es nuestra obligación ser civilizados y cumplir las normas de convivencia de un mundo digital que está en continua evolución y crecimiento. Un mundo digital que se ha convertido en la extensión sensorial del mundo real.
Aunque si soy sincera, en mi opinión los códigos del mundo real siempre estarán por encima del digital, pues por mucho que mire paisajes bonitos a través de una pantalla, no consiguen emocionarme del mismo modo que ver el atardecer en directo de la mano de las personas de mi círculo cercano. El contacto físico de persona a persona jamás será sustituido por lo digital. Dejemos de permitir que la tecnología domine nuestra vida, y seamos nosotros dueños de ella, decidiendo con sentido común para qué y cómo la utilizamos.
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