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Patrocinio de Biedma y La Moneda

Por Celeste Cruz Rama - Septiembre 26, 2017

Cuando el dolor se convierte en versos

Lo tuve prácticamente todo en esta vida, salvo una. He dado todo lo que mi espíritu tenía. La soledad me empujó a la lectura y el dolor a la escritura; mi condición, a defender los derechos femeninos; y mi amor, a proteger a los más frágiles: los niños. Nací de una familia noble en un pequeño pueblo de Jaén. Mi amiga del alma, la Condesa Rattazzi, me descubrió la ciudad que me vio morir.

Cuando Diego José de Biedma y Marín e Isabel María de la Moneda y Riofrío pensaron en el
nombre de Patrocinio para su segunda hija no imaginaban que su significado iba a marcar
toda una vida. Fue en Begíjar un 13 de marzo de 1845. Su padre, fallecido cuando ella
contaba con apenas cuatro años de edad, marcó el tormento de su infancia que se tradujo en una soledad que Patrocinio volcó en la lectura. Quizá ese aislamiento la lanzó a unirse en matrimonio a un baezano llamado José María de Quadros y Arellano. Corría el año 1861 y así el apellido Biedma –de noble raíz andaluza— quedó unido al Marquesado de San Miguel de la Vega. Patrocinio tenía dieciséis años y su mayor deseo ya era ser madre.
Fruto de su matrimonio nacieron tres niños. Pero el 9 de febrero de 1873 queda viuda.
Es la fecha que marca el principio de la historia de su vida, de esa vida que ha dejado para la posteridad su figura luchadora e influyente. Los días le arrebataron de las manos a sus tres hijos en breve espacio de tiempo que marcharon con uno, dos y seis años de edad.

El mayor dolor se convirtió en verso y en 1872 ve la luz ‘Guirnalda de pensamientos’; en 1874 se publican ‘Elegía a la memoria del niño Don José María del Olvido Quadros de Biedma, muerto a los seis años de edad’, ‘La oración a mi hijo José del Olvido’ y ‘Ecos de amor. A mi hijo José del Olvido’; y en 1876 lo hace su segundo poemario, ‘Recuerdos de un ángel’, inspirado tras la muerte de su tercer hijo.

En 1877, viuda y sola, decide abandonar la tierra jiennense e instalarse en Cádiz, una
ciudad que descubrió años antes durante un viaje junto a su gran amiga Marie Laetitia
Bonaparte-Wyse, conocida como la princesa rebelde, princesa de Solms y condesa de Rattazzi (título de su primer esposo, reconocido ministro italiano), entre otros títulos nobiliarios; y amiga íntima también de otra gran escritora, Emilia Pardo Bazán.

Enamorada de esta ciudad, Patrocinio decide fundar ese mismo año la revista ‘Cádiz’,
en la que colaboran grandes firmas. Su inquietud narrativa se desborda y entrelaza la
publicación de la revista con otros géneros como poemarios líricos y narrativos, novelas
históricas, costumbristas, realistas, así como colaboraciones en otras publicaciones, también bajo el pseudónimo de «Ticiano Imab», e incluso como traductora de la obra de Víctor Balaguer, La Sombra del César. Su ímpetu literario no sólo quedó patente en sus letras, pues un año después de su llegada funda la Federación Literaria de Andalucía con el objeton principal de incentivar la creación literaria ante el pobre panorama cultural andaluz de entonces.

Es de comprender que, moviéndose por aquellos círculos desde su llegada a Cádiz,
Patrocinio necesitara un editor. El elegido fue el dueño de la Tipografía La Mercantil, José
Rodríguez y Rodríguez, también archivero jefe de la Diputación y director de la prestigiosa
Crónica Gaditana. Entre ellos surgió una fuerte amistad que, tras enviudar él, pasó a una
relación más estrecha. En 1888 contraen matrimonio apadrinados por el Rey Alfonso XII. Su unión alcanzó hasta el 9 de junio de 1914, fecha en la que Patrocinio vuelve a enviudar.

INFANCIA, MUJER Y PAZ

Pero no sólo de literatura se alimentaba el espíritu de Patrocinio. Aunque encontró en los
hijos de su segundo esposo la familia que una vez tuvo y perdió, veló por quienes no tenían
padres ni cobijo. En diciembre de 1885 abre sus puertas ‘El Patrocinio’, un hogar y escuela
para huérfanos conocida popularmente como ‘la casa de los niños’ y en 1888 participa en el
Congreso de Protección a la Infancia que se celebra en Cádiz, entre otras iniciativas. Sus
esfuerzos le valieron la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia.

También el papel de la mujer en su época preocupaba a Patrocinio, quien escribió
decenas de artículos y creó personajes en sus novelas que revelan y se rebelan contra las
condiciones sociales y familiares impuestas a las mujeres en un mundo dominado por
hombres, siempre desde una perspectiva íntima y ajustada a las lectoras de la época, mujeres burguesas que encontraban en la literatura un pensamiento idealista. “La educación de la mujer es una necesidad de nuestra época que se impone en cada una de sus fases y que a conseguir su realización están obligados cuantos se preocupan de los problemas sociales”.

Este es parte del discurso que Patrocinio pronunció durante la apertura del curso en 1886 de la Academia Gaditana de Ciencias y Artes, de la que fue académica honoraria.

Llegado el momento, Patrocinio, combativa, no defendió el sufragio femenino por
entender que el voto lo decidían “el padre, el amigo o el marido” por encima del criterio de la propia mujer. Fue, además, la primera mujer socio de mérito de la Real Sociedad Económica Amigos del País de la Ciudad y Reino de Jaén. Y comprometida con el pacifismo, en 1898 fue nombrada vicepresidenta en España de la ‘Liga de las Mujeres para el Desarme Internacional’.

En 1897, durante una velada en memoria de la escritora, pedagoga y jurista
Concepción Arenal, Patrocinio solicita al Ayuntamiento gaditano pongan su nombre a la
llamada entonces calle de la Cárcel. Y así se cumplió.

El 14 de septiembre de 1927, hace noventa años, Patrocinio de Biedma fallece en Cádiz.
Su legado es inmenso y no sólo avalado por su gran producción literaria. Su recuerdo
permanece en su casa natal, en Begíjar, donde le rinden homenaje dando su nombre a una
calle y a su figura en el Museo de Artes y Costumbres.

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