Peleando a la contra: una conversación con José y Rocío
José y Rocío Lara, dos jóvenes de Santiago-Pontones, sobradamente preparados, empeñados en reconducir la lógica
Lo normal en el mundo rural es que los jóvenes, tras la Educación Secundaria, se marchen a la ciudad para terminar de formarse y ya solo regresen al pueblo durante algunas semanas en verano, fines de semana sueltos y los días más señalados de la Navidad. A veces, incluso, esa idea se erige en la preferida de sus padres, porque para eso se han sacrificado en pagarles unos estudios. Pero, para nuestra suerte, lo normal solo existe gracias a lo extraordinario.
Rocío Lara tiene 25 años, es graduada en Economía y, actualmente, cursa el Máster de Profesorado, trabaja en la empresa familiar (Panadería La Milagrosa), imparte clases de inglés a los chavales y, junto con sus hermanos, acaba de embarcarse en un proyecto de turismo rural: Rosa Blanca, un caserón situado en Los teatinos, una pequeña aldea cercana a Santiago de la Espada.
José Lara, de 32 años, es ingeniero informático y, al igual que su hermana Rocío, trabaja en el negocio familiar, da clases de Inglés y anda ultimando la puesta de largo de Rosa Blanca. Ambos viven en La Matea, otra aldea situada a pocos kilómetros de Santiago de la Espada.
—Los dos viajáis con frecuencia. Habéis estudiado en Granada y, hasta donde sé, elegisteis libremente quedaros en la sierra. ¿En qué momento y por qué decidisteis que Budapest, Varsovia, Buenos Aires, Estambul, Madrid, Murcia o Granada son ciudades fantásticas para pasar algunos días de asueto, pero ningún lugar como La Matea para poner los pies en el suelo cualquier lunes por la mañana?
—Rocío: Cuando has vivido en un pueblo toda tu vida, y realmente te gusta la vida de pueblo, al salir a vivir a otro lugar te das cuenta de lo que realmente quieres. No es fácil volver, hay que tenerlo bastante claro porque lo primero que la gente te dice es que para qué vuelves si no hay nada que hacer ya en el pueblo. Bueno lo de que no hay nada que hacer es bastante relativo, a mis días le faltan horas para hacer todo lo que me gustaría. Una de las razones más importantes para mi vuelta fue sin duda el estilo de vida de los pueblos, el trato familiar que hay con la gente. Además, por supuesto, del enclave tan maravilloso en el que vivimos, levantarte esos lunes por la mañana y en vez de ver atascos, humos, ruidos… ver montañas, valles, ríos… no tiene precio. No vivo en La Matea porque los otros sitios no me gusten, o no estuviera a gusto (de hecho en Granada pasé cinco años maravillosos en los que conocí mucha gente e hice muy buenos amigos y me encanta la ciudad, siempre que puedo vuelvo); vivo en la Matea porque me encanta salir de mi casa y ver los paisajes, los vecinos (que por cierto, saludan), ir por la calle y poder decir buenos días sin que te miren raro… no hay una sola razón, más bien un conjunto de cosas fueron las que me hicieron volver.
—José: Para mí la razón es principalmente sentimental. El hecho de haberte criado libremente en este entorno, jugando con animales en el campo, bañándote en el río en los veranos, jugando con la nieve en los inviernos y teniendo una relación cercana con familiares y amigos hace que tenga un apego especial por esta tierra. Si a eso le unes que la Sierra de Segura es un lugar extraordinariamente bello, en el que se puede tener una relación bastante cercana con los vecinos, respirar aire puro o tener un ritmo de vida más apacible, hace que finalmente la opción de vivir en La Matea tome mucha fuerza y es la que finalmente hemos decidido.
—Nos encontramos a cerca de tres horas del hospital más cercano, en el que podrían realizarnos una intervención quirúrgica de cierta importancia. Obviemos esta clase de dramatismos… Algunos ejemplos: la librería, el cine, la sala de conciertos o el centro comercial más cercanos a Santiago se encuentran a dos horas y media, aproximadamente. La gente que no sabe lo que es vivir a dos horas y media de una posibilidad de ocio, se aventura y dice que tenemos mucha suerte llevando una vida que, a priori, se les antoja tranquila y placentera. ¿Pesan las renuncias? ¿Surgen brotes de arrepentimiento? ¿Qué se echa más de menos?
—R: Hombre hay días en los que te apetece ir al cine y no puedes porque no está cerca. Igual que había días que estaba en Granada y me apetecía dar una vuelta por el campo y tampoco podía… Hay cosas que se echan de menos como el cine o tener al alcance un concierto o una obra de teatro, por ejemplo. Días en los que no te apetece esa tranquilidad, tanta tranquilidad; en los que simplemente te apetece salir a dar una vuelta y que haya mucha gente, mucho ruido y muchos coches pero es eso, que solo son unos días; que la mayoría de los días salgo a la calle y pienso en la suerte que tengo en poder vivir en un sitio así. Cuando vives en una ciudad tampoco estás todos los días de cines o conciertos y hoy en día es fácil moverse, salir unos días, despejarte y hacer todo lo que te gusta hacer y volver.
— J: Obviamente, cuando decides vivir en un lugar como este sabes que vas a tener que renunciar a muchas cosas que las ciudades pueden ofrecerte y que no hay aquí, como restaurantes, cines, centros comerciales, ocio… Estas cosas son necesarias para hacer la vida más agradable. Lo bueno es que no somos árboles que tenemos que estar siempre atados al mismo lugar. Que me guste vivir aquí no quiere decir que no me guste salir de aquí. Siempre puedes escaparte un fin de semana para ir al cine, a cenar o a conocer cualquier otro lugar. De todas formas considero que las cosas que no se pueden encontrar en la sierra no son esenciales, más bien son bastante superficiales.
—Habéis nacido aquí. ¿Ha cambiado mucho la sierra en estos últimos 20 años?
—R: Sí, ha cambiado mucho. Yo creo que ahora mismo estamos en una etapa de transición en la que tenemos que coger el tren o nos quedamos atrás. Me explico. Hace 20 años la gente vivía de su ganadería, sus hortalizas, bares… Había mucha más gente. Hoy en día no podemos esperar vivir solo de eso, tenemos que captar gente y eso solo lo lograremos si tenemos en conciencia que necesitamos tener buenas infraestructuras, ríos limpios, pueblos atractivos… no solo para el turismo ocasional, que también, si no para el que se le pase por la cabeza quedarse, hacérselo más fácil.
—J: Ha cambiado mucho, demasiado. Y yo creo que a peor. El principal cambio está en la despoblación brutal que sufren las zonas rurales en general y Santiago-Pontones en particular. Antes las calles y las aldeas estaban llenas de vida y de gente. Esto poco a poco se va apagando. Y es una pena. Por otro lado, creo que nos estamos quedando atrás en cuanto a desarrollo de infraestructuras. El hecho de vivir en el Parque Natural más extenso de Europa no ha redundado en una mejora de la calidad de vida de las personas que, ante la falta de oportunidades que esta tierra les ofrece, muchos han tenido que buscarse la vida en otros lugares.
Rocío: No es fácil volver. Hay que tenerlo bastante claro. Lo primero que la gente te dice es que para qué vuelves si no hay nada que hacer en el pueblo. Y eso es bastante relativo, a mis días le faltan horas para hacer todo lo que me gustaría
—Además de un limbo entre la enormidad de Los Campos de Hernán Perea y la hermosísima Vega de Santiago, ¿qué es y qué queréis que sea Rosa Blanca?
—R: ¡Uf! Ahora mismo solo quiero acabar la obra (risas). Un atractivo más. Un sitio en el que la gente piensa cuando quiera venir aquí. Intentaremos dar un servicio de cercanía, humano, que muchas veces es lo que falta cuando vas de viaje y te alojas en sitios. Además de intentar que la gente conozca la sierra y la llegue a querer tanto como nosotros.
—J: Siempre comentamos que uno de los problemas a la hora de captar turismo en la zona de Santiago-Pontones es la falta de infraestructuras y servicios de calidad. Simplemente queremos que Rosa Blanca palie un poco estas deficiencias ofreciendo un lugar cercano y agradable, con un trato familiar. Un lugar que pueda ser un punto de encuentro donde los visitantes no solo disfruten de una estancia agradable, sino que también sirva como un lugar de referencia desde el cual el visitante pueda aproximarse y conocer lo que la Sierra de Segura y Santiago-Pontones puede ofrecerle, para intentar dejar de ser la gran desconocida del Parque Natural.
—Me contaba vuestro hermano Raima, la tercera pata de esta mesa, que tiene intención de realizar encuentros literarios y otra clase de eventos allí. Recuerdo ahora el concierto que nos regalaron Richard y su amigo en el Secadero del Berral, un martes del pasado septiembre; llovía a mares y ahí estábamos todos, disfrutando de lo lindo. ¿Habrá lugar para cosas así o son solo los sueños del poeta?
—R: Nada de sueños, realizar actividades de ese tipo lo tenemos en mente, de hecho ya hay un par de ellas preparadas para este verano. Nos encantan ese tipo de reuniones y sin duda que, mientras que la gente responda, las organizaremos; y si no responde las haremos de forma informal. Realizar actividades de este tipo más que un trabajo es un placer.
—J: Uff! Recuerdo muy bien ese concierto de Richard, de Poyotello. Por cierto, tanto a Richard como a su mujer Stephanie les dedico una amplia entrevista en el último número de la Revista Zurribulle, ya que son grandes viajeros y amantes de esta tierra también. Yo creo que este tipo de reuniones son esenciales para el disfrute y desarrollo cultural de Santiago-Pontones y Rosa Blanca es el lugar perfecto. Ya sea un concierto acústico, una lectura de poesía, unas jornadas micológicas o la presentación de un nuevo libro como pudiera ser el del escritor Andrés Ortiz Tafur. Son actividades que, en la medida de lo posible, intentaremos llevar a cabo en Rosa Blanca.
—Vivimos en la frontera: Albacete, Granada, más cerca de Murcia que de Jaén… Me contaba Francisco Cuadros que cuando las matrículas de los vehículos indicaban la provincia, en Santiago de la Espada predominaban las de Murcia y en Pontones las de Jaén. No resulta infrecuente que cuando aparecemos en los medios de comunicación nos sitúen en la Sierra de Cazorla. Durante el invierno dependemos de la Administración de otras provincias para poder salir y entrar, si nuestra dirección o la de los turistas que vienen a visitarnos es El Levante. Todo esto fortalece el sentido de identidad y el orgullo, pero, a la par, nos machaca. ¿Hay varias sierras de Segura dentro de la Sierra de Segura?
—R: Yo creo que sí, la Sierra de Segura tiene muchas vistas. De la misma forma que no es lo mismo venir que vivir aquí, no es lo mismo venir en verano que en invierno, cada cosa tiene sus pros y contras. O venir por una carretera u otra. A la zona de Pontones, por ejemplo, viene mucha más gente de la zona de Jaén; a la del Valle del Madera de Valencia o Villareal; a Santiago y su Vega mucha más de la zona de Murcia. Pero esto no quita que las necesidades que tenemos las tenemos todos y todo en su conjunto es lo que hace lo especial de esta Sierra.
—J: Esto es un gran problema para la gente de Santiago-Pontones. El depender de distintas administraciones, en algunos casos gobernadas por partidos políticos de distinto signo y/o con intereses contrapuestos hacen que muchas veces el papeleo y la burocracia de las distintas gestiones que deben hacer los habitantes de esta zona sea un infierno. Si a esto le unes las grandes distancias que hay que recorrer para ir a los distintos centros de gestión (Santiago-Pontones es uno de los municipios de España que más alejada tiene su capital de provincia) la cosa se complica todavía más. Este es otro de los grandes inconvenientes de vivir en esta zona. Por otro lado, al estar en confluencia con otras provincias cada una con su propia idiosincrasia dota a la zona de la Sierra de Segura de una riqueza cultural enorme.
—Si un día os topáis con el genio de la lámpara en la cima del Almorchón, ¿qué tres deseos le pediríais para Santiago-Pontones?
—R: Aumento de la población residente en el término, creo que es el principal problema que tenemos; conciencia en la gente de que tenemos que ser respetuosos con el medio que nos rodea, veo mucha inconsciencia todavía entre nosotros, los que vivimos aquí; y por último pues encontrar ese equilibrio entre crecimiento del pueblo y el que no perdiera su esencia (aunque esto sí que lo veo lejos).
—J: Bastante difícil resumirlo todo en tres deseos (risas). El primero sería que los habitantes de Santiago-Pontones fuesen capaces de ser conscientes del enorme patrimonio natural del que disponemos y lo apreciasen y lo cuidasen como tal. Es cierto que mucha gente sí que lo está y está realizando grandes esfuerzos para que lo reconozca, pero creo que queda mucho camino que recorrer en este aspecto. El segundo sería que hubiese más oportunidades para que la gente que quiere pudiese establecerse y desarrollarse en esta zona, frenando así la despoblación. Aquí el genio tiene mucho trabajo. El tercero, y más difícil de todos, que los de Canal Sur dejasen de decir que Santiago-Pontones está en la Sierra de Segura, este ya lo doy por imposible.
José: Considero que las cosas que no se pueden encontrar en la sierra no son esenciales, más bien son bastante superficiales
—¿Sois optimistas con el futuro de Santiago-Pontones? ¿Cesará en algún momento la despoblación?
—R: Yo soy optimista, si no lo fuera dejaría de hacer proyectos en la Sierra. Ahora bien, creo que el principal problema que tenemos es la despoblación y que todos tenemos que echar una mano para que esto pare. Desde los particulares a las administraciones, cada uno en la medida de sus posibilidades.
—J: Absolutamente. Pese a la tendencia negativa en la que vivimos, yo pienso que es perfectamente factible revertir esta situación. El turismo, el cordero segureño y el aprovechamiento de los recursos naturales e históricos que posee esta tierra (pinturas rupestres patrimonio de la humanidad, calidad del cielo etc…) deben ser los pilares fundamentales sobre los que vuelva a resurgir Santiago-Pontones. Hay indicios de que esto es perfectamente posible.
—¿Cuál es vuestro lugar favorito de la sierra?
—R: ¡Qué difícil elegir solo uno! Bueno de elegir solo sería el nacimiento del Berral. Me encanta darme un paseo, llegar allí, sentarme a la sombra “del llorón” y escuchar el agua nacer.
—J: Llegamos a la pregunta más difícil de toda la entrevista. Probablemente sea la cima del Pico Banderillas, el de mayor altitud de Santiago-Pontones y de la Sierra de Segura. Desde ahí se puede contemplar la Sierra de Segura en toda su inmensidad. La sensación de estar ahí es indescriptible.
—A mí me sorprende vuestra inquietud y vuestra actitud, y creo que dentro de diez o quince años se hablará de vosotros como dos de los artífices del reflote de la comarca. Pero y vosotros, ¿os imagináis finalmente en otro sitio, volviendo en el mes de agosto?
—R: Cuando estás empezando un proyecto es difícil imaginarte en otro sitio, pero son cosas que no se pueden descartar tampoco. Estoy intentando buscar la manera de poder quedarme aquí y establecerme de forma indefinida, pero tampoco podemos obviar que es difícil y que la vida da muchas vueltas. Pero ahora mismo no entra en mis planes abandonar la Sierra, ni se me pasa por la cabeza.
—J: La vida da muchas vueltas y nunca se puede decir “de esta agua no beberé”, quien sabe si quizás el destino nos lleve a otros lugares. Pero de momento, este es el lugar en el que quiero estar y veo bastante difícil el establecerme en otro sitio.
—También estáis inmersos en la recién creada Asociación de Empresarios de Santiago-Pontones. ¿Hacia dónde creéis que han de ir encaminados los esfuerzos?
—R: Yo creo que los esfuerzos deben de ir dirigidos a la unión de los empresarios o la gente que quiera colaborar. Tenemos muchas cosas buenas, productos, lugares, restaurantes, alojamientos… creo que si todos aunamos fuerzas y trabajamos en la misma dirección nos irá mejor a todos.
—J: Los esfuerzos deben estar encaminados a tejer un tejido empresarial fuerte que nos de facilidades para reforzar y desarrollar cada una de las empresas que componen la unión de empresarios y, al mismo tiempo, desarrollar la zona para crear las condiciones propicias para generar riqueza. Si somos capaces de obviar nuestras diferencias y remar todos en la misma dirección, esto es posible.
—Aprovechando tu faceta de fotógrafo, José, ¿nos prestas algunas fotos para que la gente conozca mejor nuestra sierra?
—J: ¡Faltaría más!
—Mil gracias por prestaros a esta entrevista y, sobre todo, por apostar tan fuerte por Santiago-Pontones.
—R: Gracias a ti por hacernos posible dar nuestra opinión. Simplemente animar a la gente que tenga proyectos para esta zona, que entre todos podemos dar vida a Santiago – Pontones o quieran venir a vernos.
—J: Gracias siempre a ti Andrés. Un placer charlar contigo.
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