"Un niño me dijo: 'Maestra, yo creía que yo no servía para nada'. Y lloré"
El CEIP San Eufrasio de Andújar estrena la película Etiquetas, una llamada de atención para romper los estereotipos de género desde la visión de la comunidad educativa
La comunidad educativa del colegio iliturgitano de Infantil y Primaria San Eufrasio ya sabe lo que es ponerse delante (y detrás) de las cámaras, pisar la alfombra de un estreno, disfrutar las mieles del éxito... Vamos, como si le hubiesen concedido un Goya. ¿Que no?
Se han trabajado toda una película, Etiquetas, con sus equipos artístico y técnico, guiones, recursos cinematográficos y un claro, clarísimo objetivo: romper, precisamente, esas etiquetas de género que, aseguran desde el centro, todavía persisten:
"El proyecto es el colofón final de tres años de trabajo y surgió en el patio del colegio un día, comentando entre compañeras las historias de algunos niños. Empezamos a hablar de una alumna a la que se le da muy bien estudiar y sus padres le habían dicho que no podía seguir, porque la madre estaba embarazada y tenía que cuidar de los pequeños; yo hablé de otra que quiere jugar al fútbol y los padres no la dejan... Total, a raíz de eso nació la idea de hacer un teatrillo que reflejara esas situaciones", aclara Mari Luz Toledano, directora del colegio, y apostilla: "Si quedaba bien, dijimos de enseñárselo a los padres".
Vaya si quedó bien, querían repetir, escenificarlo cuantas veces fuera preciso para que el mensaje calara, pero la pandemia y sus sucesivas olas lo impidieron:
"Presenté el proyecto (que veíamos superbonito) a la consejería, como proyecto de innovación, para que nos dieran dinero y poder hacerlo. Queriamos representarlo otra vez, pero con el Covid... Y dijimos: 'en vez de teatro, hacemos una película, se queda entre nosotros, la montamos y cuando se pueda se proyecta".
Adaptaron el guion original (obra de la directora), los personajes, lo que hizo falta y convirtieron aquella conversación de patio de escuela en película, ellos que no habían tenido más relación con el séptimo arte que la que se establece al ocupar una butaca, comer palomitas y beber un refresco mientras se pasa de lujo frente a la gran pantalla:
"Nos concedieron el cien por cien de la ayuda [o lo que es lo mismo, que los 'productores' manejaron un presupuesto de tres mil euros], y contamos con nuestro mentor, Raúl Muñoz, uno de nuestros voluntarios de la comunidad de aprendizaje, que es actor; le pedimos ayuda y nos enseñó muchas cosas, hasta que llegó el momento de grabar".
Como auténticos profesionales, alumnos y profes se transformaron, por unas semanas, en productores, intérpretes, guionistas, técnicos...:
"Había niños que se ofrecían voluntarios para interpretar, niños que suelen ser a los que se les da bien todo; y a los que no se les da bien nada (según ellos), a los que son reacios a todo, a los que les da vergüenza, les dijimos que los necesitábamos porque si los demás interpretaban, alguien tenía que grabar".
Todos a una, como en Fuenteovejuna, y no solo para crear una obra que mueve conciencias, no, sino también para generar realidades conmovedoras que, por sí solas, hacen que esta aventura haya merecido la pena:
"Yo me quedo con la frase del cámara, un niño de los que están en el despacho cada dos por tres pero que desde que empezó a grabar, dejó de pasar por el despacho; el día del estreno me dice, a lo lejos: '¡Maestra, y yo pensaba que yo no servía para nada!'. Yo lloré, se me saltaron las lágrimas, se me puso el pelo de punta y le dije: '¡Para que veas!'.
Y es que no solo han logrado romper etiquetas, a la par han reforzado la autoestima de los pequeños, como en el caso de un niño con una gran dificultad en el lenguaje:
"En el teatro lo pusimos de etiquetador, completamente de negro; quería participar y no se le entendía, y lo que hacía era poner las etiquetas en la espalda de la gente. Pues en la película ha salido hablando, con un papel de los más largos, y además ha sido claquetista".
Toledano celebra: "Lo más bonito de todo no ha sido la película, el resultado final, sino el recorrido, la cantidad de valores y de satisfacciones que hemos sacado, la empatía a la hora de ensayar las escenas y el montón de etiquetas que hemos roto con las familias".
Por lo pronto, empezaron por cambiar la típica alfombra roja del estreno (en un cine iliturgitano, el pasado día 16) por otra color azul celeste. "La presentación fue superpreciosa, fueron las familias, los voluntarios de la comunidad de aprendizaje, autoridades municipales y de la Consejería de Educación. Estuvimos muy bien arropados, fue una gran experiencia", afirma.
UN PROCESO DE TODO MENOS FÁCIL
Y eso que el proceso no fue fácil, para nada. La directora del colegio lo cuenta entre sonrisas, pero a toro pasado, porque en Dirección y con una papeleta así por solucionar debió de ser de todo menos sencillo:
"Desde el primer momento que hicimos el teatro, hubo familias que fueron al despacho para decir que su hijo no salía; hay una escena de un niño que no quería ir al fútbol, sino a ballet, y los padres decían que su hijo no salía con zapatillas de baile, así que hubo que decir familia por familia que no pasaba nada. Otras querían verlos antes del estreno, para decidir si los dejaban o no, y algunos me decían: 'Maestra, eso del feminismo no va con nosotros, la mujer es la copa sagrada".
Pero era verlos en los ensayos y cambiar de actitud: "Es verdad, maestra, que salgan". Todos encantados. Miel sobre hojuelas.
Ya estrenada, el enlace anda de móvil en móvil, las comunidades educativas del resto de centros de Andújar les piden disfrutar de Etiquetas, difundir su mensaje, generar reflexión: "La inspectora de Educación nos ha dicho que hay que darle difusión, así que volveremos a proyectarla a principios del próximo curso ya para todos los colegios".
Vamos, que si hubiera que pagar entrada se agotarían en cuestión de minutos, como en los grandes estrenos de la Gran Vía.
Un trabajo 'de película' cien por cien estudiantes y maestros, que seguramente no les procurará un Oscar pero que ya les ha otorgado un gran premio: el de saber hasta dónde pueden llegar cuando, todos, sin excepción, deciden aportar lo mejor de sí mismos.
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