LOS BANCOS TAMBIÉN EMIGRAN
En el proceso de desmantelamiento de la banca los pequeños municipios han sido los que se han llevado la peor parte. Jaén llegó a contar en 2008 con 630 sucursales repartidas por toda la provincia. La cifra ha caído hasta las 486, contabilizadas en 2017
La Andalucía rural, mejor dicho, la despoblada, avanza sin que nadie ponga remedio. Los jóvenes abandonan los pueblos en busca de una oportunidad laboral en otros lares del mundo. No hay relevo generacional y, en un horizonte no muy lejano, el censo de nuestros municipios bajará de manera irremediable hasta niveles nunca conocidos. Es la cruda realidad del fenómeno de la despoblación que también afecta a la prestación de servicios, entre ellos el acceso financiero, debido en gran medida a la digitalización del sector y, obviamente, a la crisis.
En ese proceso de desmantelamiento quienes se han llevado la peor parte han sido los pequeños municipios. Jaén llegó a contar en 2008 con 630 sucursales de bancos y cajas repartidas por la provincia. Pero llegó la recesión, la fusión y la desaparición de entidades, y se empezaron a cerrar oficinas. Hasta el punto de que la cifra cayó hasta las 486 contabilizadas en 2017. Algunos expertos y los sindicatos alertan de los riesgos de exclusión financiera como consecuencia de los ajustes. Desde las entidades y el propio Banco de España se niega tal amenaza, ya que todos los grupos que operan cuentan con los canales digitales para que los consumidores lleven a cabo sus operaciones. Sin embargo, la realidad es que los bancos han ido plegando velas en los pequeños núcleos para centrarse en las principales localidades.
De la red de entidades que trabajan en la provincia, solo una mantiene su presencia en los 97 municipios, además de en muchas pedanías y entidades menores. Se trata de Caja Rural. Pilar Marín es la directora de la sucursal de uno de los pueblos más pequeños de Jaén, Benatae (467 habitantes). Abre solo dos horas al día, de ocho a diez de la mañana. En ese tiempo atiende desde cobrar la pensión, pagar el recibo de la luz hasta la tramitación de las ayudas de la PAC, además de un sinfín de gestiones que, en algunas ocasiones, se limitan a una simple conversación. Pilar, que ingresó en la Caja hace más de una década, es una más entre sus clientes, en un ambiente familiar. En su mayoría son personas mayores, olivareros, albañiles y agentes forestales que trabajan en la zona. Personas que no están inmersas en la vorágine digital y que prefieren el trato personal, el de toda la vida, a la tablet o al teléfono móvil. Existe una conexión de confianza entre la directora y sus clientes.
Es el caso de Carmen o María del Rosario que esperan su turno en la oficina de Orcera, de la que depende Banatae y de la que también es la responsable Pilar. Allí el ajetreo es mayor. Hay más población y las necesidades, como es lógico, se multiplican. Fátima Sánchez y Francisco Javier Linares completan el equipo de Caja Rural de Jaén en esta sucursal. Pilar, natural de la vecina Siles, considera que contar con una sucursal en estos pueblos es muy importante porque facilita la vida de sus habitantes. "Intento resolverle cualquier duda o problema que tengan. El trato es muy cercano para que se sientan a gusto y poder ayudarles en todo lo que necesiten", comenta la directora.
Es difícil determinar si el éxodo de población crece porque no hay servicios o viceversa, pero está claro que la falta de oficinas bancarias complica la vida en los pueblos. Por eso, Caja Rural de Jaén no solo mantiene a pleno rendimiento su red en la provincia, sino que, además, la ha incrementado con la Estación Linares-Baeza, donde sus vecinos protagonizaron más de una concentración para evitar la exclusión financiera. Fue en febrero de 2017 cuando CajaSur anunció su marcha de la entidad menor local. La alcaldesa, Mariola Aranda, con el apoyo de toda la Corporación Municipal, trató por todos los medios de evitar la clausura de la sucursal, pero la decisión ya estaba tomada. "Le hemos pedido que estudien todas las opciones, como abrir solo unos días concretos de la semana u otras fórmulas que permitan que siga abierta, pero no lo aceptan", lamentaba entonces la regidora.
Tras varias reuniones y muchas horas de conversación, Caja Rural de Jaén salió al rescate de la Estación Linares-Baeza y decidió abrir allí una nueva oficina, asumiendo el riesgo de un negocio que puede salir mal. Sin embargo, su apuesta es firme. Desde su fundación en 1957, la entidad ha mantenido la misma filosofía: prestar el mejor servicio a los jiennenses, ya vivan en una ciudad o en el rincón más recóndito de la provincia. Solo así se explica que dispongan de 142 oficinas en el mar de olivos. "Todo el territorio está cubierto", asegura con orgullo Juan Gallego Cobo, director de Sucursales y Comercial de Caja Rural de Jaén. No en vano, pese a los miles de cierres de oficinas, muchos de ellos protagonizados por las cajas de ahorros, estas siguen siendo las que atienden a más población en riesgo de exclusión.
Para Juan Gallego, es el valor añadido que aportan a sus clientes. "Somos conscientes de que supone un coste, pero tenemos el respaldo de la ciudadanía y eso es lo más importante para nosotros", asegura. Si se baja al detalle, lo de Caja Rural de Jaén es un caso único en España. Pocas entidades pueden presumir de tener tanta presencia en su provincia de origen. Valga como ejemplo, Granada, donde 34.000 personas, de 34 municipios, no disponen ya de sucursales bancarias. La mayoría de sus habitantes, como ocurre en la provincia jiennense, son personas mayores que tienen que desplazarse a otras localidades para realizar sus gestiones, en ocasiones a muchos kilómetros y sin medios para ello. O esperar, en el mejor de los casos, a que pase por su pueblo un empleado bancario para dar un servicio mínimo ambulante. Con Caja Rural, por fortuna, no ocurre eso, algo de los que se siente muy satisfecho Juan Gallego. "La cercanía para nosotros es fundamental. Queremos que el cliente sienta nuestra confianza", añade.
Pero no es ajeno a la realidad del siglo XXI, en el que mientras los escaparates físicos desaparecen, los virtuales aumentan. La banca física es cada vez más digital y la inversión en este terreno ha aumentado durante los últimos años. Caja Rural de Jaén es de las que está al día de las nuevas tecnologías. Dispone de aplicaciones y canales para solventar cualquier servicio vía telemática, con un "grado de satisfacción muy elevado", según el director de Sucursales. Así, cualquier cliente puede desde su smartphone, tablet u ordenador consultar resúmenes de cuentas y tarjetas, saldos, movimientos, ver comprobantes, pagar servicios o impuestos, simular y contratar un préstamo, entre una larga lista de posibilidades. Todo ello sin perder de vista el asesoramiento personalizado. "Nosotros nacimos con ese fin, con el de atender al mundo rural y todo aquel que necesita un producto adaptado a sus necesidades. Queremos que sientan esa cercanía y, por tal motivo, seguiremos en ese camino", subraya Juan Gallego.
DATOS GLOBALES
Antes de la crisis económica española existían 45.500 oficinas bancarias en España. Los bancos siguieron abriendo sucursales, llegando a alcanzar en septiembre de 2008 su máximo histórico, con 46.118 sucursales operativas. Pero desde 2008 se han cerrado 17.873 oficinas bancarias en el país, lo que implica una reducción de la red cercana al 40%. En las mismas fechas, en la Unión Europea el redimensionamiento se llevó a cabo con la disminución del 20% de la red. En consecuencia, a finales del pasado año 4.109 municipios, en los que habita el 2,7% de la población española, no disponen de una sola sucursal. Son 540 más que en 2008 (-11,6%).
A pesar de todo, los mismos datos revelan que España sigue siendo uno de los países europeos con mayor número de oficinas por habitante. En este país hay unas 595 sucursales por cada millón de habitantes, una cifra que en la zona euro se sitúa en las 474. La proporción de cajeros por cada millón de ciudadanos es de 1.108 en España y de 715 en la media de los países que tienen el euro.
Midiéndolo en niveles de densidad geográfica, en España hay 55 oficinas y 102 cajeros por cada mil kilómetros, unas cifras que son de 57 y 85, respectivamente, si se observa la media de la zona euro.
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