Volver a empezar
Reside en América del Norte una especie singular de pino que nos relata algo fascinante. El nombre del pino es Pinus contorta y cubre la totalidad del Estado canadiense Columbia Británica. Su historia nos enseña que el fuego ha acompañado a la naturaleza desde mucho antes que el ser humano surgiera. ¿Sabías que la única manera de que este pino se reproduzca es a través de un incendio? Así es. Es un incendio el que hace que sus conos —o piñas— se abran, liberando decenas de semillas al aire. Un individuo debe morir para que otros nazcan y crezcan. Un proceso que se repite cada muchos años.
El verano toca a su fin
Con el mes de septiembre llegan muchos recuentos: número de turistas —pocos este año—, nuevos matriculados en carreras universitarias, datos de empleo, este año tenemos datos de COVID o el número de hectáreas que han ardido a causa de veranos cada vez más largos, más calientes y más secos.
Este verano, por si no fuera poco ya, el fuego ha vuelto a tocar a la Provincia de Jaén en una zona dolorida. Una zona que ya había sufrido el azote del fuego en 2005 y 2015. Unas 15.000 hectáreas han ardido ya en esa región desde entonces. Y como en Jaén, se ha repetido este doloroso suceso por toda España: a 16 de agosto de 2020 contabilizaba el Ministerio para la Transición Ecológica un total de 5.046 siniestros en su informe. Una cifra mucho menor que años anteriores, que se sitúa en 7.928 de media. ¿Será porque ha habido menos movimientos de personas?
Tras un incendio toca volver a empezar, como el cole en septiembre
Una vez viajaba en un Blablacar desde Murcia a Jaén. Durante el trayecto, conocí a un chico que se dedicaba a la reforestación de bosques. Como no podía ser de otra manera, le pregunté cuál era el proceso y hoy te lo cuento a ti.
Como nuestros árboles no tienen los superpoderes que sí tienen los pinos canadienses, muchas veces es necesaria la acción del ser humano para llevar a cabo la recuperación de un bosque.
Tras el incendio es importante la sujeción del suelo ya que las lluvias podrían hacerlo desaparecer. Para esta labor se pueden emplear los mismo troncos calcinados o estructuras de contención en barrancos.
Seguidamente, se procede a desbrozar el matorral que haya podido surgir ya que hará competencia a la nueva plantación y es pasto de nuevas llamas en verano. Es entonces cuando se procede a replantar las especies autóctonas más resistentes al fuego, comenzando por aquellas de talla media y después las más grandes. Durante todo el proceso es imprescindible el mantenimiento y cuidado de la zona.
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